Investigadores del CONICET y de la Fundación Infant estudiaron muestras de tejidos pulmonares conservados de los chicos fallecidos tras recibir una vacuna contra el virus sincicial respiratorio y realizaron estudios adicionales con modelos animales. Los hallazgos podrían aportar al desarrollo de una fórmula efectiva para la población infantil.
(Agencia CyTA-Leloir)-. Científicos argentinos lograron explicar por qué falló una vacuna contra el virus sincicial respiratorio (VSR) que en 1966 provocó la muerte de dos niños pequeños y la hospitalización del 80% de los niños inmunizados tras contagiarse con el VSR. El trabajo se describe en la revista científica internacional “Science Translational Medicine”.
Los dos niños fallecidos, de 14 y 16 meses de edad respectivamente, así como otros que fueron hospitalizados, contrajeron una enfermedad “intensificada” tras contagiarse con el virus tiempo después de ser vacunados.
“Estos eventos obstaculizaron el desarrollo de una vacuna contra ese virus durante décadas. Nuestro trabajo de alguna manera cierra todas las hipótesis que se han barajado tratando de explicar el desenlace desafortunado de la vacuna usada en la década de 1960 y provee una serie de indicadores que pueden servir como alerta para todos aquellos que quieren desarrollar una vacuna efectiva contra ese virus y otros patógenos que afectan a la población infantil”, indicó el líder del estudio, el infectólogo Fernando Polack, director de la Fundación INFANT, en Buenos Aires.
En 1966, los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH) evaluaron una vacuna cuyo diseño imitaba el diseño de la vacuna que Jonas Salk había hecho para combatir la poliomielitis inactivando el virus con formaldehido.
“Si bien la vacuna Salk tuvo el éxito que todos conocemos y hasta hoy está en uso, la vacuna contra VSR generó anticuerpos contra el virus pero, sorpresivamente, algo salió mal: cuando los niños que habían sido vacunados se expusieron al VSR, desarrollaron una enfermedad similar a la bronquiolitis que genera el virus, pero mucho más severa. Esto provocó la muerte de los dos niños y una hospitalización masiva de chicos inmunizados”, indicó Polack.
Un trabajo “arqueológico”
A fines de la década de 1990, Polack contactó a un investigador del NIH en Washington y accedió a una serie de cortes de patología con tejidos pulmonares de los chicos fallecidos en 1967 así como también a los informes de autopsia originales.
“Nosotros tuvimos esas muestras de tejido durante 20 años a la espera de desarrollar una técnica capaz de extraer el ARN remanente en esos pulmoncitos para entender cuál era efectivamente el perfil inmunológico que se asoció con el fallecimiento de los niños inmunizados y comparamos esa respuesta tanto en histología como en el perfil de la respuesta inmune contra chicos que fallecieron a causa de infección por el VSR y otros que fallecieron por problemas en los que sus pulmones no se vieron afectados”, explicó Polack.
Los análisis moleculares revelaron que, tras haber sido inmunizados. los chicos fallecidos habían desarrollado una respuesta inmune exagerada al entrar en contacto con el VSR. “Comprobamos que tenían un alto desvío de su respuesta inmune de tipo alérgico de tipo II con una alta presencia de eosinófilos en el pulmón, que son células del sistema inmune que se disparan ante infecciones e inician intensos procesos inflamatorios”, indicó Polack.
“También notamos la presencia de una gran cantidad de mediadores de activación de alergia y CCL5, un tipo de quimiocina que estimula a los eosinófilos”, añadió. Resultados similares a nivel molecular consiguió el laboratorio de Polack tras realizar estudios en ratones a los que se les administró una vacuna similar a la usada en 1966 y luego fueron expuestos al VSR.
Durante 50 años estuvo muy poco claro cuáles habían sido los mecanismos por los cuales la vacuna administrada en Estados Unidos en la década de ‘60 había preparado al sistema inmune para responder en forma aberrante a la infección por VSR. “Ahora, nuestro estudio explica en gran medida qué fue lo que sucedió. Pudimos constatar que la infección por VSR en los chicos fallecidos inmunizados gatilló la producción de anticuerpos anormales que terminaron generando el depósito de inmunocomplejos que dañaron sus pulmones causandoles así una gran inflamación y después la muerte”, afirmó Polack.
A raíz de los resultados de la investigación, el director de la Fundación Infant destacó que “los eosinofilos y CCL5 pueden ser usados de ahora en adelante como marcadores testigo de seguridad al momento de realizar pruebas preliminares de seguridad en vacunas”.
Asimismo, el infectólogo argentino destacó que el estudio proporciona una caracterización de la firma clínica, inmunopatológica y transcripcional de la enfermedad intensificada y “brinda evidencias para evaluar la seguridad de las futuras vacunas contra el VSR y otras vacunas infantiles en general”.
“Este estudio simultáneamente responde rotundamente un enigma que durante el último medio siglo ha demorado la obtención de una vacuna eficaz contra el VSR y abre puertas hacia el futuro, para diseñar vacunas con un enfoque de sintonía fina que permita, además de generar una respuesta eficaz, abolir este tipo indeseado de respuesta, no solo contra el VSR sino también otros patógenos sumamente relevantes” indicó Damián Alvarez-Paggi, también autor del estudio e investigador del CONICET en la Fundación INFANT, quien entre otros proyectos, lidera el desarrollo de potenciales prototipos vacunales contra el VSR y el nuevo coronavirus SARS-CoV-2.
“El abordaje realizado en este estudio nos permite repensar no solo como detectar de forma precoz la enfermedad aumentada por VSR sino también es un puntapié que abre un abanico metodológico para entender cómo mueren niños previamente sanos por este virus en zonas vulnerables del conurbano bonaerense. El abordaje basado en morfometría y biología molecular es clave de cara al desarrollo de intervenciones preventivas precisas contra este virus” indicó el médico Mauricio Caballero, investigador de la Fundación INFANT y del CONICET, quien lidera estudios de medicina traslacional y mortalidad por virus respiratorios.
Del estudio también participaron Romina Libster, de la Fundación Infant y del CONICET; Paola X de la Iglesia Niveyro y Steven Kleeberger, del Hospital Italiano de Buenos Aires; Eduardo Bergel, del Instituto de Efectividad Clinica y Sanitaria (IECS), en Buenos Aires; Luis Avendaño y Luis Velozo, de la Universidad de Chile; así como nueve investigadores de Estados Unidos.