Investigadores del CONICET en Tucumán demostraron que compuestos bioactivos aislados de esos materiales pueden inhibir patógenos que causan intoxicaciones alimentarias e infecciones hospitalarias severas.
(Agencia CyTA-Fundación Leloir)-. Desechos obtenidos de la fabricación de vino, como el orujo que resulta del prensado de la uva, podrían tener utilidad para la conservación de alimentos. Así lo sugiere el trabajo de un equipo de científicos del CONICET en Tucumán, quienes constataron que esos residuos poseen la capacidad de inhibir el metabolismo y la formación de biopelículas de bacterias que son peligrosas para la salud.
“El objetivo es inhibir la resistencia o patogenicidad de estas bacterias con productos de bajo costo que puedan ser usados en alimentación o en salud”, señaló a la Agencia CyTA-Leloir el doctor Mario Arena, del Instituto de Biotecnología Farmacéutica y Alimentaria (INBIOFAL), que depende del CONICET y de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT).
Según se describe en la revista “Evidence-Based Complementary and Alternative Medicine”, los científicos de Tucumán lograron inhibir la formación de biofilms o comunidades de bacterias con una eficacia que en algunos casos alcanzó el 50% para Pseudomonas aeruginosa y hasta el 60% para Staphylococcus aureus. Ambos microorganismos son un dolor de cabeza para muchas industrias alimenticias debido a que, en determinadas condiciones, causan la contaminación de los productos durante la preparación y el procesamiento de los alimentos. También son culpables frecuentes de infecciones hospitalarias
Por otra parte, en algunos casos, el efecto “anti-biofilm” de los residuos resultó incluso superior al que se consigue con antibióticos.
“Los extractos naturales de uva remanente de la elaboración del vino tienen un valor agregado y un potencial biotecnológico que podría ser utilizado como una alternativa natural a los productos químicos para preservar alimentos y como sanitizantes de superficies en la industria”, enfatizó Arena, quien dirige el Laboratorio de Investigación de Valor Agregado de Productos Regionales y Alimentos (LIVAPRA) del INFIOBAL.
Por otra parte, Arena destacó que el aprovechamiento de este desecho también puede reducir en las bodegas el riesgo de contaminación ambiental por acumulación de este residuo orgánico.
El proyecto fue distinguido por la Asociación Argentina de Microbiología el pasado mes de agosto con el premio al mejor trabajo en la sección Microbiología General de las II Jornada de Microbiología sobre Temáticas Específicas del noroeste argentino. Y forma parte de la tesis doctoral de la licenciada en biotecnología Carolina Viola bajo la dirección de Arena y la doctora Elena Cartagena, del INBIOFAL. También participaron del estudio la licenciada Romina Torres-Carro y las doctoras María Inés Isla y María Rosa Alberto.