Liderado por una investigadora del Instituto Leloir, el proyecto COPPA se realiza junto a la Fundación Natalí Dafne Flexer, el Instituto de Investigaciones en Medicina Traslacional y varios hospitales del país. En su primer año de implementación, la iniciativa para mejorar el acceso de niños y adolescentes con cáncer a terapias innovadoras disponibles en la Argentina realizó 21 determinaciones genéticas que, en la mayoría de los casos, permitieron tomar mejores decisiones terapéuticas.
(Agencia CyTA-Leloir).- Cuando a fines de 2022 el proyecto Colaboración en Oncología de Precisión Pediátrica Argentina (COPPA) obtuvo uno de los subsidios otorgados por los Precision Oncology Patient Innovation Awards 2022 del laboratorio Bayer, los alcances reales de la iniciativa que busca mejorar el acceso de niños y adolescentes a terapias innovadoras disponibles en la Argentina eran una incógnita. Hoy, poco más de un año después, sus logros entusiasman a la comunidad médica y científica local, aunque su continuidad depende de la obtención de nuevos recursos que permitan seguir rastreando las raíces más profundas de los tumores infantiles.
Liderado por Andrea Llera, investigadora del CONICET en la Fundación Instituto Leloir (FIL), el proyecto COPPA se realiza junto a la Fundación Natalí Dafne Flexer, el Instituto de Investigaciones en Medicina Traslacional (IIMT), el Hospital Universitario Austral (HUA) y varios hospitales del país. Y ya lleva realizadas 21 determinaciones genéticas; varias de ellas permitieron tomar mejores decisiones terapéuticas a los médicos tratantes e, incluso, salvaron vidas.
“A diferencia de lo que ocurre en adultos, se sospecha que los tumores infantiles tienen su origen en algún momento del desarrollo embrionario y entonces se suelen comportar de manera muy diferente según cada paciente. Por eso es fundamental avanzar en la clasificación genética de los tumores pediátricos, ya que eso permite un mayor acceso a terapias disponibles a la medida de la enfermedad”, explicó Llera a la Agencia CyTA-Leloir. Y añadió: “Esos estudios también ayudan a generar nuevos conocimientos porque no hay suficiente evidencia sobre los pacientes pediátricos y es difícil tomar decisiones de manera sistemática”.
Las muestras que analizaron los investigadores del proyecto COPPA se reclutaron en instituciones del área metropolitana de Buenos Aires, pero también de Tucumán y Misiones e incluso Uruguay. La Fundación Flexer estuvo a cargo del traslado de aquellas enviadas desde el interior del país y garantizó su seguridad durante todo el trayecto.
Uno de los casos más destacables que abordaron los especialistas fue el de una paciente de 6 años con leucemia linfoblástica aguda (LLA), una de las patologías oncológicas en la infancia más importante y la más frecuente. En realidad, hoy se considera un grupo heterogéneo de enfermedades definidas genéticamente: aunque 100 pacientes tengan el mismo diagnóstico de LLA, lo más probable es que en todos los casos se comporte de manera diferente.
“Hace poco atendimos a una niña con LLA de inmunofenotipo B, que en un primer momento creímos que tendría una buena respuesta al tratamiento de primera línea con quimioterapia. Pero lo cierto es que recayó muy rápido. Cuando eso pasa, en general el pronóstico suele ser adverso, incluso luego de un trasplante de médula ósea”, señaló el hematólogo y oncólogo pediatra David Verón, a cargo de la Unidad de Hematología del HUA, en Pilar, Buenos Aires.
Frente a ese cuadro, el médico tuvo la sospecha de que la condición de la paciente era de un tipo genético particular y a través de la secuenciación que pudieron realizar en el marco del proyecto COPPA lo confirmaron.
“El estudio permitió encontrar alteraciones a las que llamamos ‘del tipo Filadelfia’, porque se comporta de manera similar a la leucemia que tiene ese nombre y se caracteriza por una mutación genética que da origen al cromosoma Filadelfia (por el desarreglo de los cromosomas 9 y 22). Haber hallado estas alteraciones nos permitió ofrecerle una terapia dirigida que está disponible en el país y que hoy es considerada el mejor tratamiento de rescate”, informó Verón.
Y añadió: “La paciente no solamente pudo acceder a un trasplante de médula ya con la enfermedad indetectable, sino que además se encuentra en excelente estado general y pudo recuperar su vida habitual antes de enfermarse. Si no hubiéramos tenido esa información genética probablemente no hubiéramos tenido un resultado favorable”.
El proyecto COPPA también incluye la organización de un ateneo molecular de tumores liderado por el oncólogo pediatra Guillermo Chantada, director médico del proyecto y miembro del IIMT, que se realiza de manera mensual y convoca a médicos de todas las disciplinas relacionadas con el cáncer pediátrico, no sólo de Argentina sino también del resto de la región. En esos encuentros, los expertos discuten de manera multidisciplinaria casos clínicos en los que los resultados de los análisis moleculares presentan desafíos particulares, y que a veces pueden establecer si un paciente se va a beneficiar o no con una determinada terapia. Se han presentado más de 15 casos, en su mayoría correspondientes a tumores muy poco frecuentes, en donde no hay mucha información sobre qué tipo de tratamientos puede funcionar mejor.
En Estados Unidos y Europa los pacientes pediátricos con enfermedades oncológicas acceden desde hace varios años a estos estudios de secuenciación tras el diagnóstico. Una realidad bastante alejada de lo que sucede en la Argentina y la región, pero que el proyecto COPPA busca cambiar. “El balance de este primer año es muy positivo porque pudimos establecer la importancia de este tipo de pruebas para la comunidad médica local e incluso contribuir a salvar vidas. Ahora necesitamos más recursos para poder mantenerlo activo”, concluyó Llera.