El contacto con la larva de una mariposa nocturna de selvas tropicales puede ocasionar desde un dolor quemante hasta hemorragias y otras complicaciones potencialmente fatales.
(22/04/2016 – Agencia CyTA-Instituto Leloir)-. La oruga o larva de una mariposa nocturna de selvas tropicales de Sudamérica provoca envenenamientos que pueden derivar en hemorragia intracerebral, insuficiencia renal aguda y otras complicaciones potencialmente fatales. El insecto, de la especie Lonomia obliqua, es conocido vulgarmente como taturana, oruga o gusano de fuego. Y pese a que los accidentes son poco frecuentes, especialistas alertan sobre la necesidad de concientizar a la población y al personal de salud de las zonas afectadas, sobre todo, en la zona serrana de la provincia de Misiones.
“Las personas que vivan en estas áreas deben extremar cuidados para evitar el contacto directo con esas orugas venenosas y, en el caso de ocurrir, dirigirse inmediatamente al centro de salud más próximo”, enfatizó la doctora María Elisa Peichoto, investigadora del Conicet en el Instituto Nacional de Medicina Tropical (INMeT), en Puerto Iguazú, Misiones.
Con el objeto de ayudar a la difusión de esta amenaza para favorecer su prevención y tratamiento efectivo, Peichoto publicó, junto a colegas, el registro clínico de seis pacientes que, a lo largo de 2014, entraron en contacto con la oruga y fueron atendidos en el Hospital SAMIC, de Puerto Iguazú.
Los afectados tenían entre 3 y 56 años, y, en todos los casos, evolucionaron de manera rápida y favorable gracias a la administración de un antídoto desarrollado en el Instituto Butantan, de Brasil (país donde los casos son más frecuentes).
Según describieron los autores en la revista “Medicina”, la oruga se caracteriza por poseer espículas ramificadas puntiagudas a lo largo de su cuerpo, que contienen una mezcla compleja de moléculas tóxicas. Cuando contacta con la piel de las personas, por lo general, trabajadores rurales o chicos que trepan a los árboles, produce un dolor quemante en la zona afectada y, a las pocas horas, un malestar general con dolor de cabeza, náuseas y vómitos. Las hemorragias suelen aparecer entre las 8 y las 72 horas del accidente.
Para facilitar la detección precoz de los casos, Peichoto señaló que es importante averiguar si el paciente estuvo en una zona endémica realizando una actividad en la que pudo haberse apoyado en un árbol (o incluso rozarlo). Asimismo, se recomienda realizar un simple test de tiempo de coagulación, dado que ese parámetro sanguíneo es el primero que se ve afectado. “El tiempo transcurrido entre el accidente y la administración del antídoto es crítico para un buen pronóstico”, afirmó a la Agencia CyTA-Leloir.
Peichoto añadió que la población debe buscar asistencia frente a la sospecha de un encuentro cercano indeseado con la taturana. Los médicos clínicos y epidemiólogos de las zonas de riesgo deben tener conocimiento sobre la biología del insecto, la composición del veneno, la fisiopatología y el cuadro clínico del envenenamiento, así como las pautas generales de tratamiento y prevención, aseguró.
También son autores del artículo médico y científico, el bioquímico Matías N. Sánchez becario del CONICET, el licenciado Sergio Casertano, del INMeT, y la licenciada en Enfermería Mariana Mignone Chagas y el doctor Luis Cavagnaro del Hospital SAMIC de Puerto Iguazú.
La oruga de la mariposa de la especie Lonomia obliqua, conocida vulgarmente como taturana, oruga o gusano de fuego, provoca envenenamientos. Por eso es importante reconocerla para tomar precauciones.
Créditos: Ariel López