Un hongo silvestre comestible, que crece en la selva misionera, podría ser producido en forma industrial para su comercialización, aprovechando en el proceso su capacidad para degradar residuos agroindustriales. La novedad fue publicada en el Journal of Industrial Microbiology and Biotechnology, por investigadores del Laboratorio de Micología y Cultivo de IIB-INTECH de la Universidad de San Martín (UNSAM).
(28/04/09 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Luciana Dalmaso) -La producción de hongos comestibles se incrementó en los últimos años e impulsó así la investigación de nuevas especies silvestres. Esto llevó a investigadores del Laboratorio de Micología y Cultivo de Hongos Comestibles del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas (IIB), asociado con el Tecnológico de Chascomús (INTECH), a estudiar una nueva especie: Polyporus tenuiculus, natural de Centroamérica y DE América del Sur que crece naturalmente sobre LA madera en el norte argentino.
El trabajo, publicado en Journal of Industrial Microbiology and Biotechnology, se convirtió en el primer informe de cultivo de este hongo en residuos lignocelulósicos (paja de cereales, aserrín de sauce) y describe al Polyporus tenuiculus, como una especie prometedora para la producción comercial y para su uso potencial en la degradación de otros residuos.
“Pudimos establecer las condiciones y los parámetros ideales para el cultivo industrial de una nueva especie de hongo. Nunca antes se lo había cultivado; sólo sabíamos que lo consumían algunos grupos étnicos latinoamericanos que lo cosechan de la naturaleza”, explica el doctor Edgardo Albertó, uno de los autores del trabajo e investigador del Conicet, del Laboratorio del IIB–INTECH, dependiente de la Universidad de San Martín (UNSAM).
En el mundo hay numerosas especies que se conoce cómo cultivarlas. Las más difundidas son el champiñón (Agaricus bisporus), la gírgolas (Pleurotus ostreatus) u hongo ostra y el Shiitake (Lentinula edodes) u hongo japonés. Pero desde hace varios años, el laboratorio IIB-INTECH realiza ensayos experimentales con el fin de identificar nuevas especies silvestres y, en particular, cepas que proporcionen algunas características ventajosas respecto de las actualmente en cultivo, como diferencias en el color, sabor, textura o condiciones de cultivo.
Cultivo industrial
Para determinar las condiciones óptimas para la fructificación (parte comestible del hongo) del Polyporus tenuiculus se probaron dos bloques de sustratos (materia prima) paja de trigo y aserrín de sauce con y sin suplementos (salvado de trigo y harina de soja) de modo de poder reemplazar el sustrato natural: los troncos.
En estos sustratos se ensayaron tres cepas de Polyporus tenuiculus y se determinaron las temperaturas óptimas de crecimiento y fructificación. “A diferencia de otros hongos que se producen en Argentina y que son de origen europeo y se fructifican a temperaturas bajas (champiñón, gírgola y Shiitake, por ejemplo); el Polyporus tenuiculus se incuba y fructifica entre los 25ºC y los 30°C, ya que esta especie naturalmente crece a temperaturas altas en la selva misionera”, explicó Albertó quien considera que esto podría favorecer la producción de hongos en el verano, disminuida por el calor.
“Hay cultivadores pequeños que directamente no producen en el verano, ya que es necesario refrigerarlos para mantener las temperaturas de fructificación, lo que aumenta sustancialmente los costos”, comentó el especialista.
Con respecto al sustrato de cultivo utilizado, los investigadores concluyeron que el Polyporus tenuiculus tuvo su mejor rendimiento en aserrín de sauce suplementado, a pesar de que “la paja de trigo es un excelente soporte que se utiliza para el cultivo de varias especies comestibles”.
Aplicación biotecnológica
La investigación analizó también la capacidad de biodegradación de esta especie de hongo, revelando un alto potencial para degradar el aserrín que fue utilizado como sustrato. “Comprobamos así que esta especie podría tener un amplio uso en la degradación de otros desechos como los agroindustriales”, afirmó el doctor Albertó.
La actividad agroindustrial en Argentina se ha incrementado en los últimos años generando cada vez más residuos que son -en su mayoría- materiales lignocelulósicos utilizados para la producción de hongos comestibles.
Estos residuos forman en general parte del proceso de fabricación y se acumulan en el ambiente generando inconvenientes al ocupar mucho espacio, presentar una degradación natural lenta y producirse en grandes cantidades, potencialmente contaminantes.
“Los hongos comestibles, entre ellos el Polyporus teuniculus, son capaces de reducir estas grandes cantidades de residuos que significan una fuente abundante y renovable de sustratos, minimizar la contaminación, y formar productos de interés para la industria de alimentos, papel, fármacos, entre otras, generando productos con valor económico y contribuyendo de esta manera a cuidar el medio ambiente”, explica la doctora Alejandra Omarini, bióloga y autora también del trabajo, junto a los investigadores Lechner y Albertó.
La capacidad de degradar la lignina, componente natural de la madera, se debe a la producción de una batería de enzimas (o catalizadores biológicos, que son producidos por los hongos y secretan al exterior), las que oxidan la lignina y la descomponen.
“Esto hace pensar que estos hongos podrían utilizarse en diferentes industrias”, explica el doctor Ramiro González Matute, especialista del Centro de Recursos Naturales Renovables de la Zona Semiárida.
González Matute resalta la importancia de estudiar y conocer nuevas especias de hongos, así como también de evaluar su capacidad de adsorción de metales pesados o hidrocarburos.
Para los especialistas, el mercado actual de hongos comestibles requiere mejorar los rendimientos de cultivo, evaluar y mejorar la calidad de los productos y aumentar también el número de especies cultivables. De allí la importancia de este estudio.