El método de análisis químico de su composición mineral ayuda a certificar la autenticidad de frutas y verduras argentinas. El avance es producto de la cooperación entre científicos de Corrientes y San Luis.
(05/12/2016 – Agencia CyTA-Instituto Leloir)-. ¿Esos espárragos son de San Juan o de Santa Fe? ¿Esas manzanas, de Río Negro, Mendoza o Chile? Como si se tratara de la tonada de una persona o una constancia de domicilio, la composición de minerales de una fruta o verdura permite inferir su lugar de procedencia. Ahora, científicos presentaron una técnica que permitiría certificar el origen geográfico “y podría resultar de interés a la hora de resolver cuestiones de autenticidad de estos productos”, indicó uno de los directores del proyecto, el doctor Roberto Pellerano, del Instituto de Química Básica y Aplicada del Nordeste Argentino (IQUIBA-NEA), que depende de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) y del CONICET.
Para probar el método, Pellerano y colegas de su grupo y de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL) estudiaron muestras de una fruta regional de Corrientes, la “papa del aire” o Sechium edule. Mediante un equipo sofisticado de análisis, el espectrómetro de emisión óptica por plasma inducido, los investigadores analizaron la composición de quince elementos minerales: aluminio, arsénico, bario, calcio, cadmio, cobalto, cobre, hierro, potasio, magnesio, manganeso, sodio, plomo, estroncio y zinc. Y establecieron una correlación entre ese perfil mineral y el suelo del que procedían.
“Con modelos de estadística y otras herramientas, demostramos que nuestra técnica permite clasificar las muestras correctamente con un grado de eficacia y seguridad de un 90% y midiendo sólo las concentraciones de siete minerales”, destacó Pellerano a la Agencia CyTA-Leloir.
Los científicos también comprobaron que la determinación de minerales se puede realizar en laboratorios menos complejos y con equipos más económicos, como los espectrómetros de absorción atómica.
El avance constituye un aporte al establecimiento de sistemas de protección de autenticidad que permita disponer de herramientas científicas para identificar y distinguir los alimentos producidos en nuestro territorio, “lo que representa un agregado de valor tangible e intangible para el sector agroalimentario”, dijo Pellerano.
De acuerdo a los investigadores, el método también podría servir para cuantificar nutrientes individuales y propiciar que los consumidores se adapten a las recomendaciones relativas al consumo adecuado en gramos de frutas y verduras.
El estudio fue publicado en la revista científica “Food Chemistry” y también lo firman los doctores Eduardo Marchevsky, de UNSL-CONICET, y las becarias de CONICET Melisa Hidalgo y Diana Fechner, de UNNE-CONICET.