Es para detectar el contenido de cadmio, un metal pesado cuya ingesta diaria máxima no debe exceder los límites marcados por la Organización Mundial de la Salud. El método “podría beneficiar al sector apícola”, manifestaron los investigadores de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCUYO) y del CONICET.

(Agencia CyTA-Fundación Leloir)-. Argentina es uno de los mayores productores de miel a nivel mundial y el 95% se exporta, para lo cual se deben cumplir con estrictos controles de calidad. Uno de los parámetros que se evalúa es la concentración de cadmio: un elemento altamente tóxico cuya acumulación en el organismo origina trastornos pulmonares, renales, óseos y hepáticos, por lo que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) establecen una ingesta diaria máxima tolerable.

Ahora, científicos de Mendoza desarrollaron una técnica más rápida y amigable con el medio ambiente para determinar los niveles de cadmio en miel, lo cual, aseguran, “podría beneficiar al sector apícola”.

“La técnica podría transferirse al sector productivo, ya que consume poco tiempo y reactivos y por lo tanto puede considerarse como una herramienta atractiva para laboratorios de rutina dedicados al control de calidad de alimentos”, indicó a la Agencia CyTA-Leloir el director del avance, el doctor Rodolfo Wuilloud, investigador del CONICET en el Instituto Interdisciplinario de Ciencias Básicas (ICB), que depende de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCUYO) y del CONICET, en Mendoza.

Para la determinación, Wuilloud y sus colegas adoptaron un enfoque ingenioso: emplearon un líquido iónico magnético para atraer y capturar al cadmio en muestras de miel, y luego lo separaron mediante la acción de un simple imán. La eficiencia de extracción resultó ser del 93%. En la fase final, los científicos determinaron la concentración del metal mediante una técnica habitual, la espectrometría de absorción atómica. El procedimiento prescinde de la necesidad de centrifugación y de la aplicación de solventes orgánicos volátiles, lo cual acorta el tiempo de análisis y es más amigable con el medio ambiente.

“La tecnología podría aplicarse para detectar otras sustancias de interés. Y abre la posibilidad de desarrollar procesos industriales de separación más eficientes, económicos y respetuosos del ambiente”, concluyó Wuilloud, quien también integra el Laboratorio de Química Analítica para la Investigación y el Desarrollo (QUIANID) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de UNCUYO y recibió en 2017 la distinción Investigador de la Nación “Premio Houssay 2016” en Química otorgado por el entonces Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva.

Las abejas pueden incorporar cadmio en la miel a partir del néctar de flores contaminadas o por el contacto del producto con pinturas usadas para proteger las colmenas o cuadros. Sin embargo, un estudio reciente del INTA sobre 38 muestras de miel del noroeste argentino recolectada durante 2015, 2016 y 2017 confirmó que, en todas ellas, los niveles del metal estaban por debajo de lo estipulado por el Protocolo de Calidad de Miel fraccionada del Ministerio de Agroindustria de Argentina.

El nuevo estudio fue publicado en la revista “Analytical and Bioanalytical Chemistry” y también lo firman los químicos Emiliano Fiorentini y Leticia Escudero, del ICB.

 

Rodolfo Wuilloud (izq.) y Emiliano Fiorentini, del Instituto Interdisciplinario de Ciencias Básicas, dependiente de la Universidad Nacional de Cuyo y del CONICET.

Los investigadores de Mendoza desarrollaron una técnica rápida y no contaminante para medir una toxina (cadmio) en la miel.