El doctor Christián Carman, investigador de la Universidad Nacional de Quilmes y del CONICET, descubrió falencias en la historia oficial que explicaba por qué un modelo sobre la órbita de los planetas se impuso sobre otro en la Grecia antigua.
(14/03/2016 – Agencia CyTA-Instituto Leloir)-. Un investigador argentino demostró un error en el argumento que, defendido por historiadores de la astronomía, explica por qué una teoría sobre el movimiento de los astros se dejó de lado.
Para los antiguos griegos, el movimiento de las estrellas, el Sol, la Luna y los cinco planetas entonces conocidos debían ser explicado mediante movimientos circulares (hoy se sabe que son elípticas) y con velocidades constantes. “La razón es simple: el movimiento circular y uniforme es el único digno de los dioses y los astros eran dioses”, afirmó a la Agencia CyTA- Leloir el doctor Christián Carman, investigador del CONICET en la Universidad Nacional de Quilmes.
En la Grecia antigua circulaban dos modelos que explicaban los movimientos de los astros. De acuerdo al sistema del matemático y astrónomo Eudoxo de Cnido (siglo IV AC), los planetas, como son movidos por órbitas concéntricas y el centro es la Tierra, siempre están equidistantes de la Tierra: ni se acercan ni se alejan. El segundo modelo, el de “Epíciclos y deferentes” (elaborado por Apolonio de Perga y posteriormente perfeccionado por Ptolomeo en el siglo II d.C.) afirmaba, en cambio, que los planetas estaban más cerca de la Tierra cuando realizaban un movimiento de retrogradación: cada tanto, los planetas se iban hacia atrás sobre el fondo del zodíaco y luego retomaban su dirección habitual.
Los historiadores de la astronomía, como Giovanni Schiaparelli, Thomas Heath y Thomas Kuhn, han afirmado que el modelo de Eudoxo se abandonó en favor del sistema de epiciclos porque el segundo lograba explicar algo evidente: cuando los planetas retrogradan, se los ve más brillantes, lo que hace suponer que están más cerca.
Sin embargo, Carman dedujo que esa explicación histórica está errada: “el aparente cambio de brillo de los planetas durante la retrogradación no jugó ningún papel en el abandono de una teoría y la aceptación de otra”, subrayó.
El investigador señaló que es un mito que los planetas cambien de brillo. “A simple vista, sólo se ve el cambio de brillo de Marte. Además, no hay ningún testimonio antiguo que muestre que efectivamente los astrónomos estaban preocupados por el cambio de brillo de los planetas”, señaló Carman, quien analizó las fuentes antiguas y medievales para ver si había alguna mención sobre ese punto.
En su trabajo publicado en la revista “Studies in History and Philosophy of Science”, Carman concluyó que esa explicación fue construida, aceptada y reproducida a partir de una teoría elaborada antes de la era cristiana por pensadores cuya identidad aún no se ha determinado. En realidad, el modelo “triunfante” tenía mucha mayor precisión que el previo.
No es la primera vez que Carman revisa métodos y teorías de la historia de la astronomía. A comienzos del año pasado, determinó que la máquina astronómica de Anticitera, inventada por Arquímedes y encontrada en un naufragio en 1900, predecía con gran precisión los eclipses lunares y solares.
El doctor Christián Carman, investigador de la Universidad Nacional de Quilmes y del CONICET.