Científicos del CONICET y de la UNSAM estudiaron la distribución diferencial de dos especies en áreas urbanas y rurales del Gran Buenos Aires. Y alertaron sobre su posible rol como vectores de enfermedades que pueden llegar a ser graves.
(Agencia CyTA-Fundación Leloir)-. Por primera vez, científicos de Argentina estudiaron la distribución diferencial en áreas urbanas y rurales de distintos miembros del grupo de los mosquitos comunes: insectos que no sólo son molestos por sus picaduras, sino que también podrían transmitir enfermedades graves. El estudio, realizado en La Plata y seis municipios del Gran Buenos Aires, aporta información útil para instrumentar políticas de salud pública.
“Conocer con precisión la distribución espaciotemporal de los insectos es clave para estimar los riesgos de transmisión de patógenos y racionalizar las estrategias de prevención más efectivas”, explicó a la Agencia CyTA-Leloir la doctora María Victoria Cardo, investigadora del CONICET en el Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental (3iA) de la UNSAM.
El “complejo Culex pipiens” comprende varios miembros de los llamados mosquitos comunes, pero en Argentina y gran parte del mundo las especies más frecuentes son Culex pipiens (propiamente dicho) y Culex quinquefasciatus. También hay formas híbridas en las zonas donde se solapan especies.
Pero es muy difícil diferenciar a unos de otros por la forma o el tamaño; y, desde el punto de vista epidemiológico, pueden tener distinta capacidad de transmitir microorganismos patógenos, como el parásito de la filariasis y los arbovirus que causan la encefalitis de Saint Louis y la fiebre del Nilo del Oeste. En el caso particular del Culex quinquefasciatus, también se ha reportado que podría ser un vector adicional del zika, aunque la evidencia es controvertida.
Para distinguir unos de otros, conocerlos mejor y asociar la distribución de ambas especies con el gradiente de urbanización, Cardo y sus colegas examinaron las inmediaciones de gomerías o pilas de cubiertas abandonadas en siete municipios bonaerenses: La Plata, La Matanza, Ezeiza, Almirante Brown, Presidente Perón, San Vicente y Florencio Varela. Recolectaron larvas de aquellas cubiertas que tenían agua. Y, luego, identificaron las especies mediante análisis genéticos.
Los resultados del estudio fueron publicados en la revista “Acta Tropica”. De las 369 larvas recogidas, el 76,4% correspondían a Culex quinquefasciatus, el 21,4% a Culex pipiens y el 2,2% a híbridos o cruzas entre ambos. Aunque todos coexistieron, los primeros resultaron ser más frecuentes en zonas más urbanizadas, mientras que Culex pipiens mostró una mayor abundancia relativa en zonas más rurales.
Una preocupación sanitaria
Cardo explicó que cada uno de los miembros del complejo Culex pipiens presenta comportamientos diferenciales que influyen en su rol como potencial transmisor de enfermedades, tales como variaciones estacionales y preferencias alimentarias. “Ahora, nuestro trabajo suma otra variable que brindará mayor precisión para determinar diferentes escenarios relativos a la distribución de esos vectores de patógenos”, enfatizó la integrante del Laboratorio de Ecología de Enfermedades Transmitidas por Vectores (2eTV), que dirige el doctor Aníbal Carbajo en el 3iA.
Aunque la amenaza sanitaria de los mosquitos Culex ha sido opacada por otros, como los que transmiten el dengue, Cardo sugiere que no hay que bajar el estado de alerta.
“La encefalitis por virus de Saint Louis y el virus del Nilo Occidental se encuentran entre las enfermedades emergentes transmitidas por mosquitos al hombre de mayor importancia a escala global y ya han sido detectadas en Argentina”, alertó Cardo y añadió que diversos virus se aislaron repetidas veces en el país en ejemplares de Culex pipiens y Culex quinquefasciatus colectados en la naturaleza. “Asimismo, se han registrado casos de encefalitis arbovirales en aves, caballos y, en el caso de la encefalitis de St. Louis, también en humanos, lo cual demuestra que el ciclo de transmisión se completa”, dijo.
Por otro lado, indicó que los casos humanos de estas enfermedades “pueden estar subestimados”. Por un lado, por el bajo porcentaje de infectados que presentan síntomas: en encefalitis de Saint Louis es de alrededor del 1% y en virus del oeste del Nilo, 20%. Por otro lado, porque los casos de estas patologías virales que se registran en los boletines periódicos del Ministerio de Salud no son tipificados, “de modo que no es posible saber con certeza de qué enfermedad se trata”, concluyó.
Del estudio también participaron Alejandra Rubio y Melania Junges, investigadoras del CONICET y también integrantes del grupo de Carbajo en el 3iA; y Darío Vezzani, investigador del CONICET en el Instituto Multidisciplinario sobre Ecosistemas y Desarrollo Sustentable de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN), en la ciudad de Tandil.