En el año 2029 un asteroide de 320 metros de diámetro pasará muy cerca de la Tierra, a una distancia aproximadamente diez veces menor que la que nos separa de la Luna. La posibilidad de que en alguna siguiente pasada colisione con la Tierra es escasa, pero de ocurrir, se trataría de una catástrofe de grandes proporciones, que los científicos tratan de evitar.
(19/3/07 – Agencia CyTA- Instituto Leloir. Por Bruno Geller) – A lo largo del tiempo, sobre la superficie terrestre han colisionado diversos asteroides o cometas en diferentes latitudes de la Tierra. La lista de esos cuerpos rocosos, de carbón o metálicos es extensa.
En 1908, en Tunguska, Siberia, un meteoro de 60 metros de diámetro explotó en la capa inferior de la atmósfera y provocó una devastación forestal en un área de 2.150 km². Cincuenta mil años atrás un meteorito de aproximadamente 25 metros de diámetro dejó un cráter de 1200 metros de diámetro que aún se puede ver en los paisajes de Arizona, Estados Unidos. Más lejos en el tiempo, hace 65 millones de años, un asteroide de unos diez kilómetros de diámetro formó el cráter de Chicxulub, en la península de Yucatán, México, cuyo diámetro es de 170 kilómetros, causando según algunos paleontólogos la extinción de los dinosaurios.
Con estos antecedentes, no es extraño que astrónomos de diversos países estudien lo que sucede más allá de la atmósfera a fin de saber si en el futuro existe la posibilidad de que algún meteoro o asteroide choque contra la Tierra.
Asteroide inquietante
“En junio de 2004, los astrónomos Roy Tucker del Observatorio Goodricke-Pigott situado en Tucson, junto con David Tholen y Fabricio Bernardi de la Universidad de Hawai, Estados Unidos, descubrieron un asteroide mientras testeaban el equipo de telescopios del Observatorio Nacional de Kitt Peak en Arizona. Provisionalmente fue designado como 2004 MN4”, señala Gonzalo de Elía, astrónomo del Grupo de Ciencias Planetarias de la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y becario del CONICET.
Posteriormente ese cuerpo celeste fue bautizado con el nombre de Apophis “que es el nombre griego para el demonio egipcio Apep, representación del mal y del caos”, afirma de Elía.
Según explica el astrónomo platense, ese objeto de estructura rocosa de 320 metros de diámetro pasará el 13 de abril de 2029 a una distancia aproximada de 32 mil kilómetros del globo terráqueo, es decir, a menos del diez por ciento de la distancia que separa a nuestro planeta de la Luna. Tendrá un brillo similar al de la estrella más débil de la Osa Mayor y, por ende, será visible a simple vista.
“Cuando el asteroide pase a esa distancia, la atracción gravitacional de nuestro planeta modificará su trayectoria en casi 28 grados, aunque los detalles de su nueva órbita dependerán exactamente de donde se produzca el máximo acercamiento entre la Tierra y el asteroide”, asegura de Elía.
En ese punto de máximo acercamiento entre nuestro planeta y Apophis radica el peligro. Si en ese encuentro cercano, el asteroide pasa por una región limitada del espacio conocida como el “ojo de la cerradura” que hasta el momento tiene una longitud de 640 metros, entonces ese objeto pasaría por el mismo lugar 7, 8 o 27 años después.
“El problema es que la Tierra volverá también a ese mismo lugar y al mismo tiempo, lo que posibilitaría que Apophis impacte sobre ella el 13 de abril de 2036, 2037 o 2056”, indica de Elía.
En mayo de 2006, mediante el empleo del radiotelescopio terrestre más potente del mundo, ubicado en Arecibo, Puerto Rico, un equipo de astrónomos localizó a Apophis, determinó su posición y logró un refinamiento en el cálculo de su órbita. Estos datos junto con nuevas observaciones permitieron a los astrónomos determinar que la posibilidad de que el asteroide pase por el llamado “ojo de la cerradura” e impacte contra la Tierra en 2036 es de aproximadamente 1 en 48 mil.
A la espera
Entre el 2007 y el 2011, para los astrónomos será muy difícil visualizar el asteroide Apophis dado que pasará la mayor parte del tiempo dentro de la órbita de la Tierra, más cercano al Sol, donde no puede ser observado.
“Lamentablemente la comunidad científica no podrá decir más nada sobre la probabilidad de impacto de Apophis en 2036 hasta los primeros años de la siguiente década, cuando el asteroide pase cerca de nuestro planeta y pueda ser observado otra vez por telescopios ópticos y de radar. En esa oportunidad, las observaciones permitirán reducir la incertidumbre y especificar con mayor precisión ‘el ojo de la cerradura’, es decir, esa región de peligro potencial”, explica el astrónomo de La Plata.
Misión Don Quijote
Si el Apophis llegara a la superficie de la Tierra, liberaría en el impacto una energía que podría provocar un desastre en un radio de cientos de kilómetros, o generar un terrible Tsunami, en caso de caer en el océano.
Si bien es muy improbable que el asteroide impacte contra la Tierra, Russell Schweickart, astronauta de la misión Apolo 9 y fundador de la Asociación Exploradores del Espacio, afirma en la revista científica The Newscientist: “Si uno espera y no hace nada, podría llegar a ser muy tarde”.
Schweickart y un equipo de expertos están trabajando actualmente con el Comité para Usos Pacíficos del Espacio Extra atmosférico de Naciones Unidas (ONU), a fin de elaborar un tratado internacional que establezca de forma explícita quien deberá estar a cargo de los planes para desviar o destruir Apophis u otro asteroide que se dirija hacia la Tierra, y al mismo tiempo determinar quienes pagarán por esas operaciones. Se espera que el documento final sea presentado ante la ONU en 2009.
“Los especialistas en pos de mitigar cualquier amenaza de impacto manejan dos posibles escenarios para afrontar el problema de un asteroide en curso de colisión con nuestro planeta: la destrucción del asteroide en el espacio antes de que alcance la Tierra o la modificación de su trayectoria”, puntualiza de Elía.
Desde hace algunos años, la Agencia Espacial española Deimos Space junto con la Agencia Espacial Europea (ESA) están llevando a cabo la denominada Misión Don Quijote , destinada a desviar la trayectoria de cualquier objeto que amenace nuestro planeta.
“La misión cuenta con dos artefactos espaciales: Hidalgo y Sancho. El primero sería el proyectil encargado de impactar sobre el asteroide potencialmente peligroso y desviarlo, mientras que el segundo tendría como objetivo monitorear el éxito de la misión, orbitando alrededor del objeto”, explica de Elía.
Para el caso particular de Apophis, la NASA resolvió colocar en el 2013 un radiotransmisor sobre la superficie de ese asteroide con el propósito de estudiar sus movimientos. De esa forma, los expertos podrán saber si adoptará o no una trayectoria que amenace al planeta.
“No podemos prevenir un huracán, pero sí somos capaces de prevenir el impacto de un asteroide reorganizando ligeramente la forma del sistema solar a fin de preservar la supervivencia de la vida en la Tierra”, concluye Schweickart.
RECUADRO 1
ESCALA DE TORINO
La escala de Torino es un sistema de categorías que usan los astrónomos para calificar el riesgo de impacto de asteroides y cometas contra la Tierra. A su vez, teniendo en cuenta el tamaño de esos objetos, esa escala determina los escenarios potenciales que podrían generar en caso de impactar nuestro planeta.
“La escala propone un ordenamiento entre 0 y 10, donde el 0 representa un evento sin consecuencias y el 10 un desastre a escala global. Las primeras mediciones ubicaron a Apophis con un valor de 2 y hasta 4 en la Escala de Torino. Mediciones más precisas resultan necesarias para develar el verdadero riesgo de este asteroide. Hasta aquí, la realidad nos obliga a tratarlo con el mayor de los respetos”, señala el astrónomo Gonzalo de Elía.
RECUADRO 2
LOS ASTEROIDES
De forma extremadamente irregular, los asteroides son cuerpos de estructura rocosa que orbitan alrededor del Sol describiendo órbitas elípticas. “Representan objetos remanentes del proceso de formación del Sistema Solar que tuvo lugar hace unos 4500 millones de años”, explica el astrónomo Gonzalo de Elía.
El mayor porcentaje de los asteroides se encuentra entre las órbitas de Marte y Júpiter, formando lo que se conoce como el Cinturón Principal de Asteroides.
Otro grupo de asteroides esta representado por los NEAs, sigla que define a los Asteroides Cercanos a la Tierra. “Aproximadamente el 20 por ciento de estos asteroides se aproxima a nuestro planeta a una distancia menor a los 7.5 millones de km, son los llamados ‘Objetos Potencialmente Peligrosos’. Apophis es uno de ellos, un asteroide que cruza dos veces la órbita de la Tierra en cada pasaje alrededor del Sol”, destaca de Elía.