Finalizó la construcción de los 18 segmentos del espejo del telescopio espacial James Webb, una versión mejorada del Hubble. Una vez pulidos, serán ensamblados para formar el espejo facetado de ese telescopio que se planea lanzar al espacio en el 2013. Obtendrá imágenes del Universo que suministrarán información acerca del modo en que se formaron las primeras estrellas y galaxias.
(9/2/07 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Bruno Geller) – Mientras mayor sea la capacidad de los astrónomos para ver el Universo, mayor será su capacidad de comprenderlo. De acuerdo a un comunicado de prensa de la NASA difundido este mes, acaban de ser construidos los 18 segmentos hexagonales que formarán el espejo del telescopio espacial James Webb, que será lanzado al espacio en el 2013. La función de ese espejo consistirá en capturar la luz de astros muy distantes a fin de componer las imágenes de diversos rincones del cosmos.
El sucesor
Hasta la fecha, el telescopio espacial Hubble, puesto en órbita en 1990, ha sido uno de los instrumentos más prolíficos en la historia de la astronomía moderna: contribuyó a la detección de la materia oscura en las galaxias, hizo fundamentales aportes a la teoría de la formación estelar, observó regiones de formación estelar tales como la Nebulosa del Águila. Asimismo, permitió el estudio detallado de los planetas del Sistema Solar, junto con las observaciones del impacto de un cometa con Júpiter. También realizó numerosos aportes a la cosmología, tales como la visualización de supernovas en galaxias lejanas, y permitió con ello comprender el estado actual del Universo y su futuro, entre muchos otros logros.
A pesar de los cruciales aportes que ha dado el Hubble en el campo de la astronomía, el James Webb, que está siendo construido por científicos del Centro de Vuelos Espaciales Goddard de la NASA, en Maryland, Estados Unidos, tendrá un mayor alcance y será capaz de proporcionar información sobre las primeras estrellas y galaxias que se formaron pocos cientos de millones de años después del Big Bang, la gran explosión de materia que dio origen al universo, según la teoría científica más aceptada.
“El Telescopio James Webb comparte con el Hubble la característica fundamental de ser telescopios ubicados en el espacio. Eso les otorga la enorme ventaja de que las observaciones que realizan no sufren las deformaciones causadas por la atmósfera de la Tierra, como es el caso de los telescopios terrestres”, explica Roberto Venero, secretario de Extensión de la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de la Universidad Nacional de la Plata.
Si bien la construcción de los 18 segmentos del espejo del James Webb constituye un progreso clave en el armado del telescopio, aún falta pulir y ensamblar esos segmentos hasta formar un espejo cuya superficie será siete veces más grande que la del Hubble: tendrá una superficie de 25 metros cuadrados.
Según Venero, “el Telescopio Espacial Hubble tiene un espejo primario de 2,4 metros de diámetro, mientras que el espejo facetado del Telescopio Espacial James Webb tendrá 6,6 metros de diámetro. Eso implica un área colectora mucho mayor de la luz emitida por los astros, permitiendo observar objetos muy débiles y lejanos en menos tiempo. Al poder capturar más cantidad de luz, podrá observar lejanos cuerpos estelares con una rapidez nueve veces mayor a la del Hubble. Será un telescopio de extremada sensibilidad y capacidad de resolución, que podrá ver con más profundidad en el Universo”.
Respecto a la estructura de los telescopios, a diferencia del Hubble que posee un único espejo primario, el James Webb contará con 18 segmentos hexagonales que, distribuidos adecuadamente, harán foco a fin de formar una única imagen. Los segmentos del espejo fueron elaborados con belirio, un metal muy liviano y resistente que conserva sus propiedades pese a las bajas temperaturas del espacio.
“El telescopio espacial tiene que estar frío, porque de lo contrario, al emitir su propia radiación, sofocaría las débiles señales cósmicas que precisamente debe registrar. Para funcionar, debe operar a bajas temperaturas, alrededor de ?233 ?C. Por esta razón, el James Webb estará dotado, al igual que el Hubble, de un escudo solar que bloqueará la luz del Sol, la Tierra y la Luna”, asegura Venero.
Si el telescopio James Webb estuviese desplegado, no cabría en el cohete europeo Ariane 5 que lo llevará al espacio. Su escudo solar, cuya superficie es similar a la de una cancha de tenis, y el enorme espejo estarán doblados dentro del cohete y se desplegarán una vez que el cohete esté en órbita.
La máquina del tiempo
El equipo del futuro telescopio estará adaptado para captar luz infrarroja. “A diferencia de la luz visible, la luz infrarroja no puede ser detectada con nuestros ojos”, señala Venero y continúa: “La ventaja de un telescopio que detecta luz infrarroja está en que esa luz no es absorbida por el material interestelar en la misma medida en que lo hace la luz visible. Por esta razón, al observar una nebulosa en luz infrarroja, es posible ver las estrellas que están ocultas en su interior y cuya luz visible ha sido absorbida por el gas y el polvo nebular circundante”.
Las imágenes captadas por el telescopio espacial James Webb se obtendrán a partir de la detección de luz infrarroja emitida por las estrellas y las galaxias que han tardado millones o miles de millones de años en llegar a nuestro sistema solar. Estas imágenes corresponden a cuerpos estelares que existieron hace mucho tiempo y que llegan desde distancias en el tiempo cercanas a la edad del universo, estimada en 13,7 mil millones de años.
Como si fuera una máquina del tiempo, el telescopio permitirá profundizar el estudio de la evolución de la estructura de las galaxias, ya que a partir de estas ‘instantáneas’ de sucesivos períodos, los astrónomos podrán armar un rompecabezas más completo que describa la formación del Universo.
Según Venero, los telescopios espaciales de gran resolución son como máquinas del tiempo que permiten viajar a la “prehistoria” del universo a fin de determinar cómo evolucionaron las galaxias. “En ese sentido, la potencia del James Webb, a diferencia del Hubble, permitirá que los científicos viajen más lejos en el tiempo, a etapas más tempranas del Universo”, señala el experto.
El James Webb estudiará temas que apasionan a la comunidad astronómica, como las galaxias lejanas, que podrán apreciarse tal como eran en las primeras edades del Universo después del Big Bang, la búsqueda de planetas en torno a otras estrellas (exoplanetas) y su composición química, o el estudio de la formación y evolución estelar.
“El estudio de la composición química de los exoplanetas será un gran paso hacia la detección de posible vida extraterrestre o de planetas habitables para el hombre en torno a otras estrellas “, concluye Venero.