El hombre debe tomar conciencia de que el planeta que habita
es sumamente frágil.
(20/4/07 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por María Cristina Chaler) – Después de millones de años la naturaleza logró un sutil equilibrio que permite el mantenimiento de la vida. Es necesario conservar el equilibrio ecológico para que la vida del planeta se mantenga sana.
Si una especie se extingue en un momento que no le corresponde de acuerdo con la evolución, esto alterará la cadena de vida relacionada con ella y modificará el entorno provocando reacciones. Por más pequeña o insignificante que una especie parezca, forma parte de una matemática relación.
En poco tiempo el hombre alteró significativamente la ecología del planeta por diferentes motivos: el uso indiscriminado de los recursos naturales junto con la explosión demográfica y las consecuencias que ello trae, el incremento de la polución, la creación de industrias sin tener en cuenta el impacto ambiental que provocan, y la desmedida ambición. Esta alteración trae y traerá serias consecuencias que la humanidad ha de sufrir a corto y a largo plazo.
Es hora de tomar conciencia de que, si seguimos así, los efectos serán cada vez más graves y nos estaremos condenando a un futuro de destrucción.
El comienzo de la vida se dio en la tierra en el punto de evolución del planeta donde las condiciones climáticas y atmosféricas eran las ideales para su desarrollo. Si ese punto de equilibrio no se hubiese alcanzado, jamás se hubieran formado las primeras moléculas orgánicas. Es necesario que todos tomemos conciencia de ésto y que apreciemos al planeta como a nuestro hogar, resguardándolo para nuestro propio bien y el de la humanidad.
La atmósfera es una capa de gases que rodea y protege a la Tierra y está formada por diferentes estratos, cada uno de ellos cumpliendo funciones vitales.
La capa de ozono (O3) es la encargada de protegernos de los rayos UVB (de longitud de onda 290 a 520 nm) (léase nanometro (nm) = 1m /1000 millones) y de los UVC (longitud de onda inferior a 290 nm), que nos resultarían extremadamente dañinos. Cuanto más pequeña es la longitud de la onda luminosa, su energía resulta ser más penetrante y al incidir sobre nuestra piel puede alterar el código genético de sus células, y generar cáncer de piel (melanoma). Si esta capa desapareciera seria imposible vivir sobre la Tierra.
El ozono tiene un ciclo de regeneración que esta dado por las siguientes reacciones químicas:
3 O2 (g) + UVC ——-3 O3 (g)
2 O3 (g) + UVB——–3 O2 (g)
Léase:
Tres moléculas de oxígeno gaseoso con los rayos ultravioletas C producen 3 moléculas de ozono también gaseoso.
Dos moléculas de ozono gaseoso con los rayos ultravioletas B producen tres moléculas de oxigeno gaseoso.
Si observamos las ecuaciones anteriores vemos que hay un ciclo sin fin en donde el oxigeno regenera al ozono y viceversa, todo a expensas de los UVB y UVC, que son los rayos dañinos para nuestra salud. Esta capa, que se encuentra aproximadamente a 20 o 30 Km. de la Tierra, trabaja permanentemente protegiéndonos, pues baja la potencia de los rayos dañinos que produce el Sol.
Este ciclo de regeneración del ozono ha sido alterado por sustancias que actúan sobre él, de modo que su recuperación se ve disminuida. Así, la capa comenzó hace unos años a afinarse peligrosamente. Alrededor de la década de 1970 se descubrió un adelgazamiento llamado agujero de ozono. En la década siguiente se popularizo la información sobre este tema.
Un grupo de científicos desarrolló una teoría que explica que la causa de este afinamiento se debe a los compuestos de Cloro Fluor y Carbono (clorofluorcarbonados) (CFCs) que genera masivamente la industria empleándolos en la refrigeración, en la fabricación de goma espuma y como propelentes de aerosoles, lanzándolos masivamente a la atmósfera con el consecuente daño. El análisis químico de esta teoría le mereció el premio Nóbel de Química en el año 1995 a Mario J. Molina, un científico mejicano nacido en 1943.
La teoría de Molina explica que estos compuestos generan con los rayos UV un radical de Cloro (Cl*) que es el causante de la destrucción del ozono atmosférico. Este radical es una molécula de cloro partida por la mitad, es decir, un cloro con siete electrones en su última capa, por lo que se encuentra en estado extremadamente activo buscando en forma permanente la estabilidad de su octeto. Esto lo logra cuando le quita uno de los oxígenos al O3 transformándolo en O2, o sea destruyéndolo. La destrucción es enorme, ya que un sólo átomo de Cloro es capaz de destruir 100000 moléculas de ozono. Este es un proceso químico que se acelera con las bajas temperaturas y la presencia de luz UV.
El 16 de setiembre de 1987, en Montreal, se firmó un protocolo que se efectivizó luego de 2 años, en el que los países firmantes se comprometieron a reducir la producción de estos químicos a la mitad en un periodo de 10 años.
Pero no toda la comunidad científica apoya la teoría de Molina, una serie de argumentaciones objeta que estos compuestos sean los causantes directos de la destrucción de la capa de ozono. Si bien se conoce que el causante directo de la desaparición del ozono es el Cl*, la discusión esta planteada alrededor de la dilucidación sobre quienes son los mayores proveedores del radical cloro, si los compuestos cloro fluor carbonados o las erupciones volcánicas antárticas que generan cloro en forma masiva. Sin ambargo, los volcanes de la Antártica estuvieron desde siempre y está comprobado que los problemas ambientales se vienen incrementando desde la revolución industrial.
Actualmente se sabe que el agujero de ozono se agranda y se achica todos los años según la estación del año en que nos encontremos. En el año 2000 se redujo hasta desaparecer completamente el 19 de noviembre según afirmaron científicos de la NASA. En el año 2002 se redujo notablemente a dos “agujeros” pequeños en lugar de uno grande y extenso.
Actualmente se sabe que el agujero se forma cuando termina el invierno antártico, es decir, cuando comienzan a tener intensidad los primeros rayos solares (UV). En ese momento, el cloro atmosférico actúa destruyendo el O3, pero antes de comenzar diciembre el agujero vuelve a desaparecer o se achica notablemente.
Hoy se conoce que además de estos compuestos hay otras sustancias que afectan la capa de ozono y propician su destrucción: los óxidos de nitrógeno, producidos por los desechos industriales, y el metano, producto de la descomposición orgánica, gas de los pantanos, desechos del ganado y subproducto del cultivo de arrozales.
Fuera de la discusión que se plantea, lo cierto es que debemos tomar conciencia de que nuestros actos afectan intensamente al medio ambiente. Antes de generar o permitir la instalación de una industria o propiciar cualquier tipo de explotación económica, debemos realizar un exhaustivo estudio para conocer como afectan sus desechos al medio ambiente.
Seamos concientes de que cuidar nuestro medio ambiente es cuidarnos a nosotros mismos.