Febrero trae más sorpresas estelares. Ya vimos el eclipse de Luna. Esta semana divisaremos Saturno y Marte. Venus se verá claro durante todo el año. Durante el invierno y la primavera, se destacará Júpiter. Habrá otro eclipse parcial de Luna en agosto y la mayor lluvia de estrellas fugaces vendrá como regalo de fin de año.
(26-02.08 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Guillermo V. Goldes*)- “Febrero de 2008 es un mes atípico. Por un lado, tendrá 29 días, ya que el año 2008 es bisiesto. Luego de la Reforma Gregoriana del Calendario (año 1582), son bisiestos los años que sean múltiplos de 4, como 2004 ó 2008; pero que no sean múltiplos de 100 (como 1900, que no fue bisiesto, o 2100, que tampoco lo será), salvo que además sean múltiplos de 400 (como 2000, ¡que sí fue bisiesto!). Puede parecer complicado, pero no lo es tanto: cada cuatro años se agrega un día, pero cada 400 años se restan tres de los cuatro días agregados. Así, la duración media del año calendario resulta muy parecida a la del año trópico, que es el período entre el comienzo astronómico de dos primaveras sucesivas, es decir, el intervalo entre dos pasajes sucesivos del Sol por el equinoccio de setiembre. Si no se intercalaran los años bisiestos en este ciclo de 400 años de sumas y restas de días, se iría acumulando un desfasaje entre el año civil y el año trópico, que haría que las estaciones del año se fueran corriendo de fecha en forma creciente. Eso fue lo que ocurrió hasta 1582, cuando se había acumulado un desfasaje de 10 días … ¡en más de 1.000 años!
Este mes de febrero tuvieron lugar dos eclipses: uno de Sol el día 7; que no pudimos ver en la Argentina, ya que se produjo en plena noche, y otro de Luna los días 20 y 21; que sí pudimos apreciar. Comenzó alrededor de las 22:35 del día 20; alcanzó su máximo alrededor de las 0:30 del 21 y finalizó alrededor de las cuatro de la mañana de ese día, hora en que la Luna llena emergió por completo de la sombra terrestre y los observadores disfrutaron de ese peculiar tono rojizo con que se vistió nuestro satélite.
Pero atención: Febrero trae más sorpresas estelares todavía. Esta última semana será un momento propicio para observar Saturno, ya que el planeta anillado se encontrará casi a su mínima distancia de la Tierra. Será visible como un punto brillante y amarillento que sale por el Este a la puesta de Sol. A esa hora, en estos días, también Marte puede ser observado como un punto rojo, alto en el cielo.
Para ver a simple vista o con binoculares el resto de los planetas, conviene ir armando la agenda: Júpiter ofrecerá mejores posibilidades de observación durante las noches de invierno y primavera. En cuanto a Venus –el lucero-, el objeto más brillante del cielo exceptuando al Sol y la Luna, será visible durante todo el año, por algo más de una hora por día, con algunas salvedades: se lo observa siempre cerca del Sol y a baja altura sobre el horizonte. En verano y otoño, antes de su salida, por el Este; en invierno y primavera, luego de la puesta de Sol, por el Oeste.
En el rubro de los cometas, visitantes periódicos de nuestro sistema solar interior, este año será bastante pobre. No se prevé el acercamiento de ninguno que desarrolle una cola notable visible a ojo desnudo.
El día primero de agosto se producirá un eclipse total de Sol, uno de los fenómenos más dramáticos del cielo, aunque no será visible desde nuestro país. El 16 del mismo mes asistiremos al segundo eclipse de Luna del año; aunque en este caso, será sólo parcial, y veremos desde Argentina, sólo su última fase, ya que la Luna saldrá eclipsada sobre el horizonte. Será el cierre de la segunda temporada de eclipses del año.
En cuanto a las lluvias de estrellas fugaces, que en realidad son enjambres de meteoritos provenientes de cuerpos fragmentados que cruzan la órbita terrestre, el calendario sigue así:
En abril, podremos apreciar la lluvia de las Líridas, meteoritos remanentes del Cometa Thatcher;
En agosto, veremos la lluvia de las Perseidas, también conocidas como Lágrimas de San Lorenzo. En este caso, son restos del cometa Swift-Tuttle;
Durante octubre, tendremos oportunidad de apreciar la lluvia de las Oriónidas, que si bien es de intensidad moderada, corresponde a los restos de un visitante ilustre: el Cometa Halley;
En noviembre, se producirá la lluvia de las Leónidas, remanentes del Cometa Tempel-Tuttle;
Finalmente, durante diciembre, y como cierre del año astronómico, se producirá la mayor lluvia de estrellas fugaces del año, las llamadas Gemínidas, restos del Asteroide Peatón. “Durante su máximo esplendor, un observador con buena vista y poco sueño, podría avistar hasta 120 trazos por hora; es decir, 2 por cada minuto de observación”
El cielo nos brinda, como siempre, una serie de espectáculos gratuitos y emocionantes a lo largo del año, que bien merecen el esfuerzo de levantar la mirada y olvidar, por un momento, los problemas terrenales.
*El doctor Guillermo V. Goldes es doctor en Astronomía, magíster en museología y coordinador general del Museo Astronómico de la Universidad Nacional de Córdoba