El sistema, propuesto por dos investigadoras argentinas, podría servir para que las fuentes de agua potable estén protegidas de microorganismos patógenos que ponen en riesgo la salud humana.
(21/06/2017 – Agencia CyTA-Instituto Leloir)-. Diminutas partículas de dióxido de titanio, tan pequeñas que serían capaces de alinearse 50.000 en la cabeza de un alfiler, podrían formar parte de una barrera eficaz contra bacterias patógenas en el agua. Así lo revelaron dos investigadoras argentinas, una de ellas radicada en los Estados Unidos, para quienes la tecnología desarrollada puede servir como potenciador de filtros de agua potable o para la limpieza de ecosistemas contaminados.
Las doctoras Guillermina Gentile, del Departamento de Ingeniería Química del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA), y María Marta Fidalgo de Cortalezzi, del Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental de la Universidad de Missouri, mezclaron en un lecho de granos de arena las nanopartículas de dióxido de titanio, un material que se usa en pinturas, cosméticos y catalizadores automotrices, entre otras aplicaciones.
“Las nanopartículas de dióxido de titanio se adhieren a la arena por medio de interacciones electroestáticas (atracción debida a cargas eléctricas superficiales) y evitan así el paso de las bacterias”, indicó a la Agencia CyTA-Leloir Gentile, quien es ingeniera química egresada de la UBA y doctora en ingeniería del ITBA.
En un ensayo publicado en el “Journal of Contaminant Hydrology”, Gentile y Fidalgo de Cortalezzi probaron que el sistema era capaz de retener miles de bacterias Pseudomonas aeruginosa, uno de los patógenos nosocomiales más extendidos en el mundo y responsable de infecciones en la sangre, la piel, los huesos, los oídos, los ojos, el sistema urinario, las válvulas cardíacas, los pulmones y las heridas, algunas potencialmente letales.
“Prevenir la contaminación de aguas subterráneas por presencia de organismos patógenos o por nuevos materiales es de gran importancia para un desarrollo sustentable”, indicó Fidalgo de Cortalezzi, egresada del ITBA y doctorada en ingeniería ambiental en la Universidad de Rice, en Estados Unidos. El sistema podría ser utilizado también en otros gérmenes patógenos.
Para que esta tecnología se transfiera al mercado, es preciso realizar estudios adicionales que resuelvan dos puntos. “Es muy importante que el diseño y la incorporación de estas nanopartículas se realice con sumo cuidado, considerando las potenciales consecuencias de la adición de factores externos a los ecosistemas. Por otro lado, hay que manejar adecuadamente el tratamiento de elevadas concentraciones de microorganismos retenidos en los filtros”, indicaron las investigadoras.