A instancias de la OMS, el 30 de enero se convirtió en el Día Mundial de las Enfermedades Tropicales Desatendidas para generar conciencia sobre el impacto negativo de dos decenas de patologías que padecen más de 1000 millones de personas en el mundo. Conocé las que están presentes en el país.
(Agencia CyTA-Leloir).- Con el fin de generar conciencia sobre el impacto negativo de unas 21 enfermedades o grupos de enfermedades producidas por virus, bacterias, parásitos, hongos o toxinas, y que padecen más de 1000 millones de personas en el mundo, sobre todo en países en desarrollo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) instauró el 30 de enero como Día Mundial de las Enfermedades Tropicales Desatendidas (ETDs).
Se las denomina “desatendidas” porque, históricamente, tuvieron una presencia limitada en la agenda de la salud pública global, recibiendo escasa atención y financiamiento. “Las enfermedades tropicales desatendidas son más que infecciones: son el reflejo de las injusticias que sufren las poblaciones más pobres y en situación de vulnerabilidad”, sostuvo en un flamante video el director de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Jarbas Barbosa, quien enfatizó que abordar estas patologías requiere un enfoque integral y multifacético.
Aunque la falta de obras básicas de saneamiento y de acceso a servicios sanitarios favorece su incidencia, en los últimos años y por diversos motivos, varias de las enfermedades incluidas en la lista de la OMS de afecciones típicas de las regiones más pobres cruzaron las fronteras y se extienden sin reconocer límites geográficos ni sociales.
Según explicó a la Agencia CyTA-Leloir Tomás Orduna, médico infectólogo tropicalista, ex jefe de Medicina Tropical y Medicina del Viajero del Hospital Muñiz de Buenos Aires, se habla de enfermedades tropicales “para enfatizar que tienen una máxima expresión como olvidadas en el trópico y subtrópico, que son regiones con mayor proporción de bolsones de pobreza. Pero pueden aparecer en regiones templadas y frías”. El también miembro del Comité Científico de la Fundación Mundo Sano, añadió: “El factor común es que, por múltiples razones, por ejemplo, de políticas sanitarias, económicas e incluso culturales, están desatendidas. Hay todo un sotobosque de cuadros mal interpretados y tratados con medicación sintomática y sin un diagnóstico adecuado que, con el tiempo, pueden tener complicaciones graves como solemos ver con los micetomas o las leishmaniasis”, resaltó.
En Argentina conviven varias de estas patologías; entre ellas:
*Dengue. Se transmite por mosquitos Aedes aegypti infectados con alguno de los cuatro serotipos del virus. El año pasado causó el peor brote de la historia del país. Se calcula que entre 2023 y 2024, poco más de un tercio de la población argentina (17 millones) se contagió; la inmensa mayoría sin saberlo. “Es hora de incorporar esta rutina: invertir 10 minutos todos los días para revisar que no haya recipientes con agua donde los mosquitos puedan depositar los huevos, dar vueltas tachos, lavar bebederos de mascota, etc.”, recomendó en la red social X Andrea Gamarnik, doctora en bioquímica y directora del Laboratorio de Virología Molecular de la Fundación Instituto Leloir (FIL), quien hizo contribuciones fundamentales para comprender los mecanismos de replicación del virus del dengue e impulsó el desarrollo nacional de un test rápido de antígeno para diagnosticar la enfermedad.
Aunque no existe un tratamiento antiviral específico, desde noviembre de 2023 está disponible en Argentina una vacuna tetravalente que se recomienda, especialmente, para personas que ya hayan estado infectadas y/o que vivan en zonas de alta transmisión. “Actualmente estamos en un período interepidémico, pero no hay que dormirse: si entrara un determinado perfil de lluvias, en marzo y abril podríamos tener un nuevo brote”, alertó Orduna.
*Enfermedad de Chagas. Se transmite por contacto con vinchucas infectadas con el parásito Tripanosoma cruzi, por la ingesta de alimentos contaminados, transfusión de sangre infectada o de madre a hijo, que pasó a ser la vía predominante en el país. Alrededor de 30% de los pacientes crónicos pueden desarrollar alteraciones cardíacas o digestivas. “Si hay una enfermedad desatendida en Argentina, es el Chagas”, lamentó Orduna.
Aunque existe consenso de que las mujeres en edad fértil y los niños, niñas y adolescentes hasta los 19 años deben ser tratados con los fármacos antichagásicos benznidazol o nifurtimox durante 30 o 60 días cuando presentan anticuerpos contra el parásito, “a la inmensa mayoría de las personas seropositivas no se les ha ofrecido el tratamiento en tiempo y forma, así como tampoco se hace el tamizaje (screening) adecuado en embarazadas”, añadió el infectólogo. También hay déficits en la provisión del control cardiológico anual en pacientes crónicos.
*Lepra. Causada por la bacteria Mycobacterium leprae (o bacilo de Hansen), afecta principalmente la piel, el sistema nervioso periférico y los ojos. Aunque es una enfermedad que se cura con tratamiento, durante la primera mitad del siglo XX el término lepra “se transformó en un referente universal del peor de los males, como lo serían más tarde, en forma sucesiva, la locura y el SIDA”, señaló la historiadora chilena Claudia Araya. En Argentina se producen más de 100 nuevos casos por año y las principales áreas endémicas están en el nordeste del país: Chaco, Corrientes, Formosa y Misiones.
*Sarna. Infestación parasitaria causada por el diminuto ácaro Sarcoptes scabiei var. Hominis, que se mete en la piel y produce un picor intenso. “Es una enfermedad ancestral que en la actualidad continúa planteando importantes problemas epidemiológicos. Su incidencia y prevalencia están en aumento”, señala un documento de la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD). Se trata con cremas o con comprimidos de ivermectina en los casos más graves.
*Rabia. Enfermedad vírica 100% prevenible con vacunación, que se transmite al ser humano por la mordedura de un animal infectado, por lo general un perro, y es mortal una vez que aparecen los síntomas. “La primera inoculación de una vacuna contra la rabia la hizo Pasteur en 1885. Casi un siglo y medio después, en muchos lugares del mundo no es fácil conseguir a tiempo vacunas antirrábicas y gammaglobulinas, así como hacer la detección precoz”, planteó Orduna. El virus también puede ser transmitido por murciélagos, aunque los portadores son una minoría.
“Si se encuentra un murciélago se aconseja no tocarlo. Dar aviso al centro de zoonosis más cercano a su domicilio para que sea un/a técnico/a quien lo retire y lo envíe al laboratorio para su análisis”, recomienda el Ministerio de Salud de la Nación.
*Ofidismo. Es el accidente provocado por el veneno inoculado por la mordedura de una serpiente. Aunque en Argentina hay casi 150 especies de estos reptiles, más de 80% de los casos involucra a la yarará. Según el Ministerio de Salud, en el país ocurre un promedio anual de 1.000 envenenamientos ofídicos, pero la mortalidad es muy baja dado que 90% de los pacientes afectados recibe el suero antiofídico antes de las cuatro horas posteriores a la mordedura.
*Micetoma. Enfermedad crónica poco frecuente en el país, que se adquiere por inoculación traumática de ciertas bacterias u hongos y que suele afectar los miembros inferiores, comprometiendo la piel, el tejido celular subcutáneo y el hueso. Se trata con antibióticos o antifúngicos. “Pero en ocasiones se expresa 20 años después y puede quedar solo el recurso de la amputación por la consulta tardía. La base de todo es la una combinación de pobreza y falta de alertas en los equipos de salud sobre la necesidad de un abordaje precoz para diagnóstico y tratamiento”, resumió Orduna.
*Teniasis/cisticercosis. Se trata de una infección parasitaria intestinal provocada por una tenia adulta. La que causa más problemas en términos de salud pública es la Taenia solium. Cuando se ingieren huevos de T. solium por agua o alimentos contaminados, las larvas pueden alojarse en los tejidos formando “cisticercos” o quistes que, al ubicarse en el sistema nervioso central, ocasionan síntomas como convulsiones y epilepsia. La neurocisticercosis se trata con antiparasitarios, corticoides y otras intervenciones, como cirugías.
*Geohelmintiasis. Parásitos transmitidos a partir de suelos contaminados por heces humanas, que pueden causar desde anemia y retrasos del crecimiento hasta malnutrición, alteraciones del desarrollo y cuadros diarreicos similares a la disentería. Un reciente ensayo clínico conducido en tres países africanos por Alejandro Krolewiecki, integrante del Instituto de Investigación en Enfermedades Tropicales (IIET) de la Universidad Nacional de Salta, en Orán, Argentina, mostró que la combinación a dosis fijas de dos antiparasitarios (albendazol e ivermectina) es más efectiva y tan segura como la monoterapia con albendazol, lo cual acerca más al objetivo de eliminación de estas enfermedades, según publicó The Lancet Infectious Diseases.
*Leishmaniasis. Causada por diferentes especies de protozoos del género Leishmania,que se transmite a animales y humanos a través de la picadura de mosquitos infectados de la familia Psychodidae, presenta tres manifestaciones clínicas: cutánea (la más común), mucosa/mucocutánea y visceral. Puede generar desde lesiones ulcerosas que dejan cicatrices de por vida, hasta daño en el bazo y otros órganos internos. Puede ser fatal. Según el último informe epidemiológico de la enfermedad en las Américas de la OPS, en 2023 Argentina notificó 135 casos de leishmaniasis cutánea (ligeramente por encima de los 117 de 2022) y 28 de la variante visceral, la cifra más alta desde 2001.
*Fascioliasis. Parasitosis de transmisión alimentaria a partir del consumo de berro, lechuga o espinaca mal lavados. Puede ocasionar enfermedades hepáticas y pulmonares graves. En Argentina afecta principalmente a rumiantes y ocasiona pérdidas a la producción ganadera; no se conoce el número de personas infectadas porque no es de notificación obligatoria.
* Hidatidosis (o equinococosis quística). La produce el parásito “tenia del perro” (Echinococcus granulosus) en su fase larvaria, que forma quistes en órganos como pulmones o hígado. Los seres humanos suelen infectarse por la ingesta de los huevos del parásito a través de alimentos o agua contaminados, o por contacto directo y estrecho con perros con parásitos. “Hay hidatidosis en las 24 provincias”, recordó Orduna. El tratamiento incluye cirugías y fármacos antiparasitarios.