Nuevos estudios indican que las variedades domésticas del trigo y de otros cereales habrían tardado más de un milenio en desarrollarse, tiempo durante el cual convivieron con los cultivos silvestres. Los resultados de la investigación ayudarían a datar los orígenes de las prácticas agrarias, nacidas en el Cercano Oriente.
(24/04/06 – CyTA – Instituto Leloir. Por Florencia Mangiapane) – El trigo silvestre habría tardado miles de años en ser domesticado, afirma un reciente estudio publicado en la revista especializada Science. Según los autores del trabajo, los cereales silvestres se habrían cultivado durante más de un milenio antes de que emergieran variedades domésticas.
“La domesticación fue una serie de sucesos que ocurrieron en diferentes lugares durante miles de años, tiempo durante el cual el trigo silvestre sobrevivió en los campos cultivados, así como sobrevive hoy en Turquía bajo la forma de maleza”, sostienen Ken-ichi Tanno, del Instituto de Investigaciones para la Humanidad y la Naturaleza, de Japón, y George Willcox, del Centro Nacional para la Investigación Científica, de Francia.
Tras un exhaustivo análisis, los investigadores llegaron a la conclusión de que el trigo silvestre fue cultivado varios cientos de años antes de comenzar su domesticación, que fue lenta y gradual. Las primeras variedades domésticas del trigo que se conocen datan de hace 9.250 años, en tanto su cultivo silvestre se habría iniciado entre 10.500 y 9.500 años atrás en el sudeste de Turquía y el norte de Siria.
“En conjunto con la información ya disponible sobre la cebada, nuestras evidencias sustentan un modelo de domesticación gradual, que sugiere la posibilidad de que la agricultura haya surgido cuando los seres humanos adoptaron una forma de vida sedentaria en los antiguos poblados del Cercano Oriente”, sostienen los autores.
Para saber cuánto tardó en aparecer el trigo doméstico, los investigadores examinaron 9.844 espiguillas carbonizadas de entre 6.500 y 10.200 años de antigüedad, pertenecientes a cuatro sitios arqueológicos de Siria y Turquía. En las variedades más antiguas no observaron espiguillas domésticas —con cicatrices dentadas, signo de haber sido trilladas—, pero a medida que estudiaban los especimenes más jóvenes, comenzaron a verlas cada vez en mayor cantidad.
El trigo silvestre sufrió una pérdida gradual de su rasgo característico, la dehiscencia —capacidad de las espigas de abrirse naturalmente al llegar a la madurez para liberar las semillas.
“Es probable que los granjeros cosecharan el cereal antes de que las espiguillas se cayeran, para evitar su pérdida, de modo que la indehiscencia no era ventajosa en términos de selección natural. De hecho, tuvo que pasar más de un milenio para que este rasgo quedara establecido”, explican los autores.