Investigadores del CONICET y de las Universidades Nacionales de La Plata y de Luján obtuvieron in vitro péptidos con propiedades anticoagulantes partir de expeller de chía, un subproducto de la extracción del aceite, y ahora proponen incorporarlas en matrices alimentarias para producir alimentos funcionales que podrían contribuir a prevenir enfermedades cardiovasculares.
(Agencia CyTA-Leloir)-. Por primera vez un equipo de investigadores argentinos logró obtener fragmentos de proteínas con capacidad de evitar la formación de trombos o coágulos de sangre a partir de expeller de chía, un residuo de la extracción del aceite de semillas, los cuales podrían incorporarse en matrices alimentarias para producir alimentos funcionales destinados a prevenir la incidencia de enfermedades cardiovasculares.
“La trombosis es una de las causas principales de infartos, por lo que el diseño de alimentos funcionales que incluyan péptidos bioactivos con propiedades antioxidantes, antihipertensivas y antitrombóticas podrían ser una estrategia natural e interesante para prevenir la incidencia de estas patologías”, destacó el bioquímico y doctor en Ciencias Biológicas Walter David Obregón, director del trabajo e investigador independiente del CONICET en el Centro de Investigación de Proteínas Vegetales (CIProVe) con sede en el Departamento de Ciencias Biológicas de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).
El estudio, publicado en la revista “Food Chemistry”, forma parte de un proyecto que surge en función de una necesidad de Industrias Greenborg SRL, una empresa radicada en Lincoln dedicada a la extracción de aceite de porotos de soja y de semillas de chía, sésamo y canola.
“La vinculación con esta empresa surgió con el objetivo de agregar valor a estos residuos agroindustriales, mediante el uso o reciclaje de los subproductos que genera, contribuyendo así a una Bioeconomía Circular sostenible y a la protección del medio ambiente”, indicó la doctora en Ciencias Aplicadas Mónica Parisi, una de las líderes del estudio y profesora asociada del Departamento de Ciencias Básicas de la Universidad Nacional de Luján (UNLu).
Mediante el acondicionamiento de uno de los residuos, el llamado “expeller” de chía (subproducto del proceso de extrusado-prensado de la semilla), los científicos obtuvieron péptidos empleando tecnologías enzimáticas. En un segundo paso demostraron, a través de estudios in vitro, que esas moléculas tenían alta capacidad antitrombótica, así como también antioxidante, antihipertensiva y antimicrobiana.
“Observamos que los péptidos aislados alargaban de manera significativa los tiempos de coagulación”, indicó la doctora en Ciencias Biológicas Juliana Cotabarren, una de las primeras autoras del estudio e investigadora asistente del CONICET en el CIProVe. Y agregó que los efectos anticoagulantes desencadenados por ese compuesto natural en estudios in vitro fueron similares a los generados por la heparina, un compuesto de origen sintético.
Los investigadores también observaron que los péptidos de la chía producían un 45% de inhibición de la enzima convertidora de la angiotensina (ECA), responsable del aumento de la presión arterial. “Resulta alentador este resultado si consideramos que los inhibidores o bloqueadores sintéticos de ECA como el captopril, enalapril y lisinopril producen efectos secundarios”, destacó Obregón.
Los siguientes pasos del proyecto consisten en realizar los ensayos in vivo y preparar las condiciones para realizar el escalado del proceso y desarrollar productos alimenticios fortificados.
“Los productos que podríamos desarrollar tendrían un mayor contenido proteico y de fibras y podrían ser destinados a grupos vulnerables como la población infantil y la población de adultos mayores con necesidades nutricionales especiales, contribuyendo también al desarrollo de alimentos que aporten beneficios en la microbiota intestinal”, enfatizó Parisi.
El avance forma parte de uno de los 147 proyectos seleccionados para financiación en la convocatoria “Ciencia y Tecnología contra el Hambre”, del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación, en el marco del Plan Nacional de Argentina contra el Hambre.
Del trabajo también participaron la licenciada en Biotecnología y Biología Molecular Brenda Ozón, primera autora y estudiante de doctorado en el CIProVe, y Tania Valicenti, quien está realizando su tesis de grado en la carrera de Ciencias Biológicas con orientación en Biología Celular y Molecular de la UNLu.