El estudio, liderado por científicos y neurólogos argentinos, identificó a nivel molecular un mecanismo antiinflamatorio desencadenado por parásitos gastrointestinales, que podría favorecer el desarrollo de nuevas estrategias terapéuticas para enfermedades autoinmunes.
(Agencia CyTA-Leloir)-. Investigadores argentinos identificaron factores inmunológicos cuya regulación disminuye procesos inflamatorios en la esclerosis múltiple, una enfermedad inflamatoria crónica y autoinmune que afecta a entre 14 mil y 18 mil adultos jóvenes en el país y en la que el sistema inmune reconoce y ataca a la mielina del sistema nervioso central, causando inflamación, daño y pérdidas de función.
Estudios previos y pioneros habían encontrado que los pacientes con esclerosis múltiple que, además, tenían la presencia de parásitos gastrointestinales, llamados helmintos, presentaban formas menos severas de la enfermedad y reducían las exacerbaciones.
Ahora, un estudio liderado por científicos del Instituto de Medicina Experimental (IMEX), de la Academia Nacional de Medicina con sede en la Ciudad de Buenos Aires, identificaron a nivel y molecular cómo esos parásitos influyen en la respuesta inmune.
“Entender como los helmintos modulan la respuesta inmune permitirá diseñar nuevas estrategias terapéutica basadas en la activación o en la potenciación específica de esas vías sin necesidad de usar de forma directa estos organismos”, afirmó Eugenio Antonio Carrera Silva, director del estudio e investigador del IMEX, que depende del CONICET y de la Academia Nacional de Medicina (ANM).
Carrera Silva y colegas analizaron y compararon muestras biológicas de 31 donantes voluntarios sanos y 47 pacientes con esclerosis múltiple, de los cuales 18 también tenían helmintos. Y comprobaron que determinados helmintos favorecen la activación de un grupo de receptores del sistema inmune, llamados TAM, por su acrónimo de TYRO, AXL y MERTK, lo que se traduce en un freno a la respuesta inflamatoria exacerbada.
“Estos receptores se activan por la acción de dos ligandos o moléculas conocidas como GAS6 y PROS1, también producidos por células del sistema inmune”, afirmó Juan Manuel Ortiz Wilczyñski, primer autor del trabajo e investigador del IMEX, CONICET-ANM.
Los helmintos son gusanos parásitos pluricelulares que habitan principalmente el tracto gastrointestinal, dependiendo de la especie. “El periodo de convivencia es variable, pero pueden llegar a ser décadas sin que el paciente lo note, aunque en número elevado y en individuos susceptibles es común que causen deficiencias nutricionales, anemia, e incluso pueden dejarlos vulnerables ante otras infecciones”, explicó Ortiz Wilczyñski.
De acuerdo con el científico, esos organismos tienen “una extraordinaria capacidad de manipular al sistema inmunológico induciendo tolerancia para que éste no los ataque y así evitar ser expulsados”. Las especies diagnosticadas en el estudio son Ancylostoma duodenale, Ascaris lumbricoides, Enterobius vermicularis, Hymenolepis nana, Strongyloides stercoralis y Trichuris trichiura.
Los investigadores comprobaron que los gusanos parásitos estudiados producen una significativa reducción en el número y patogenicidad de células Th17, un tipo de linfocito proinflamatorio que está directamente asociado a la enfermedad.
Diferentes modelos animales y evidencias epidemiológicas en humanos demuestran que las infecciones helmínticas promueven el desarrollo de respuestas inmunes regulatorias y hasta beneficiosas, lo que llevó a la propuesta de lo que hoy se conoce como “terapia con helmintos”.
“Si bien se ha propuesto usar helmintos en varias patologías autoinmunes, entender los mecanismos moleculares inmunológicos que se generan en presencia de estos organismos permitirían aportar nuevas estrategias terapéuticas sin la necesidad de exponerse al parásito”, concluyó Carrera Silva.
El estudio fue publicado en “PLOS Pathogens” y también lo firmaron Cinthia Olexen y Mirta Schattner, del IMEX, del CONICET y de la ANM; Andrea Errasti, del Instituto de Farmacología, que depende de la Facultad de Medicina de la UBA; y Carla Rothlin, de la Universidad de Yale, en Estados Unidos y Jorge Correale, del Departamento de Neurología de la Fundación FLENI.