Diseñado por científicos de Córdoba, consiste en una especie de arnés metálico que se coloca sobre la espalda de las aves y controla su pasaje entre distintos corrales o ambientes. Podría tener aplicación en investigación y también en la cría.
(19/08/2015 – Agencia CyTA-Instituto Leloir)-. Un ingenioso dispositivo creado por investigadores argentinos, llamado “barrera física individual”, promete mejorar el estudio científico de las aves y tener impacto directo sobre su cría comercial.
Se trata de una pequeña barra de metal colocada en la espalda del ave que supera apenas el ancho del cuerpo y que se sujeta con un arnés provisto por dos bandas elásticas de tela alrededor de la base de las alas. “Funciona en conjunto con una reja que divide los ambientes y que contiene un orificio a modo de puerta que no puede ser atravesada por las aves que llevan el dispositivo en sus espaldas, mientras que las que no lo llevan pueden atravesarlo libremente”, explicó el inventor del dispositivo y responsable del proyecto, el doctor Diego Guzmán, integrante del grupo del doctor Raúl Marín en el Instituto de Investigaciones Biológicas y Tecnológicas (IIByT), que depende de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y del CONICET.
En estudios experimentales con codornices, el dispositivo mostró ser eficaz para evitar que las aves puedan desplazarse a “voluntad” entre diferentes ambientes.
Marín explicó que la barrera física individual supera muchas dificultades metodológicas en investigación. Los estudios de interacciones sociales en animales, explicó, suelen ser realizados en condiciones en las que todos los individuos interactúan entre sí, quieran o no. “En otros casos, las aves pueden verse, olerse, y/o escucharse, pero no pueden interactuar físicamente”, afirmó Marín, quien también es investigador del Instituto de Ciencia y Tecnología de los Alimentos (ICTA) de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UNC.
El nuevo sistema, en cambio, permite realizar estudios donde unas aves pueden “elegir” permanecer en el ambiente donde están los otros congéneres (con el dispositivo colocado) para, de esa forma, acceder a los recursos que allí se encuentran o interactuar físicamente con sus pares, por ejemplo, en cópulas o peleas.
Pero en caso de que el encuentro social en dicho ambiente sea negativo, por ejemplo, si perdieron una pelea o el congénere sexual no resultó atractivo, las aves pueden regresar hacia el ambiente de partida, salvo aquellas que llevan colocado el dispositivo. “Lo novedoso de este sistema es que el ave puede repetir estas visitas a voluntad y de este modo autorregular su contacto social efectivo”, afirmó Guzmán, quien actualmente investiga en el Departamento de Ciencias Animales de la Universidad Aarhus, en Dinamarca.
El estudio, publicado en la revista científica de mayor impacto en avicultura, “Poultry Science”, evidencia que el uso del dispositivo no afecta la conducta de las aves. Esto es, no altera su ambulación, ni sus respuestas de miedo o reconocimiento, ni su comportamiento reproductivo, destacó Guzmán.
La utilización de este recurso abre una nueva área de trabajo en lo que se refiere a estudios de interacción, motivación y preferencia social de aves. “Mejorar el conocimiento de estos aspectos llevaría a perfeccionar las pautas de manejo y los programas de reproducción selectiva. Estos procesos tienen importantes consecuencias tanto a nivel económico como de bienestar de las aves durante su cría intensiva para consumo humano”, indicaron los investigadores.
Y también podría tener una aplicación directa en la industria avícola, por ejemplo, en la cría de los progenitores de los pollos de carne. En estos casos, las aves deben estar en parejas, pero los machos no pueden comer sin límites porque engordarían tanto que no podrían montar a la hembra, entre otras consecuencias. Por otra parte, si se raciona mucho el alimento, baja la cantidad de huevos que cada hembra produce. “Una solución de manejo sería montarle el dispositivo a los machos y colocar, en otro ambiente, el alimento extra para que sólo las hembras puedan acceder a él”, explicó Guzmán.
De todos modos, habría que testear otros modelos de prototipos de acuerdo al tamaño de las aves y probar su eficiencia, añadió Marín.
Del avance científico también participó la bióloga Stefanía Pellegrini, becaria del CONICET del equipo de Marín en el IIByT y en el ICTA.
El arnés inventado por los investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba y del CONICET podría tener aplicaciones tanto en la investigación como en la cría comercial de aves.
Créditos: Gonzalo Marin