El científico japonés, de 71 años, es profesor del Instituto de Tecnología de Tokio y reveló el mecanismo genético de la autofagia: el procedimiento por el cual las células degradan y reciclan parte de sus propios componentes.
(03/09/2016 – Agencia CyTA-Instituto Leloir)-. El 9 de septiembre pasado, Yoshinori Ohsumi visitó Cambridge y dio una conferencia en homenaje a César Milstein en la misma institución, el Laboratorio de Biología Molecular del Medical Research Council (MRC), en la que el último Nobel argentino trabajó durante casi cuatro décadas e hizo sus principales hallazgos. Quizás fue una señal. Menos de un mes más tarde, Ohsumi, investigador y profesor del Instituto de Tecnología de Tokio, acaba de ser galardonado con el Nobel de Medicina 2016 por sus aportes al conocimiento de la autofagia: el mecanismo por el cual las células degradan y reciclan proteínas y varios componentes del citoplasma.
“Los descubrimientos de Ohsumi llevaron a un nuevo paradigma en la comprensión de cómo las células reciclan su contenido (y) abrieron el camino para entender la importancia fundamental de la autofagia en muchos procesos fisiológicos, como la adaptación a la inanición o la respuesta a la infección”, informó en un comunicado de prensa la Academia Nobel del Instituto Karolinska de Estocolmo, Suecia.
Las células sanas usan la autofagia como un mecanismo general de “limpieza de la casa” y también para sobrevivir al estrés, incluyendo aquel inducido por la privación de nutrientes, resumieron colegas de Ohsumi en una revisión reciente en Nature Reviews Molecular Cell Biology. La mutación en los genes que regulan la autofagia puede dar lugar a enfermedades, y el proceso está involucrado en condiciones tales como el cáncer y patologías neurológicas.
“Ohsumi tiene muy merecido el Nobel porque descubrió los genes y mecanismos fundamentales que regulan el proceso de la autofagia a nivel molecular”, indicó a la Agencia CyTA-Leloir la doctora María Inés Vaccaro, jefa del Laboratorio de Fisiopatología Molecular de la Facultad de Farmacia y Bioquímica (FFyB) de la UBA e investigadora del Instituto de Bioquímica y Medicina Molecular dependiente también de esa universidad y del CONICET. “Sus hallazgos permitieron ver que ese proceso no sólo ocurre en condiciones de ayuno (cuando faltan nutrientes), sino que también desempeña un rol de defensa en cáncer, enfermedades neurológicas, diabetes y muchas otras patologías”, agregó.
La investigadora del CONICET afirmó que los trabajos de Ohsumi permitieron abrir un campo de estudio. En 2011, Vaccaro, quien también preside la Subcomisión de Investigación de la Sociedad Argentina de Gastroenterología, fue invitada por dos discípulos de Ohsumi, los doctores Noboru Mizushima y Tamotsu Yochimori, a presentar sus proyectos de investigación en las conferencias Gordon, realizadas en Italia. Y en 2013, parte del equipo del recién galardonado científico también participó de un congreso organizado por Vaccaro en Buenos Aires.
De acuerdo a Vaccaro, el estudio de los mecanismos biológicos asociados a la autofagia que son claves para la supervivencia de las células “puede contribuir en el futuro al diseño de terapias para una gran cantidad de enfermedades”.
En su reciente conferencia en Cambridge, Ohsumi repasó sus 28 años en la investigación sobre autofagia. Dijo que comenzó observando el proceso en levaduras con un simple microscopio óptico. Y que ahora se está viviendo una “explosión” de trabajos en este campo. Si en 2005 se publicaron en la literatura científica internacional 252 papers sobre autofagia, en 2015 esa cifra creció casi veinte veces.
Ohsumi es el segundo Nobel de Medicina que recibe solo el galardón en lo que va del siglo, después del británico Robert Edwards, el “padre” de la fertilización asistida, quien lo ganó en 2010. Pero también es el tercer japonés laureado en esta disciplina en los últimos cinco años, después de Shinya Yamanaka (2012) y Satoshi Ómura (2015).