A fin de conocer cómo afectaron 30 años de expansión de la frontera agrícola sobre el funcionamiento de la cuenca del Arroyo Feliciano, en la provincia de Entre Ríos, investigadores de la Universidad Nacional del Litoral aplican modelos hidrológicos. En esos análisis, emplean Sistemas de Información Geográfica (SIG) y teledetección, entre otras herramientas.
(10/06/09 -Agencia CyTA-Instituto Leloir / Prensa UNL) – Investigadores de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) realizan un análisis multitemporal mediante Sistemas de Información Geográfica (SIG) y teledetección de la cuenca del Arroyo Feliciano, en la provincia de Entre Ríos. El trabajo comprende los últimos 30 años y utiliza imágenes satelitales y modelos hidrológicos para conocer cómo influyeron los cambios en el uso del suelo, en el escurrimiento superficial del agua de lluvia y la fisonomía de la cuenca.
“En terrenos donde antes había bosques nativos, la lluvia era en parte absorbida por la vegetación, luego infiltraba y el resto escurría. A partir del retroceso de los bosques nativos y ante el avance de la frontera agrícola, queda el suelo desnudo. Entonces cuando llueve, escurre lo que antes quedaba retenido en la vegetación- y llega más agua a los ríos. El punto es saber cuánto escurría cuando había bosques y cuánto ahora”, explicó Graciela Pusineri, docente e investigadora de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas (FICH) de la UNL.
Se trata de información valiosa, especialmente si se piensa que, de acuerdo con las estimaciones oficiales para la campaña agrícola 2008/09, la superficie de cultivo establecerá un nuevo récord histórico: más de 17 millones de hectáreas sembradas en todo el país.
Arroyo Feliciano
Para el estudio de las cuencas hidráulicas mediante modelos, se requieren datos de diverso tipo. En el caso de la cuenca del Arroyo Feliciano, se dispone la información necesaria. “Se necesita información de precipitaciones y niveles del río, que debe ser registrada en forma continua. En esta cuenca hay una estación de medición de niveles que opera la Subsecretaría de Recursos Hídricos de la Nación, cuya información es pública”, señaló María Alejandra Arbuet, miembro del equipo de la Fich.
Otros datos requeridos corresponden a la topografía de la cuenca, que se representa a través de un modelo digital de elevación. “Se hace un mapa en celdas de 30 metros por 30 metros y cada una tiene un valor de cota asignado. Para hacer ese mapa se requiere una serie de procedimientos, partiendo de los datos disponibles en las cartas del Instituto Geográfico Militar. Al ser una cuenca tan grande más de 5500 kilómetros cuadrados de superficie- llevaría mucho tiempo y resultaría muy costoso realizar un relevamiento topográfico en el terreno”, explicó Pusineri.
Por otra parte, las investigadoras utilizan imágenes satelitales para observar las modificaciones temporales en la superficie boscosa. De esta forma, pueden analizar la relación entre la variación de los bosques y el grado de escurrimiento en tres fechas: 1986, 1996 y 2006.
“Hay indicios de que por cada 1000 milímetros anuales de lluvia, en 1986 el Arroyo Feliciano recibía un aporte de escurrimiento superficial de 300 milímetros, mientras que en 2006, este valor aumentó a 500 milímetros. El aumento del escurrimiento es debido a la disminución en la cobertura del suelo de la cuenca”, indicó Arbuet.
Modelos hidrológicos
Los modelos hidrológicos se basan en ecuaciones que gobiernan el flujo de agua y que utilizan parámetros geométricos, como la configuración de la red de drenaje de la cuenca y su división en subcuencas.
Para obtener estos parámetros, tradicionalmente los investigadores se valían de mapas analógicos y mediciones de campo. Sin embargo, en las últimas dos décadas se comenzó a trabajar con datos extraídos de modelos digitales de elevación e imágenes satelitales, mediante la aplicación de técnicas de SIG y teledetección.
A través de novedosos softwares diseñados en los últimos años, se han logrado modelos hidrológicos más confiables, con los que se pueden recrear escenarios pasados o futuros.
“Los modelos hidrológicos se pueden usar para el diseño de obras hidráulicas, como por ejemplo desagües pluviales o defensas contra inundaciones. La información generada por estos modelos también sirve para la adopción de medidas no estructurales, tales como regulaciones legales y ordenamiento territorial”, destacó Arbuet.
Existen modelos orientados a trabajar en zonas rurales, como el aplicado en este trabajo de investigación, y otros diseñados para el estudio de zonas urbanas. “Si bien cada zona se enfrenta a problemas diferentes -reducción de la superficie de bosques en las zonas rurales y aumento de las áreas impermeabilizadas en las ciudades-, el resultado es concurrente: incremento de los escurrimientos superficiales”, concluyó Pusineri.