Una brasa enorme y etérea vagando a infinidad de años luz de la Tierra. Astrónomos de Estados Unidos dicen que así se ve el planeta más grande que se haya descubierto jamás. El nuevo objeto, denominado HAT-P-1b, es una esfera mucho más ancha que Júpiter –el astro más voluminoso del sistema solar–, pero menos densa que cualquier cuerpo celeste conocido. Los especialistas todavía no pueden explicar el porqué de sus cualidades.
(20/09/06 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Florencia Mangiapane)– El 14 de septiembre pasado, un equipo de astrónomos encabezado por Gaspar Bakos, del Harvard-Smithsonian Center for Astrophisics de Cambridge, Estados Unidos, anunció haber observado el planeta más grande que se haya descubierto en el universo. La noticia fue difundida en el último número de Science News online.
El nuevo objeto, divisado en tránsito por su estrella contigua gracias a seis pequeños telescopios robóticos (cuatro de Arizona y dos de Hawai), plantea a los astrónomos un verdadero intríngulis: se ubica a 450 años luz de la Tierra y está 20 veces más cerca de su estrella madre que nuestro planeta del Sol. Pero la presencia del astro en esa zona caliente no alcanza para explicar su baja densidad.
Siendo 36 por ciento más ancho que Júpiter, tiene la mitad de su consistencia, algo así como un cuarto de la levedad del agua, comentó a Science Robert Noyes, uno de sus descubridores. Muchos otros planetas ubicados como este, fuera del sistema solar, se sitúan aun más cerca de sus estrellas y, sin embargo, no presentan semejante distensión.
Por lo visto, los modelos de análisis con los que cuentan los científicos por el momento no permiten explicar por qué el astro recién descubierto tiene un radio tan grande. “Estamos ante un rompecabezas”, reconoció Noyes.
Los astrónomos del Harvard-Smithsonian pudieron detectar el cuerpo en cuestión porque periódicamente pasa entremedio de la Tierra y su estrella madre, la integrante más tenue de un sistema doble llamado ADS 16402. Cada tránsito se prolonga cerca de dos horas, durante las cuales el planeta impide que 1,5 por ciento de la luz que irradia la estrella llegue a la Tierra.
El HAT-P-1b es el duodécimo planeta descubierto con el método del tránsito, el único que permite calcular la masa y el tamaño de los astros extrasolares. La mayoría de los doscientos cuerpos de ese tipo descubiertos hasta ahora fueron encontrados por una vía indirecta: la medición del pequeño temblor que le producen a su estrella vecina cuando orbitan a su alrededor, lo que sólo habilita para estimar su masa máxima.
A pesar de la aparente rareza del cuerpo hallado, la noticia de su descubrimiento fue considerada por otros estudiosos del espacio como una confirmación de que no es tan extraño encontrar en el cosmos versiones barrigonas y calientes de Júpiter. “Ya se puede decir que estos objetos súper gigantes parecidos a Júpiter constituyen una clase por derecho propio y que su descubrimiento no es un mero golpe de suerte, como se pensaba”, afirmó Adam Burrows, de la Universidad de Arizona.
En los últimos años, los astrónomos dieron con objetos como el HD 209458b, de una densidad similar al nuevo planeta, o el TrES-2, que pesa casi el doble que Júpiter. Aun así, comparados con el recién llegado, esos cuerpos no significan para los expertos nada del otro mundo. Ni lerda, ni perezosa, la disciplina de los planetas parece haber recuperado la efervescencia previa a la triste caída de Plutón. A esperar las novedades de este nuevo arcano cósmico.