(06/06/06 – CyTA – Instituto Leloir. Por Florencia Manginapane) – ¿Por qué sentimos sueño después de comer? Un equipo de investigadores del Reino Unido parece haber resuelto el misterio. Según científicos de la Universidad de Manchester, un nivel alto de glucosa, como el que se registra en el organismo después de una buena comida, “apagaría” las neuronas que nos mantienen despiertos y alertas, informa la revista NewScientist.
El hecho de que las personas y los animales puedan sentirse somnolientos luego de una comida es bastante conocido, pero hasta ahora los científicos todavía no habían podido descifrar las señales cerebrales responsables del fenómeno. Hace poco, el doctor Denis Burdakov y sus colaboradores se embarcaron en estudiar unas neuronas del hipotálamo que producen “orexinas”, proteínas esenciales para mantener condiciones normales de vigilia en los seres humanos.
El equipo de Burdakov observó que las neuronas de orexina son extremadamente sensibles a la glucosa. “Lo que descubrimos es que las neuronas pueden ser desactivadas por incrementos mínimos de glucosa asociados con una comida normal”, explica el investigador a NewScientist.
El hallazgo podría ayudar a entender no sólo por qué sentimos sueño después de comer, sino también por qué nos resulta difícil dormirnos si tenemos hambre, dado que la actividad de las neuronas sería mayor cuanta menos glucosa circula en la sangre.
“Las neuronas de orexina garantizan que nos mantengamos alertas si tenemos apetito, para asegurar la búsqueda de comida”, explica Burdakov. Desde el punto de vista de la evolución, el descubrimiento es coherente: la somnolencia puede ser la manera que tiene el cuerpo de comunicarnos que debemos relajarnos y conservar la energía una vez que hemos encontrado e ingerido la comida.
El trabajo, que fue publicado en la revista Neuron, sería importante además para comprender las causas de la aparición tardía de la obesidad. Las neuronas de orexina intervienen en la regulación del apetito y el ritmo metabólico. Ahora los expertos especulan que esas células también interactúan con otros circuitos cerebrales para calibrar este tipo de funciones.