La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) alerta sobre la necesidad de diseñar políticas orientadas a afrontar de forma adecuada, los futuros movimientos migratorios provocados por el cambio climático. Un comunicado de prensa de las Naciones Unidas (ONU) informa que cerca de mil millones de personas podrían verse forzadas a migrar a causa de la elevación de los niveles del mar, las inundaciones y las sequías, entre otros fenómenos.
(20/2/08 – Agencia CyTA-Instituto Leloir) – Expertos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) alertaron a través de un comunicado de prensa de las Naciones Unidas, que de aquí al año 2050, cerca de mil millones de personas deberían abandonar sus lugares de residencia como consecuencia de la elevación del nivel del mar, inundaciones y sequías, entre otros efectos, derivados del cambio climático.
Si bien una de las prioridades es la de aunar esfuerzos para que todos los países desarrollen políticas coordinadas orientadas a mitigar el cambio climático, como se calcula que en el año 2050 la población mundial ascenderá a 9.3 mil millones de personas, la mayor parte de las cuales habitará en países en desarrollo, Brunson McKinley, director general de la OIM, señaló que también se necesita implementar una política dirigida al impacto que tienen los movimientos migratorios provocados por el cambio climático.
“El manejo inadecuado y sin planificación de los movimiento migratorios puede obstaculizar el desarrollo de varias maneras: incrementando la presión en la infraestructura y los servicios urbanos, aumentando el riesgo de conflictos y empeorando las condiciones sanitarias, de educación y sociales entre los emigrantes y las comunidades receptoras”, señaló McKinley.
Un reciente estudio auspiciado por la Universidad de las Naciones Unidas, en el que participaron 200 científicos, estima que en el corto plazo – alrededor de diez años –cincuenta millones de personas podrían convertirse en refugiados ambientales a causa de la desertificación, fenómeno reforzado por el cambio climático, y también causado por las acciones humanas directas. En efecto, el desmonte, el pastoreo excesivo, la sobreexplotación de los suelos -por ejemplo, la exacerbación del monocultivo-, y las prácticas de irrigación no sostenibles deterioran la fertilidad de las tierras.
El problema de los refugiados ambientales no es un tema del futuro. Shismaref, un pueblo situado en el noroeste de Alaska está desapareciendo como consecuencia del avance del mar. El aumento de la temperatura en esa región en las últimas décadas ha causado el derretimiento de los glaciares y de las capas de hielo, lo que ha provocado inundaciones. Sus 600 pobladores comenzaron a desplazarse a otras viviendas en terrenos más seguros.
La erosión costera y las inundaciones también se aceleran en el archipiélago de Tuvalu, un pequeño estado insular del Pacífico Sur con una población de 11 mil personas. Dado que la cumbre más alta de estas islas alcanza los cinco metros, la inquietud generalizada ha obligado a sus pobladores a considerar la posibilidad de emigrar masivamente a las islas Fidji, Nueva Zelanda o Australia.
Los ejemplos de poblaciones que viven en zonas vulnerables al cambio climático son numerosos. Según la opinión del investigador Gordon McGranahan, del Instituto Internacional de Medio Ambiente y Desarrollo, el cambio climático, que ha sido principalmente provocado por las emisiones de gases de efecto invernadero de los países ricos, afectará más a los países pobres, dado que son más vulnerables a sus efectos. Por esta razón, el experto sostiene que “las naciones ricas tienen que ayudar a los países pobres a adaptarse a los cambios que vienen”.