Alrededor de 2000 millones de personas en el mundo tendrían deficiencia de hierro. Los niños pequeños y las embarazadas son los grupos de mayor riesgo. La insuficiencia de hierro durante la gestación y la primera etapa de vida produce retrasos en el desarrollo, pero su exceso también es perjudicial.
(23/02/07 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Irene A. Maier (CIC) – Las células de nuestros órganos no funcionan correctamente si no les llega suficiente oxígeno. En su transporte desde los pulmones y posterior utilización, el hierro cumple un papel fundamental, lo que lo convierte en un micronutriente esencial para nuestra salud física y mental.
La mayor parte del hierro corporal se encuentra en la \”hemoglobina\” de los glóbulos rojos, que a través de la sangre llevan el oxígeno a todos los rincones del organismo. Pero el hierro también forma parte de las membranas y proteínas de las células, cumpliendo la función de oxigenarlas. Por ejemplo, en la musculatura integra una sustancia llamada \”mioglobina\”, que permite que los músculos trabajen.
Carencias peligrosas
Un bajo consumo de hierro no sólo afecta la cantidad y calidad de glóbulos rojos, provocando anemia; también puede deteriorar el sistema inmunológico, la función reproductora y la capacidad de trabajo muscular y mental.
Además, si los bebés en gestación y los niños pequeños no reciben el aporte adecuado de este micronutriente, sufren un retraso en su desarrollo físico y cerebral que es trabajoso revertir. \”Por ello es fundamental que la madre llegue al embarazo sin anemia y mantenga altas sus reservas de hierro durante los nueve meses de gestación, ya que esta condición es crucial para la futura salud de su hijo\”, explica el doctor en Medicina Horacio González, director del IDIP (Instituto de Desarrollo e Investigaciones Pediátricas), que funciona en el Hospital de Niños Sor María Ludovica de La Plata.
El investigador también enfatiza la importancia del estado nutricional del padre en el momento de la concepción: gran parte de los problemas congénitos de los bebés se deben a alteraciones de los espermatozoides y una deficiencia de hierro produce defectos en su ADN.
Estos problemas se agudizan en los sectores de menores recursos. El IDIP, que es un centro de investigación asociado a la Comisión de Investigaciones Científicas de la provincia de Buenos Aires (CIC) y auspiciado por el Ministerio de Salud bonaerense, está colaborando en el Plan Más Vida provincial. Una de sus intervenciones fue hacer el diagnóstico inicial del estado nutricional de una muestra de los beneficiarios del Plan.
Ni poco ni mucho
La principal fuente de hierro fácilmente asimilable por el organismo está en las carnes. Pero, para poder utilizar el hierro, el cuerpo necesita que haya un cierto nivel de una sustancia vitamínica, el ácido fólico. Este se encuentra también en la carne y en otros alimentos como legumbres, verduras de hoja verde oscuro, cereales integrales, germen de trigo, etc.
Desde 2004, en nuestro país se suplementan las harinas panificables con hierro y ácido fólico, una práctica que ha sido utilizada mucho éxito en Chile para reducir la anemia en los sectores carecientes. Estos agregados son inferiores a las dosis máximas recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y no representan riesgo de sobrepasarlas.
La precaución es importante, ya que ingerir hierro en grandes cantidades es perjudicial. El organismo guarda parte del exceso como reserva en compuestos químicos, pero si se supera el límite de almacenaje queda hierro libre. Esto genera la formación de radicales libres, sustancias que se unen fácilmente a componentes de las células, dañándolas. Entre otros efectos, los radicales libres pueden alterar el ADN y favorecer el desarrollo de enfermedades crónicas.
Por ello, no es conveniente utilizar suplementos dietarios sin supervisión médica, ya que contienen dosis elevadas de micronutrientes, que pueden sobrepasar la dosis máxima diaria al sumarse a las ingeridas con las comidas.