En un estudio realizado en animales, científicos argentinos descubrieron que la administración de un mix de bacterias lácticas, seleccionadas por sus propiedades benéficas, mejora las habilidades motoras y la calidad de vida cuando se combina con la medicación tradicional contra la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente.
(Agencia CyTA-Leloir).- Un grupo de investigadores del CONICET en el Centro de Referencia para Lactobacilos (CERELA), con sede en San Miguel de Tucumán, comprobó años atrás que la incorporación de una mezcla de bacterias lácticas en la dieta tenía efectos benéficos en ratones con enfermedad de Parkinson inducida por una droga neurotóxica. Quedaba pendiente constatar si el efecto persistiría al ser administradas junto a la levodopa, fármaco que se utiliza desde hace casi medio siglo para suplantar la falta del neurotransmisor dopamina, característica de la enfermedad. La respuesta resultó positiva y la publicaron semanas atrás en la revista Neurochemical Research.
“Fue una grata sorpresa ver que nuestras bacterias lácticas no sólo mantuvieron el efecto propio del tratamiento convencional, sino que además lo mejoraron”, señaló a la Agencia CyTA-Leloir Jean Guy LeBlanc, doctor en Bioquímica, investigador del CONICET en el CERELA y uno de los autores del artículo.
El grupo de investigación, integrado también por las doctoras en Bioquímica Daiana Pérez Visñuk y Alejandra de Moreno de LeBlanc, administró un mix de tres bacterias lácticas de la colección del CERELA, las que fueron seleccionadas por distintas propiedades neuroprotectoras (Lactiplantibacillus plantarum CRL2130, Streptococcus thermophilus CRL808 y Streptococcus thermophilus CRL807), a ratones con parkinsonismo que estaban recibiendo el tratamiento con levodopa. El resultado mostró que la combinación mejoró las pruebas de habilidades motoras respecto del uso exclusivo de la medicación.
LeBlanc y sus colegas concluyeron que el beneficio observado se relaciona con una menor pérdida de neuronas productoras de dopamina. También comprobaron una mejora en la variedad de la microbiota intestinal y en la permeabilidad de las vellosidades intestinales que se ven afectadas en los enfermos de Parkinson.
“Si bien se trata de un estudio en animales, creemos que la mezcla de bacterias lácticas que seleccionamos por sus capacidades para producir vitaminas o regular el sistema inmunitario puede ser beneficiosa para pacientes con enfermedad de Parkinson, ya que podría mejorar la efectividad de los tratamientos convencionales o disminuir algunos efectos secundarios asociados a los mismos”, resaltó LeBlanc, quien añadió: “El mix que usamos mejora la microbiota intestinal, cuya disbiosis (desequilibrio) es característica en estos pacientes. Creemos que a través del eje microbiota-intestino-cerebro puede ejercer efectos en otros sitios del cuerpo”.
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(de izq. a der.) Imagen de neuronas motoras en el cerebro de ratones sanos (control); de ratones con parkinsonismo; y de ratones con parkinsonismo que recibieron la mezcla de bacterias lácticas seleccionadas.
¿Cuándo podría llegar esto a los pacientes humanos? “Antes de poder comercializar estas cepas de bacterias para usarlas como fármacos es necesario realizar estudios en personas sanas, y después en pacientes con la patología. Estos estudios son sumamente costosos, por lo que esperamos que alguna empresa farmacéutica se interese por financiarlos”, respondió el investigador.
Mientras tanto, con su equipo del CERELA buscará desarrollar suplementos dietarios con este mix de bacterias seleccionadas, para que puedan ser consumidos por personas sanas. “Son bacterias seguras, aisladas de alimentos, y tienen el potencial de poder mejorar la calidad de vida de los consumidores”, aseguró LeBlanc.
Cerca de 100 mil personas padecen Parkinson en nuestro país y es actualmente la segunda enfermedad neurodegenerativa más prevalente en el mundo, después del Alzheimer.
En una entrevista publicada en el sitio web de la División de Neurología del Hospital de Clínicas de la UBA, Gabriela Raina, neuróloga del Programa de Parkinson de esa institución, y quien no participó del estudio del grupo del CERELA, señaló la importancia de las investigaciones sobre la microbiota intestinal en el desarrollo y la progresión del Parkinson: “Abren caminos alentadores para el estudio de nuevas terapias. Quizás en un futuro agreguemos con éxito prebióticos y probióticos a nuestro arsenal terapéutico contra la enfermedad de Parkinson”.