Investigadores del INTA descubrieron cinco nuevas poblaciones de un tipo de microlombriz en el Alto Valle de Río Negro. Se trata de un microorganismo que habita en suelos con pasturas naturales y zonas de cultivo que parasitan insectos y ácaros, y podría ser útil para controlar un tipo de plaga que afecta los manzanos y los perales.
(8/3/07 – Agencia CyTA- Instituto Leloir. Por Bruno Geller) – El Alto Valle de Río Negro y Neuquén constituyen la mayor región cultivada de manzanos y perales del país, frutas que se ven amenazadas por insectos causantes de plaga, que en general se combaten con insecticidas.
Investigadores de la Estación Experimental Agropecuaria (EEA) de Alto Valle del INTA detectaron cinco nuevas poblaciones de una microlombriz de la especie Heterorhabditis bacteriophora en el Alto Valle de Río Negro que podrían ser útiles para controlar las plagas causadas por insectos y ácaros, reduciendo de este modo los efectos negativos que produce el uso intensivo de insecticidas
“Esas microlombrices podrían parasitar y matar a los insectos y ácaros que producen plaga”, afirma Alejando Giayetto, investigador del EEA del Alto Valle que codirigió la investigación. “La boca, el ano y los espiráculos –poros respiratorios situados en la ‘piel’ de los insectos- son los sitios más frecuentes de ingreso de la microlombriz Heterorhabditis bacteriophora dentro de diversas especies de insectos. Posteriormente liberan en su interior unas bacterias y acaban con sus ‘presas”, explica.
Giayetto y un equipo de colegas realizaron muestreos de suelo con pasturas naturales y zonas de cultivo en 31 localidades del Alto Valle de Río Negro y encontraron cinco nuevas poblaciones de esa microlombriz. “Estas poblaciones corresponden hasta el presente a las más australes del mundo en su tipo”, señala el experto y agrega: “La investigación intentó detectar las poblaciones de Heterorhabditis bacteriophora y a la vez conocer la gama de insectos susceptibles a esos microorganismos”.
Los investigadores de la EEA recolectaron veinte especies de insectos y tres especies de ácaros, tanto benéficos como perjudiciales para los frutales, que fueron llevados al laboratorio e inoculados con las microlombrices, para determinar si eran resistentes o no al parasitismo.
Algunos insectos pertenecientes a los órdenes Thysanoptera y Homoptera que suelen afectar los cultivos de pepita, no permitieron un buen desarrollo de las microlombrices. Según Giayetto, son varias las causas que explican la resistencia manifestada por esos insectos: “Es posible que algunas características morfológicas, fisiológicas y mecanismos de defensa del insecto dificulten o impidan la penetración de las microlombrices. Se pudo constatar que en insectos pequeños, como los áfidos -los llamados pulgones-, no hubo desarrollo de esos organismos debido probablemente al reducido tamaño del abdomen de los pulgones”.
“Observamos que algunas especies de coleópteros y lepidópteros, que causan las principales plagas del Alto Valle de Río Negro y Neuquén, son susceptibles a esas microlombrices. Son insectos que afectan los frutales de manzanas y que generan plagas forestales”, explica Giayetto.
“Los resultados obtenidos indicarían que las poblaciones de Heterorhabditis bacteriophora podrían utilizarse en programas de manejo integrado contra las principales plagas de frutales de pepita, como las manzanas y las peras. Existen técnicas disponibles que permitirían desarrollar microlombrices en fermentadores y aplicarlos en distintos sistemas como el campo, las plantas, el suelo o los envases para el transporte de fruta”, concluye Giayetto.