Científicos del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral detectaron la molécula que regula un gen clave en la elongación de las plantas y otros procesos de gran relevancia.
(10/01/2018 – Agencia CyTA-Leloir)-. Una molécula clave para el desarrollo normal del maíz y otros cultivos fue identificado por científicos argentinos, lo cual podría tener impacto futuro en la producción agrícola.
“La comprensión de cómo regular proteínas que son clave para el crecimiento y desarrollo vegetal es fundamental para mejorar especies de cultivos de importancia alimentaria a nivel mundial”, indicó a la Agencia CyTA-Leloir una de las autoras del avance, la doctora Pamela Ribone, becaria posdoctoral del laboratorio de la doctora Raquel Chan en el Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (IAL), situado en la ciudad de Santa Fe.
En trabajos anteriores, los investigadores del IAL (dependiente del CONICET y de la Universidad Nacional del Litoral) descubrieron la función de la proteína AtHB1: un factor que favorece la elongación de las plantas cuando la luz es escasa. Ahora, en un flamante estudio, publicado en la revista “Plant Physiology”, los investigadores hallaron que la síntesis de AtHB1 se reprime por un péptido muy pequeño llamado CPuORF33 que además está presente en el mismo gen que codifica a AtHB1.
“Hasta el momento no se sabía absolutamente nada sobre la función de este péptido pequeño”, afirmó Ribone. Tal como pudieron comprobar, CPuORF33 “traba” a los ribosomas (la fábrica de proteínas) e impide que AtHB1 se exprese en plantas adultas. Pero, con gran “timing”, en la oscuridad y en los primeros estadios de la planta, el péptido represor se inactiva y deja que AtHB1 cumpla su función: permitir que la plántula emerja desde la tierra hacia la luz.
Es una coreografía delicada donde cada bailarín entra en escena en el momento oportuno. Si, por alguna razón, el péptido no está o está inactivo de manera permanente, las plantas directamente son estériles.
El descubrimiento se realizó en la planta Arabidopsis thaliana, un modelo clásico en estudios sobre vegetales, pero los científicos también constataron que el CPuORF33 del maíz es activo de la misma manera, lo cual amplía su potencial importancia agronómica.
De hecho, otro aspecto interesante del trabajo santafesino fue que mutaciones puntuales en el péptido CPuORF33 permitieron la sobreexpresión del gen AtHB1 y la producción consecuente de plantas con mayor número de hojas, tolerantes a la sequía y más longevas, pero con menores rindes. “Estas características quizás no son buscadas en los cultivos intensivos como maíz, trigo o soja, pero tal vez pueden ser importantes en cultivos donde el interés es la hoja, como la lechuga o la alfalfa”, indicó Ribone.
Del trabajo también participaron Matías Capella y Agustín Arce, investigadores del CONICET en el laboratorio de la doctora Chan, quien dirige el IAL.