Expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) realizaron un estudio que brinda un alarmante panorama mundial sobre la violencia que sufren los niños. Gran parte de ella ocurre en el hogar, a manos de los padres, familiares o cuidadores. La OMS y la Sociedad Internacional para la Prevención del Maltrato y la Negligencia de los Niños (ISPCAN), elaboraron una guía práctica que puede ayudar a prevenir esta vergüenza, de la que la Argentina no es ajena.
(22/12/06 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Bruno Geller) – Violencia sexual, abandono emocional, abandono físico, maltrato físico, maltrato emocional y explotación laboral son algunos ejemplos de una interminable lista de maltratos que sufren millones de niñas y niños en el planeta.
El primer estudio global sobre violencia contra los niños dirigido por el profesor Paulo Sergio Pinheiro, experto independiente designado por las Naciones Unidas, presenta un cuadro general de la violencia contra los niños, al tiempo que propone recomendaciones para prevenir y dar respuesta a ese problema.
El informe describe los diversos tipos de violencia ejercida contra los niños en otros ámbitos: en las escuelas y los establecimientos educativos, en los sistemas de atención social, en los sistemas judiciales, en el lugar de trabajo y en la comunidad.
Panorama mundial
Los expertos comprobaron que la mayoría de los actos violentos que sufren los niños son cometidos por los adultos que forman parte de sus vidas: padres, compañeros de clase, profesores, empleadores, entre otros.
El análisis estadístico, en base a los datos recopilados por la OMS, señala que en el 2002 murieron 53 mil niños en todo el mundo como consecuencia de homicidios, mientras que entre un 80 y un 98 por ciento de los niños de numerosos países de todas las regiones del mundo sufrió castigos corporales en el hogar, y un tercio o más recibió castigos corporales muy graves aplicados con utensilios.
La encuesta mundial de salud realizada por la OMS en las escuelas de varios países en vías de desarrollo, demuestra que entre el 20 y el 65 por ciento de niños en edad escolar dijo haber sufrido acoso físico o verbal en los 30 días anteriores a la encuesta. Este organismo internacional también calculó que en ese año aproximadamente 150 millones de niñas y 73 millones de niños menores de 18 años sufrieron violencia sexual en forma de manoseos y relaciones sexuales forzadas.
En una entrevista publicada en el sitio web de UNICEF, Pinheiro comentó que el estudio “era necesario porque existe un gran silencio sobre todas las formas de violencia en la familia, en la comunidad, en el trabajo y en las escuelas”.
Las consecuencias de la violencia ponen en peligro la salud y el desarrollo de los niños, y pueden perdurar hasta la edad adulta, teniendo efectos negativos sobre la salud y aumentando el riesgo de que sufran o cometan ellos mismos nuevos actos de violencia.
Consecuencias del maltrato infantil
“Numerosos estudios hacen referencias a las consecuencias somáticas, como el retraso en el crecimiento, los problemas visuales, deformaciones óseas, incapacidades y aún la muerte, entre otras”, afirma la doctora María Inés Bringiotti, Directora del Programa de Investigación en Infancia Maltratada de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.
Además de las consecuencias somáticas, Bringiotti menciona los trastornos en la psicología y en el comportamiento de los niños: “La exposición a cuidados poco sensibles y a malos tratos puede generar retrasos cognitivos e intelectuales”.
La experta destaca que desde la psicología se ha detectado en un gran porcentaje de niños maltratados: depresión, coeficiente intelectual por debajo de lo normal y una baja autoestima, entre otras consecuencias. “En muchos casos, las víctimas del maltrato infantil incorporan una modalidad autoagresiva para resolver los conflictos, muchas veces con intentos de suicidio o suicidios concretados al llegar a la adolescencia”, asegura Bringiotti y continúa: “Diversas investigaciones muestran que los niños maltratados con depresión infantil tienden a atribuir los sucesos positivos a elementos externos mientras que adjudican los negativos a ellos mismos.”
“Lo que ocurre en la infancia sigue teniendo importantes efectos 30, 40 e incluso 50 años más tarde. Unos pueden acabar con depresión crónica o alcoholismo, otros incurrir en conductas delictivas o suicidio y otros más contraer una hepatitis crónica por consumo de drogas. Pero estas relaciones quedan ocultas por el tiempo, la vergüenza, el secreto y los tabúes sociales que impiden comentar estos temas”, comentó el doctor Vincent Felitti, uno de los autores del estudio de la OMS que trabaja como jefe del servicio de Medicina Preventiva del Programa de Asistencia Médica del Centro Médico Kaiser Permanent en los Estados Unidos.
Los maltratadores
Bringiotti puntualiza que los maltratadores suelen haber tenido una historia de crianza marcada por la negligencia, los malos tratos y la ausencia de modelos parentales adecuados. “Los sujetos que maltratan tienen altos niveles de depresión y/o ansiedad, un alto grado de impulsividad y carecen de estrategias para enfrentar los problemas. Se registra en ellos un déficit en la capacidad empática que les impide colocarse en el lugar del otro, en este caso el niño o la niña que maltratan”, asegura la experta.
“Si esos padres fueron abandonados o maltratados en la infancia es bastante probable que sin una intervención a tiempo que corte ese circuito, vuelvan a repetir esos tratos con los hijos; porque no tienen un modelo alternativo a esa situación”, comenta Bringiotti que es además docente de la Carrera de Especialización en Violencia Familiar de la Facultad de Psicología de la UBA, socia fundadora y actual presidenta de la Asociación Argentina para la Prevención del Maltrato Infantojuvenil (ASAPMI).
“La identidad del maltratador se construye con valores culturales, mitos y estereotipos, con instituciones que legitiman la violencia, el abuso de poder y las diferencias de género y edad. Por ejemplo, conciben a las mujeres y niños como seres frágiles que necesitan ‘control’. Los maltratadores tienen personalidades que se desarrollan en familias con modelos y sistemas de comunicación en las que el rigor, los gritos y los golpes no son censurados. Esto genera aprendizajes que luego se reproducen”, puntualiza la licenciada María Rosa Rivero, Docente Titular del Posgrado en Violencia Familiar de la Facultad de Psicología de la UBA.
Prevención y legislación contra el maltrato infantil
La OMS y la Sociedad Internacional para la Prevención del Maltrato y la Negligencia de los Niños (ISPCAN) elaboró una guía práctica, titulada Prevención del Maltrato Infantil: una guía para intervenir y generar evidencia, que ayudará a los países a prevenir la violencia contra los niños, y a la cual se puede acceder en la dirección de internet http://whqlibdoc.who.int/publications/2006/9241594365_eng.pdf
De acuerdo con el comunicado de prensa de la OMS, entre las estrategias prometedoras se encuentran la reducción de los embarazos no deseados; la mejora del acceso a servicios de atención prenatal y posnatal de gran calidad; la reducción del uso nocivo de alcohol y drogas ilícitas durante el embarazo o luego del nacimiento; las visitas de enfermeros y asistentes sociales a los hogares de niños con alto riesgo de sufrir malos tratos; y la formación de los padres en materia de desarrollo infantil, métodos disciplinarios no violentos y capacidad de resolver de problemas.
La guía ofrece asimismo asesoramiento técnico a los profesionales que trabajan en los gobiernos, los centros de investigación y las organizaciones no gubernamentales acerca de cómo medir la magnitud del maltrato infantil y sus consecuencias, y cómo diseñar, aplicar y evaluar programas de prevención.
“Tenemos información suficiente para emprender acciones preventivas que no podemos aplazar”, afirmó la profesora Bárbara Bonner, Presidenta de la ISPCAN, que enfatizó la necesidad de aplicar programas de prevención del maltrato infantil.
En la Argentina, algunas provincias han comenzado a implementar acciones que van dirigidas a prevenir el maltrato infantil. En Catamarca, por ejemplo, se aprobó recientemente una ley que crea el programa de Prevención y Atención del Maltrato Infantil en ámbitos de la cartera educativa. El proyecto fue gestionado por la diputada provincial Sara Ludueña de Cadó, quien está convencida de que “en la sociedad argentina existe un río subterráneo de violencia”.
La ley crea un programa provincial que será implementado en las escuelas por un Comité integrado por Instituciones Gubernamentales, la Iglesia, la Justicia y Organizaciones sociales abocadas a la temática de los niños. Consistirá en un programa estratégico de acciones que prevea mecanismos de prevención y detección del maltrato infantil en la familia, en la escuela y en la intersección de ambos subsistemas.
“Nos proponemos sensibilizar y concientizar a la comunidad acerca de la problemática, capacitando a los profesionales que trabajen en áreas vinculadas con la infancia, especialmente a través de actividades lúdicas y artísticas como recursos para abordar la problemática, y atención de las víctimas o su familia, creando u optimizando centros de atención. Realizaremos evaluaciones anuales y relevamientos en las escuelas, generando estadísticas que reflejen la evolución del fenómeno”, subraya la diputada.
A nivel nacional, en 1994 se promulgó la ley 24.417 de Protección contra la Violencia Familiar. Esta ley dictamina, entre otras cosas, que todas las personas que sufren “lesiones o maltrato físico o psíquico por parte de alguno de los integrantes del grupo familiar podrá denunciar estos hechos en forma verbal o escrita ante el juez con competencia en asuntos de familia y solicitar medidas cautelares conexas”.
“El gran inconveniente de esta ley es que no establece medidas de prevención de la violencia familiar y por ende del maltrato infantil. Más bien se refiere a medidas que se deben tomar una vez sucedido el hecho”, comenta la licenciada Rivero, que es también presidenta de la Asociación Argentina para el Desarrollo Integral de la Familia, y continúa: “Siempre he insistido en que la tarea de la prevención es la gran esperanza. Debemos formar adultos sanos y concientes del respeto por el propio cuerpo y el del otro, adultos que cuiden a los niños y no que abusen de ellos. Es fundamental el trabajo desde la escuela, con una educación en valores que alcance a niños y a adolescentes para instarlos a ver que una vida diferente es posible aún en un mundo signado por la violencia”.
Rivero propone la sanción de “una ley nacional específica en Maltrato y Abuso sexual, que contemple la no caducidad del delito, que permita trabajar con las víctimas y tomar en cuenta la tarea de equipos interdisciplinarios encargados de detectar y confirmar el delito. Una ley que no pida testigos o pruebas que en otros delitos existen y que en estos no siempre son posibles de conseguir”. La especialista asegura que “hay otras maneras de certificar que el delito ha sido cometido. Por ejemplo, mediante el empleo de entrevistas pautadas, tests, trabajos con muñecos sexuados, juegos, y otras técnicas a cargo de equipos interdisciplinarios de expertos. Debe haber una ley que sirva de marco, de otra manera los delitos son fáciles de refutar y los jueces a veces no pueden operar, aunque quieran”.
\”Todos los países pueden y deben poner fin a la violencia contra los niños. Estamos hablando de transformar completamente la perspectiva de las sociedades y las condicioneseconómicas y sociales subyacentes de violencia. Los niños están hartos de oír que son el futuro. Ellos quieren vivir un presente sin violencia\”, concluye Pinheiro, el experto de las Naciones Unidas.