Investigadores de la UBA y del CONICET implementaron una estrategia de eliminación de la vinchuca combinada con el diagnóstico y el tratamiento de la población rural de Pampa del Indio, a 214 km de Resistencia.
(Agencia CyTA-Leloir. Por Bruno Geller)-. Un programa de intervención sostenida, impulsado por investigadores de la UBA y del CONICET, logró virtualmente eliminar a la vinchuca y la aparición de casos de enfermedad de Chagas en Pampa del Indio, un municipio del Chaco ubicado 214 km al noroeste de la capital, Resistencia.
“Estos resultados fueron posibles a través de un trabajo consistente y sostenido en el tiempo, con el compromiso y apoyo de múltiples gestiones a nivel municipal, provincial y nacional, y una fuerte articulación con el sistema local de salud, las comunidades en general y el apoyo de la comunidad educativa”, celebró Victoria Cardinal, investigadora del Laboratorio de Eco-Epidemiología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y del Instituto de Ecología, Genética y Evolución de Buenos Aires (IEGEBA), que depende del CONICET.
El logro fue reportado en la revista internacional “PLoS Neglected Tropical Diseases”.
La enfermedad de Chagas es una patología desatendida y endémica de la Argentina que afecta a cerca de 8 millones de personas en todo el mundo. Produce alteraciones cardíacas y digestivas y reduce la esperanza de vida en aproximadamente un 30 a 40% si los pacientes no son tratados.
En 2007, los investigadores de la UBA y del CONICET lanzaron un programa de intervención a largo plazo destinado a suprimir la infestación de las viviendas con las vinchucas Triatoma infestans (principal vector del Chagas en el sur de América del Sur) e impedir que se produjeran nuevos casos humanos en Pampa del Indio, un municipio endémico del Chaco con 1446 casas rurales habitadas por miembros de la comunidad Qom y criollos.
Las acciones incluyeron estudios serológicos para detectar a las personas infectadas con Chagas y tratamiento con pastillas parasiticidas a los menores de 18 años principalmente. A los perros también se les hizo estudios por ser potenciales reservorios del parásito Trypanosoma cruzi y funcionar como “termómetros”: “Cuando hay perros infectados en una vivienda, hay mayor riesgo de que se infecten las vinchucas y los habitantes a través de ellas”, dijo Cardinal.
Los investigadores realizaron estudios serológicos (anticuerpos) de las personas y perros de todo el municipio durante 2016-2017 para comparar con los datos obtenidos antes de que comenzara el programa de intervención. Para evaluar su impacto diseñaron un muestreo aleatorio estratificado por riesgo a escala de todo el municipio (unos 1800 km2) y examinaron a 410 personas de 180 hogares y 492 perros de 151 hogares en busca de anticuerpos contra Trypanosoma cruzi.
Los resultados revelaron que la seroprevalencia de Trypanosoma cruzi en niños menores de 16 años cayó al 2,5% en 2017, es decir, fue 4 a 11 veces menor que antes de las intervenciones. El trabajo también demostró que la transmisión congénita fue la fuente más probable del único niño seropositivo nacido después de la eliminación de las vinchucas que se detectó en el estudio.
“Casi la mitad de los mayores de 30 años estaban infectados al momento del estudio. Esto representaría una elevada carga de enfermedad a futuro y un eventual motivo de discriminación a la hora de buscar trabajo, ignorando lo que establece la Ley de Chagas (N°26.281)”, dijo la investigadora, quien estima que sin el programa habría habido en ese lapso 58 nuevos niños infectados a través de las vinchucas.
“Este trabajo demuestra que el control sostenido de las vinchucas en las viviendas complementado con una amplia movilización comunitaria y social logró interrumpir la transmisión vectorial en un área de alto riesgo y con elevados índices de pobreza y vulnerabilidad social. Este resultado alentador es muy relevante para los planes e iniciativas de control del Chagas nacionales e internacionales y es escalable a otros municipios de la región chaqueña”, concluyó Ricardo Gürtler, director del proyecto y del Laboratorio de Eco-epidemiología de la UBA y del CONICET.
El programa contó con el apoyo de los programas de Chagas de la Nación y de Chaco. Y también participaron Gustavo Enríquez, Natalia Macchiaverna, Hernán Argibay, Alejandra Alvedro y María Sol Gaspe, del CONICET; y María del Pilar Fernández, una eco-epidemióloga argentina de la Universidad del Estado de Washington, en Seattle, Estados Unidos.