A 30 años de graduarse de bioquímica, la doctora Andrea Gamarnik, de la Fundación Instituto Leloir, agrega otra enfermedad viral a sus estudios moleculares sobre el dengue. Y sueña con contribuir al desarrollo de una vacuna efectiva.
(Agencia CyTA-Fundación Leloir)-. Poco después de que Andrea Gamarnik se recibiera de bioquímica en la UBA con medalla de honor, en 1988, hace 30 años, el dengue comenzó a recrudecer en América Latina. Entre 1990 y 2018, los casos reportados en la región crecieron más de 10 veces. Y no es de extrañar que la joven científica se sintiera tentada a estudiar los mecanismos moleculares del ataque viral: “Para poder controlar al virus del dengue, es necesario saber cómo funciona, cómo infecta a la célula y como causa enfermedad”, explica a la Agencia CyTA-Leloir la hoy investigadora del CONICET y jefa del Laboratorio de Virología Molecular de la Fundación Instituto Leloir (FIL).
Pero tras ganar numerosos reconocimientos por sus trabajos en dengue, incluyendo el Premio internacional L’Oréal-UNESCO “Por las Mujeres en la Ciencia”, su incorporación a la Academia Americana de Microbiología y la distinción de PLOS Pathogens por firmar una de las 42 mejores investigaciones publicadas en esa revista durante la última década, Gamarnik cree que puede aplicar los hallazgos en ese virus para comprender mejor otras patologías transmitidas por mosquitos, como el Zika: una enfermedad emergente que, desde 2015, ha producido casos autóctonos en medio centenar de países y territorios de América y preocupa particularmente por sus efectos sobre los hijos de madres infectadas durante el embarazo.
¿Qué relación tiene el zika con el virus del dengue, además de compartir el insecto vector?
Andrea Gamarnik: Pertenecen a la misma familia, con lo cual tienen propiedades comunes; aunque el virus de Zika también se transmite por vía sexual y durante el embarazo puede pasar a la placenta causando enfermedad en recién nacidos (como es la microcefalia). En nuestro laboratorio acabamos de desarrollar herramientas moleculares nuevas para poder diseñar virus de Zika por ingeniería genética. Esto sirve tanto para estudiar su funcionamiento como para desarrollar posibles vacunas.
¿El estudio de estos patógenos arroja luz sobre la biología de otros virus?
Sí, el dengue y el Zika son miembros de un grupo que incluye a más de 80 virus (incluyendo el de la fiebre amarilla) que pueden causar enfermedad en humanos, conocido con el nombre de flavivirus. Gran parte de nuestro trabajo, realizado originalmente sobre dengue y más recientemente sobre Zika, está enfocado de tal manera que pueda ser aplicable a todos los miembros de este grupo de virus. Y nos permite adelantarnos y aportar conocimiento sobre virus que pueden ser un problema para la salud humana en el futuro.
El año pasado, su equipo publicó el primer trabajo que vincula al virus del dengue con un proceso biológico que se conoce con el nombre de “splicing” y que explica, por ejemplo, por qué el virus evolucionó para controlar la fabricación de proteínas humanas que se oponen a la infección.
Sí. En las células existe una maquinaria compleja que se llama “espliceosoma” que actúa como un “editor” que realiza cortes y empalmes en el ARN mensajero, fabricado a partir del ADN y encargado de llevar las instrucciones del tipo de proteínas que se van a fabricar en el citoplasma. Hay estudios que muestran que las alteraciones en el splicing están asociadas a distintos tipos de cáncer y otras patologías. Nosotros descubrimos que la proteína NS5 del virus del dengue, que es justamente la proteína que tiene la función de polimerasa, interfiere con el “espliceosoma” de las células que infecta para reducir su respuesta de defensa antiviral. De este modo, el virus del dengue tiene menos barreras para infectar a la célula y multiplicarse. Y conocer los detalles de este mecanismo es importante porque abre caminos para el desarrollo de antivirales y vacunas efectivas.