Por la propuesta de desarrollar un prototipo generador de energía eléctrica basado en el uso de hidrógeno, Guillermina Urretavizcaya recibió el premio en la categoría “Senior” y para avanzar en un proyecto que apunta al desarrollo de un sensor portátil que detecte la presencia de arsénico en muestras de agua, Daiana Capdevila fue la ganadora en la categoría “Junior”.
(Agencia CyTA-Leloir)-. La Distinción Franco-Argentina en Innovación 2021 fue para dos investigadoras científicas que desarrollan proyectos que apuntan a resolver necesidades sociales. El premio se entregó en la Embajada de Francia y es organizado por el Instituto Franco Argentino con el apoyo del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación y la empresa TotalEnergies.
La doctora en Ciencia de Materiales Guillermina Urretavizcaya, investigadora del CONICET en el Departamento de Fisicoquímica de Materiales del Centro Atómico Bariloche y profesora adjunta en el Instituto Balseiro, recibió el galardón en la categoría Senior por la propuesta de desarrollar un prototipo generador de energía eléctrica basado en el uso de hidrógeno.
“Siento que, con este proyecto, que aporta a la difusión de la tecnología del hidrógeno, ayudamos a crear conciencia de la importancia y posibilidad de hacer más sustentable nuestro planeta”, afirmó Urretavizcaya.
El equipo de Urretavizcaya se propone desarrollar un prototipo generador de energía eléctrica basado en el uso de hidrógeno, obtenido a partir de virutas de descarte de aleaciones de magnesio recicladas que reaccionan con agua por una reacción que se llama hidrólisis, explicó la investigadora.
A partir de la reacción por hidrólisis se generan dos productos: hidrógeno e hidróxido de magnesio, una sustancia inocua para el medio ambiente. “Por el contrario, las virutas de aleaciones de magnesio son un pasivo ambiental, principalmente porque el magnesio puede prenderse fuego espontáneamente. Con este proceso convertimos el magnesio en hidróxido de magnesio y además producimos hidrógeno, hay una doble ventaja”, indicó Urretavizcaya.
“El hidrógeno que se produce de esta forma puede aprovecharse para alimentar una celda de combustible, que es un dispositivo que convierte el hidrógeno y el oxígeno en agua y produce energía eléctrica. Con esa energía se podría alimentar un dispositivo pequeño o cargar un celular”, señaló la investigadora.
Las siguientes fases del proyecto son acondicionar el material hidrolizable para ser usado en el generador y completar el diseño y fabricación del prototipo, integrado por el generador y la celda de combustible.
La distinción consiste en un premio de 12.000 euros más un subsidio en pesos argentinos destinado a cubrir los gastos de traslado entre Argentina y Francia y la estadía de siete días en un laboratorio, universidad, centro de investigación, polo tecnológico o empresa de base tecnológica que desarrolle temas relacionados al proyecto ganador.
Biosensor portátil de arsénico
Daiana Capdevila, jefa del Laboratorio Fisicoquímica de Enfermedades Infecciosas en la FIL e investigadora del CONICET, ganó en la categoría Junior para avanzar en un proyecto que apunta al desarrollo de un sensor portátil que detecte la presencia de arsénico en muestras de agua. Recibirá 3 mil euros y fondos adicionales para realizar una estadía de investigación en un centro de investigación o empresa de base tecnológica en Francia que desarrolle temas relacionados.
“Los fondos serán destinados para avanzar con el desarrollo de una herramienta que sirva para determinar la calidad de agua que consumen los habitantes de la Cuenca Matanza-Riachuelo y contribuya a garantizar su seguridad hídrica”, afirmó Capdevila.
El biosensor que desarrollará con su equipo tardará 30 minutos en detectar arsénico en muestras de agua. La herramienta ayudará a determinar si su concentración está dentro de los límites recomendados para el consumo humano según los distintos códigos nacionales e internacionales.
La primera etapa del proyecto será la optimización del sensor como prototipo en el laboratorio y la siguiente fase será el escalado y la producción de 200 dispositivos.
En la tercera etapa se distribuirán los dispositivos en representantes de la comunidad afectada por la presencia de arsénico en su agua de consumo de la Cuenca Matanza Riachuelo. “Esto tiene como objetivo el involucrar a los ciudadanos y a las ciudadanas en la validación de los biosensores y probar el interés de la comunidad en poder tener disponible una herramienta que les permita evaluar su propia agua de consumo”, explicó Capdevila.
Como herramienta adicional para el monitoreo rutinario del agua, un porcentaje de los dispositivos será entregado directamente a ACUMAR, una entidad estatal que hace más de diez años se dedica a monitorear las fuentes de agua en esa Cuenca.
“Los biosensores permitirán que todos los actores de la sociedad tengan a su alcance herramientas capaces de evaluar la calidad del agua para determinar dónde es urgente la mejora de políticas de saneamiento”, destacó Capdevila, también ganadora en 2020 en la categoría Beca del Premio Nacional L’Oréal-UNESCO “Por las Mujeres en la Ciencia” en colaboración con el CONICET y de una mención en el Premio Fima Leloir 2021.