Diez años atrás, la Asamblea General de la ONU estableció al 11 de febrero como una jornada para sensibilizar sobre las disparidades de género en el ámbito científico y tecnológico, y la importancia de estimular entre las nenas las aptitudes STEM (acrónimo de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemática, en inglés). Sin embargo, todavía hoy el 75% de quienes estudian carreras ligadas a estas áreas son varones. Una situación que se replica en Argentina.
(Agencia CyTA-Leloir).- Según la UNESCO, solo un tercio de las personas que se dedican a la investigación científica en el mundo son mujeres, así como el 35% de quienes estudian carreras relacionadas con las STEM (acrónimo de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemática, en inglés). Para buscar revertir esta situación, desde hace una década se estableció al 11 de febrero como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, una jornada para sensibilizar sobre las disparidades de género y la importancia de estimular y acompañar vocaciones en estos ámbitos entre las nenas.
“A pesar de que las STEM se consideran fundamentales para las economías nacionales, hasta ahora la mayoría de los países, independientemente de su nivel de desarrollo, no lograron la igualdad de género en esas disciplinas”, informa el organismo de la ONU que este año organiza un evento híbrido que hace foco en el tema: “Explorando las carreras STEM: La voz de las mujeres en la ciencia”.
En la Argentina, según el informe “Actitud de la Juventud hacia las profesiones STEM”, realizado por el Instituto de Desarrollo Económico y Social (IDES) y KNACK a pedido del entonces Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MINCyT), y publicado en diciembre de 2023, a la hora de elegir qué carrera estudiar cuando finalizan el colegio secundario, el 37% de los varones se inclina por alguna relacionada a las ciencias, ingeniería o matemática, mientras que entre las mujeres el porcentaje baja a 22%. La brecha se agranda aún más en algunas de las disciplinas: “Ingeniería/Informática” es mencionada por un cuarto de los varones que señalan interés por estas carreras, pero apenas por un 5% de las mujeres.
“Los estereotipos que sostienen las desigualdades en ciencia y tecnología indican que las mujeres sirven para cuidar, que son portadoras de afectos. Mientras que los varones son más aptos para tareas racionales. Y la ciencia y la técnica son vistas como actividades que requieren racionalidad, no sentimiento”, explicó a la Agencia CyTA-Leloir la doctora en Sociología Elizabeth Jelin, investigadora superior del CONICET en el Centro de Investigaciones Sociales (CIS) y coordinadora del informe arriba mencionado.
Según Jelin, las desigualdades se manifiestan al menos de dos maneras: en la elección de la carrera y en las jerarquías que se alcanza en las instituciones. “Aunque fue creciendo la participación femenina, las diferencias de género se mantienen. Eso lo vemos en que hay más mujeres en ciencias sociales, humanidades y biológicas; y más varones en ingeniería o informática. Asimismo, las mujeres tienen más presencia en posiciones inferiores, donde se ‘hace’ el trabajo; y los varones, más en cargos de dirección”, señaló.
Como muestra basta tener en cuenta que desde que se entregan, hace 123 años, apenas 26 mujeres fueron reconocidas con el Premio Nobel en una disciplina científica; el 3% del total en esos campos.
Carla Arias, líder de Formación y Desarrollo de la organización sin fines de lucro Chicas en Tecnología (CET), consideró que el problema de la inequidad “se debe a una combinación de barreras estructurales, que comienzan desde la niñez y se afianzan a lo largo de las trayectorias educativas y profesionales”. Y añadió: “La falta de mujeres referentes en áreas STEM imposibilita a niñas y adolescentes a identificarse con modelos de mujeres líderes. Esto perpetúa un círculo vicioso, en el que la baja representación femenina consolida la percepción de que estas disciplinas no son espacios inclusivos y accesibles para las mujeres”.
Desde CET enumeran que los estereotipos se encuentran en múltiples espacios:
- Entorno familiar: desde edades tempranas, las niñas reciben comentarios o expectativas diferenciadas en comparación con los niños. Esto puede influir en la confianza que se requiere para explorar áreas como la ciencia y la tecnología.
- Ámbito educativo: se reproducen ideas preconcebidas sobre qué disciplinas “son mejores” para cada género.
- Medios de comunicación: muchas veces presentan imágenes masculinizadas de estas disciplinas.
- Entorno social en general: refuerza la asociación de estas áreas con habilidades y características atribuidas tradicionalmente a los hombres.
- Empresas: perpetúan la brecha tanto por la contratación sesgada como por la falta de políticas que apoyen el desarrollo de mujeres en estas áreas, algo que las desincentiva a permanecer o ascender a posiciones de liderazgo.
“Las desigualdades de género en CyT están en el núcleo de la organización social de las relaciones de dominación de género; algo que ocurre en todos los ámbitos de la vida y no solamente en la ciencia. Las luchas por disminuir estas desigualdades se dan en muchos frentes: la educación y la organización de la ciencia son parte de ellas. Pero son difíciles de erradicar”, aseguró Jelin, quien a lo largo de su reconocida trayectoria se ha dedicado a estudiar movimientos sociales, de derechos humanos y ciudadanía.
Para ayudar a despertar vocaciones científicas es necesario generar intervenciones y herramientas que ayuden a evitar sesgos y promuevan el interés en los más chicos. Por ejemplo, estimular de manera amplia la participación en olimpiadas científicas, el involucramiento desde la infancia en clubes de ciencia, tecnotecas y otras iniciativas similares.
Las mejoras son insuficientes
En el estudio sobre “Actitud de la Juventud hacia las profesiones STEM” se relevaron también las políticas estatales relacionadas a la igualdad de género en la ciencia y la tecnología. Jelin mencionó que “había algunos proyectos que ponían el énfasis en la capacitación de las mujeres”, pero lamentó que “en este último año todos los programas de promoción fueron desmantelados. Tengo entendido que no queda nada de lo poco que había”.
Por su parte, Arias destacó que en los últimos años la disparidad se empezó a visibilizar más y crecieron las iniciativas que buscan revertir la situación. Sin embargo, dijo, “la realidad muestra que, aunque hay algunos progresos, la brecha persiste y sigue siendo profunda, sobre todo en áreas como informática e ingeniería, donde la participación de mujeres es baja en comparación con otros campos. Los cambios son todavía insuficientes para generar un impacto significativo en el corto plazo”. Y concluyó: “Si no logramos incluir a más mujeres en el sector tecnológico, no solo se está dejando de lado talento valioso, sino que además se limita el potencial transformador de estas disciplinas”.