“El cuerpo humano necesita del alimento para vivir sano. La falta, la escasez, el exceso o el desequilibrio de la alimentación llevan a la enfermedad.

(11/7/07 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por María Cristina Chaler) – En los últimos años hay dos enfermedades de origen alimentario que se han intensificado muchísimo: la anorexia y la bulimia.

Ambas tienen puntos comunes, como por ejemplo:

• la deformación de la imagen corporal que cada individuo posee de sí mismo, ya que tanto uno como otro enfermo se ven siempre excedidos de peso persiguiendo la delgadez.

• Existe un conflicto profundo con la alimentación.

• Son enfermedades extremadamente peligrosas y si no se tratan pueden llevar a la muerte.

• Se niega la condición de enfermo en ambas enfermedades, tanto por parte del que la sufre como por parte de la familia.

• La enfermedad tiene un componente social pero el origen es mucho más complejo y tiene que ver la historia personal.

Anorexia

Esta enfermedad es multicausal. La mayoría de los anoréxicos son sobreexigentes consigo mismos y bastantes perfeccionistas, no reconocen a la enfermedad como tal, o la esconden, generalmente mienten sobre su alimentación para no ser molestados, evitando muchas veces compartir la mesa familiar. En este momento donde todo el mundo vive corriendo es muy fácil evitar las cenas o los almuerzos con la familia.

La sociedad valora la delgadez extrema en todos los medios y sobre todo en aquellos donde se hace un culto de la imagen corporal, de modo que la enfermedad se potencia por la presión externa. Pero esto no es determinante, ya que el origen es mucho más profundo y está anclado en las relaciones primarias dentro del núcleo familiar. Si bien no podemos hablar de culpas, podemos mencionar responsabilidades compartidas. La familia del anoréxico tiende a negar la enfermedad tanto como él mismo y muchas veces sucede que cuando alguien los advierte de la situación hacen oídos sordos y se ofenden.

Ante esto, la enfermedad resulta ser de extrema gravedad, ya que nadie la asume como tal, intensificándose día a día, de modo que tarda en tratarse y muchas veces termina siendo fatal.

El anoréxico, al verse siempre excedido de peso, comienza a realizar dietas estrictas para perder kilos, hace gimnasia (que suele ser siempre excesiva) y muchas veces trata de adelgazar mediante el uso de diuréticos (medicamentos que hacen orinar en abundancia) o laxantes (que aceleran la excreción de sólidos), de modo que se altera el proceso digestivo de asimilación.

Come cada vez menos, lo hace muy lentamente y corta pequeñas porciones de alimento, masticando muy despacio la comida. El organismo, para mantenerse vivo, consume los glúcidos de reserva, las grasas, las proteínas y llega un momento que la necesidad es tan grande que se consumen las grasas protectoras de los órganos vitales, de modo que estos quedan expuestos a serias lesiones.

En el caso de las niñas, llegan a consumir la grasa de los ovarios de modo que se producen trastornos en la menstruación (amenorrea) y, si el mal continúa, pueden llegar a una menopausia precoz.

Hay casos de anorexia gravísimos en los que el enfermo no quiere ni siquiera tragar la saliva, porque se obsesiona suponiendo que lo engorda. La enfermedad tratada a destiempo deja serias secuelas en la salud que muchas veces resultan irreversibles.

Bulimia

El bulímico en general no deja de comer, por el contrario come en exceso, suele darse atracones y luego induce el vómito; no se priva del placer de comer porque luego de haberlo hecho expulsa el alimento. Su personalidad se caracteriza por pasar de la exigencia extrema al abandono, come muy rápidamente masticando muy poco y prefiere grandes porciones. Estos enfermos suelen vomitar repetidas veces al día y también esconden su enfermedad, aunque muchas veces se sienten culpables.

El mecanismo del vomito es sumamente complejo, porque en realidad el proceso es antinatural ya que normalmente el movimiento del alimento es hacia abajo (desde la boca hacia los intestinos), y al vomitar el organismo revierte ese movimiento desde el estómago hacia la boca.

El proceso tiene origen en una zona del cerebro (centro regulador) que genera una orden, que a su vez provoca un acto reflejo, en el cual se ponen en acción los músculos respiratorios, cambia la presión abdominal y toráxica, se invierte la movilidad intestinal, se produce aumento de la sudoración, se dilatan las pupilas y se produce vaso constricción (palidez).

Por lo tanto, vomitar implica una serie de cambios que ponen en acción al sistema nervioso central, al sistema respiratorio, al sistema circulatorio y al sistema digestivo. Es decir, genera una concatenación que altera absolutamente a todo el organismo.

Si a esto le sumamos que el enfermo llega a provocar el vomito varias veces al día, la bulimia resulta gravísima. Como resultado se ulceran todas las mucosas de la boca, garganta, faringe y laringe, se deterioran las piezas dentales debido al ácido clorhídrico estomacal (que permanentemente es reflujado), se deforma la mandíbula (ya el esfuerzo de vomitar produce un ensanchamiento de las parótidas) y, en general, se alteran todos los órganos vitales.

Interacciones

Estas enfermedades muchas veces se combinan: el bulímico presenta características anoréxicas y viceversa.

El deterioro que este tipo de enfermedades trae al organismo es enorme, porque al ser en general negadas no se tratan o bien se lo hace en forma incorrecta. El cuerpo compensa la falta de alimentos o la carencia de ellos consumiendo primero de los lugares de reserva y luego de cualquier otro en donde encuentre la sustancia que necesita, de modo que se deterioran los órganos de todos los sistemas, se descalcifican los huesos, se modifica la estructura corporal, disminuye la altura, se deforman las piernas, se cae el cabello, se arruga la piel, se deteriora el sistema nervioso y se produce una aceleración del envejecimiento.

Anorexia y bulimia son cada vez más comunes y no distinguen sexo ni edad. Como ya dijimos tienen orígenes anclados en el inconsciente, pero la sociedad incentiva y profundiza su negación, porque presiona permanentemente valorando la delgadez.

El ritmo de vida, la pérdida de determinados valores y la persecución de otros, la falta de límites, la caída de la autoridad son motivos que ayudan a adquirirlas y a evitar superarlas. Tomando conciencia de ellas y haciendo el tratamiento correcto se pueden superar, con la firme voluntad del enfermo y el apoyo de todo el entorno familiar, que también debe tratarse, ya que en realidad es una enfermedad familiar donde el emergente suele ser el anoréxico o el bulímico.