Científicos del Laboratorio de Terapia Molecular y Celular de la Fundación Instituto Leloir, que dirige el investigador del CONICET Osvaldo Podhajcer, demostraron en modelos preclínicos de distintos tipos de cáncer ginecológico la eficacia terapéutica de un adenovirus modificado genéticamente para atacar y eliminar células tumorales, único en su clase, bautizado AR2011. “Sería un candidato a convertirse en nuevo medicamento”, aseguran los investigadores en el artículo publicado en el International Journal of Molecular Sciences.
(Agencia CyTA-Leloir).- En el camino por obtener un tratamiento que mejore la sobrevida de mujeres con distintas formas de cáncer ginecológico, especialmente de ovario, que es de los más letales, científicos de la Fundación Instituto Leloir (FIL) demostraron sobre muestras de tumores y células malignas obtenidas de pacientes con cáncer avanzado de ovario, útero y cuello de útero la eficacia terapéutica de un tipo especial de virus modificado genéticamente para eliminar células tumorales. Publicado en el International Journal of Molecular Sciences, el estudio liderado por la investigadora del CONICET María Verónica López, del Laboratorio de Terapia Molecular y Celular (LTCM) que dirige Osvaldo Podhajcer, también mostró en ratones una respuesta antitumoral mediada por el sistema inmune que frenó el avance de tumores no tratados.
“El AR2011 es un adenovirus oncolítico único en su clase porque es capaz de detectar el microambiente tumoral y activar su mecanismo de ataque solo en ese entorno, lo que asegura que genere menos efectos adversos que los tratamientos convencionales”, aseguró Podhajcer a la Agencia CyTA-Leloir. El investigador del CONICET explicó que su grupo desarrolló el AR2011 en 2017 y luego el CONICET y la FIL licenciaron la patente a una start up estadounidense llamada Unleash Immuno Oncolytics, que intentará llevar versiones mejoradas de AR2011 a un ensayo clínico. Mientras tanto, el grupo realiza estudios adicionales como los que acaban de publicar.
“Estos nuevos resultados muestran que, efectivamente, AR2011 sería un buen candidato para avanzar con estudios en humanos, incluso combinable con la quimioterapia utilizada en la actualidad en el tratamiento, y especialmente útil en estadios avanzados de la enfermedad”, señaló por su parte López.
Más allá del laboratorio
Cada año, más de un millón de mujeres en el mundo son diagnosticadas con algún tipo de cáncer ginecológico; entre ellos, uno de los más comunes y peligrosos es el de ovario. Debido a la aparición tardía de síntomas y la ausencia de métodos de detección temprana, este tipo de cáncer suele diagnosticarse en etapas avanzadas. Si bien en un principio las pacientes responden a la quimioterapia, la mayoría presenta rápidamente resistencia al tratamiento y la enfermedad vuelve a manifestarse. Así, en la actualidad las tasas de sobrevida a cinco años son menores al 50%.
En este escenario, la búsqueda de abordajes innovadores para tratar esta enfermedad, que en la Argentina se diagnostica anualmente a 2200 mujeres, se vuelve urgente y una de las estrategias que se evalúan es el uso de virus oncolíticos modificados genéticamente para atacar y eliminar exclusivamente a las células tumorales, disminuyendo los efectos adversos sobre tejidos normales.
Es el caso del AR2011, donde se usó un adenovirus (uno de los virus que causa el resfrío común) al que se modificó genéticamente en el LTMC para que ataque a las células cancerosas, pero no a las sanas.
El LTMC que dirige Podhajcer en la FIL trabaja desde hace 25 años en diferentes aspectos relacionados a la lucha contra el cáncer. Por un lado, el grupo busca diseñar y realizar pruebas en modelos preclínicos de biofármacos generados en el propio LTMC, con potencial aplicación en la enfermedad avanzada. Por el otro, realiza estudios para la identificación de marcadores genómicos en muestras de pacientes que permitan predecir su evolución y respuesta al tratamiento.
El proyecto, cuyos resultados se publicaron en el International Journal of Molecular Sciences, se inició varios años antes de la pandemia pero debió interrumpirse cuando el equipo del LTMC decidió dedicar sus energías a colaborar con la emergencia sanitaria. “El 99% de los experimentos estaban terminados hacia 2020, pero durante más de dos años estuvimos trabajando en generar una vacuna para COVID-19. En los últimos meses retomamos el estudio, analizamos a fondo los datos y redactamos el manuscrito que enviamos a publicación. Los revisores pidieron algunos experimentos cortos, que hicimos en tres semanas y fue aceptado”, resumió López.
Esta investigación fue financiada por subsidios de la Agencia I+D+i del Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación, el CONICET, el Instituto Nacional del Cáncer, Fundación Bunge y Born y, especialmente, por la Organización Amigos del Instituto Leloir para la Investigación en Cáncer (AFULIC), una ONG basada en Río Cuarto, Córdoba, que apoya al LTMC desde hace más de 20 años.