El estudio de científicos de la UBA, del CONICET y del Malbrán permite adoptar medidas para prevenir el contacto de los visitantes con el ratón que puede portar el hantavirus.
(Agencia CyTA-Fundación Leloir)-. Cuando el invierno o el verano en Buenos Aires sean más templados que lo habitual, es oportuno considerar con mayor atención las medidas preventivas en la Reserva Ecológica Costanera Sur. Según un estudio hecho en la ciudad, el clima más benigno en esas estaciones favorecería que meses después se encuentren allí más ejemplares del ratón colilargo, reservorio del hantavirus.
“Las medidas consisten, por ejemplo, en mantener por debajo de los 10 centímetros la altura de la vegetación en las zonas recreativas y de descanso, y en los bordes de los caminos. También en restringir el acceso libre de los visitantes a senderos que atraviesan los pastizales”, detalló a la Agencia CyTA-Leloir Emiliano Muschetto, doctor en biología e investigador en el Instituto de Ecología, Genética y Evolución de Buenos Aires (IEGEBA), que depende de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEyN) de la UBA y del CONICET.
Durante 10 años, los científicos analizaron la cantidad de ejemplares del ratón colilargo en distintas zonas de la reserva. Encontraron que el ratón prefiere las áreas con arbustos cerca de la costa y que la población se reduce en los pastizales y, más aún, en el bosque. En las tres franjas, la abundancia es máxima en invierno y en primavera.
Además, evaluaron la variación de estos patrones con distintas condiciones climáticas. Los inviernos con más ratones estuvieron precedidos de veranos más frescos y húmedos de lo habitual; mientras que los veranos con más abundancia de roedores siguieron a inviernos más cálidos.
La investigación se enmarcó en el “Programa de Prevención y Control de Roedores”, un convenio de asistencia técnica entre el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la FCEyN. “Se realizan muestreos de roedores en distintos ambientes, como espacios verdes y barrios carenciados y residenciales, para determinar la presencia de ejemplares y cambios en la abundancia poblacional. Si es necesario, se sugieren medidas de control y se realizan análisis sanitarios”, amplió Muschetto, quien es investigador del CONICET.
El biólogo recordó que el ser humano contrae el hantavirus, principalmente, al inhalar partículas virales presentes en los aerosoles de la orina, las heces y la saliva de roedores infectados. Es más probable que esto suceda en espacios cerrados donde el ratón estuvo poco antes. “En lugares abiertos, la transmisión es improbable. El virus es muy sensible a los rayos ultravioleta”, remarcó Muschetto.
Durante 10 años, los científicos detectaron una proporción muy baja de ratones con anticuerpos contra el hantavirus en la reserva, y solo en uno se aisló el virus. Retirar estos ejemplares es otra medida de control que “diluye” el virus en la población de colilargos y reduce aún más la probabilidad de contagio entre ellos.
Según explicó, ni esa medida, por estar acotada a pocos ejemplares, ni las que acondicionan los espacios verdes y caminos de la reserva impactan en la conservación del ratón colilargo. Esto contribuye a que siga siendo el ambiente de la ciudad con la mayor riqueza de especies de roedores silvestres.
Del estudio, publicado en la revista EcoHealth, participaron también Gerardo Cueto, Regino Cavia y Olga Suárez, del IEGEBA, y Paula Padula, del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas ANLIS ‘‘Dr. Carlos G. Malbrán’’.