Curvatura peneana, dolor y en algunos casos, disfunción eréctil son algunos de los síntomas que pueden manifestarse durante el desarrollo de la enfermedad de Peyronie. Afecta aproximadamente a cuatro de cada mil varones. Dado que no se sabe con precisión cuáles son las causas, expertos en urología afirman que es necesario que se realicen más investigaciones para hallar una cura más efectiva que las actualmente disponibles.
(04/08/08 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Bruno Geller) – Aproximadamente cuatro de cada mil varones pueden padecer la enfermedad de Peyronie. Algunos de los síntomas pueden ser dolor durante la erección, acortamiento del pene y dificultad para realizar el coito. Suele manifestarse a partir de los 50 años, pero también pueden sufrirla personas más jóvenes.
Esa enfermedad, “también conocida como induración plástica de los cuerpos cavernosos, consiste en una fibrosis (dureza) que se localiza en la llamada ‘túnica albugínea’ que no es otra cosa que una cubierta de los cuerpos eréctiles del pene”, señala el doctor Osvaldo Mazza, profesor titular de Urología de la UBA y jefe de la División Urología de los Hospitales Clínicas (UBA) y Alemán.
Ese tejido, que recubre los cuerpos eréctiles del pene que se llenan de sangre durante la excitación sexual, se endurece “debido a la formación de una especie de callo fibroso que dificulta la elasticidad peneana, produciendo habitualmente, curvatura peneana, dolor y disfunción eréctil”, explica el doctor Edgardo Becher, profesor adjunto de urología de la UBA, urólogo del Hospital de Clínicas y director del Centro de Urología, de Buenos Aires.
Mazza afirma que “es una enfermedad muy traumática. La deformidad peneana altera el esquema corporal del varón en su punto más sensible (el pene). A causa de su carácter progresivo y debido al fantasma de la impotencia, los pacientes requieren de una adecuada contención por parte del profesional actuante”.
Pese a haber sido descripta en el año 1743 por el médico François Gigot de La Peyronie, médico de la corte del rey Luis XIV, el origen de esa enfermedad aún es desconocido. “Se invocan muchas causas. Un traumatismo del pene durante el acto sexual sería la más acertada, junto con una reacción de autoinmunidad”, afirma Mazza. Y agrega: “El paciente vive esa dolencia con una gran carga de angustia, ya que, si bien no produce fallo (impotencia) de la erección, esta puede suceder con una deformidad tal que impida mecánicamente el coito”, asegura Mazza.
En algunos casos la manifestación de esa patología es mínima; y a veces, es retrógrada, es decir, “los síntomas desaparecen. Sin embargo, en otros pacientes, la enfermedad avanza paulatinamente”, señala Becher.
¿Existe una cura?
“Hay tratamientos médicos, pero relativamente efectivos. Son pocas las publicaciones disponibles que cuenten con un elevado nivel de evidencia médica.”, asegura Mazza. Y continua: “La principal dificultad se encuentra en establecer las causas precisas de la enfermedad, sin las cuales es difícil acertar con una terapéutica adecuada”.
Según Mazza, un fármaco llamado verapamilo (bloqueante del calcio, empleado en cardiología) es la más recomendable en uso local mediante la aplicación de microinyecciones o la colocación transdérmica, a través de una técnica conocida como iontoforesis. “La colchicina (un antiinflamatorio) calma la erección dolorosa. La vitamina E, que es un antioxidante, es utilizada con más frecuencia, pero tiene un menor potencial curativo”, señala el especialista. Y agrega: “La aplicación sobre la zona lesionada de láser de arseniuro de galio puede disolver la fibrosis, al menos parcialmente, en el 40 por ciento de los casos”.
Por su parte, Becher indica que en general, no existen tratamientos médicos muy exitosos. “Se han utilizado vitamina E, sales de potasio, colchicina, pero no existen estudios serios que avalen su eficacia. También se ha empleado la terapia de inyección de verapamilo dentro de la lesión, que ha mostrado resultados interesantes, especialmente en el dolor, pero no son estudios comparados con el placebo. En general, la curvatura no mejora sensiblemente”, asegura el experto.
De acuerdo con la gravedad de la fibrosis y con la falta de respuesta a los tratamientos no quirúrgicos, existen tres tipos de operaciones. “La corporoplastia consiste en someter al pene a maniobras quirúrgicas de enderezamiento, sin sacar la fibrosis. Otra intervención es la extirpación quirúrgica de la placa y la posterior cobertura del defecto con un parche compuesto de material autólogo (vena) o heterólogo (pericardio bovino)”, explica Mazza. Y agrega: “Esas cirugías tienen una tasa importante de recidivas e insatisfacción. La colocación de un implante de siliconas sólidas o inflables (hidráulicos), si este no se infecta (sucede en el 3 al 5 por ciento de los casos), es satisfactorio”.
“La cirugía (de implante) está reservada para los casos en que la penetración es imposible o muy dificultosa”, destaca Becher. Y agrega: “Hay muchas líneas de investigación, pero sin hallazgos importantes hasta ahora que modifiquen las terapias. Es necesaria una mayor investigación a nivel básico”, destaca Becher.
Impacto psicológico
Para el doctor León Gindin, director del Centro de Educación, Terapia e Investigación en Sexualidad (Cetis), “no hay una respuesta uniforme con respecto al modo en que la persona vive la enfermedad de Peyronie. Depende básicamente de dos factores. Por un lado, influye su historia previa y su psicología. Los varones depresivos se pueden sentir muy afectados por padecer esa patología; en cambio, otros que son más sanos van a buscar una solución rápidamente”.
Otro factor que incide en el ánimo de los pacientes está relacionado con el estadio de la enfermedad. “El problema está en si la enfermedad avanza o si se estabiliza. Si la incurvación del pene incapacita para realizar el acto sexual, la cirugía es una opción; pero si la persona no tiene dolor y la curvatura aún le permite realizar el coito, recomiendo evitar la intervención quirúrgica”.
Por otro lado, el médico psiquiatra, sexólogo clínico y presidente de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana, Adrián Sapetti, señala que en muchos casos esta patología acarrea cuadros depresivos con una disminución del deseo sexual. “En realidad, se trata de una respuesta psicológica defensiva. Evitan el encuentro sexual porque no quieren que una pareja potencial sepa que tienen la enfermedad de Peyronie, con una curvatura peneana observable aún cuando están en un estadio que no les impide tener una vida sexual”.
Gindin y Sapetti coinciden en que lo importante es trabajar el pesimismo y la depresión de algunos pacientes para que busquen soluciones y puedan mejorar su calidad de vida.
RECUADRO – DIAGNÓSTICO Y ETAPAS DE LA ENFERMEDAD DE PEYRONIE
(04/08/08 – Agencia CyTA – Instituto Leloir) – No se requiere de estudios sofisticados para el diagnóstico de esta enfermedad. “Una ecografía de pene o a lo sumo un estudio llamado ecodoppler -que evalúa los vasos del pene- pueden ayudar. El examen físico y la palpación de la placa fibrosa son determinantes en el diagnóstico y seguimiento de la enfermedad”, explica Osvaldo Mazza, profesor titular de Urología de la UBA y jefe de División Urología de los Hospitales Clínicas (UBA) y Alemán.
Con respecto a su evolución, la enfermedad de Peyronie tiene una fase inicial inflamatoria que se caracteriza por la aparición de dolor espontáneo cuando se produce la erección o cuando se realiza el coito. Luego, sigue la fase de estabilización en la que la placa ya no duele y no progresa. De acuerdo con el grado de la curvatura del pene, puede originarse una disfunción eréctil.
“Muchos pacientes no tienen síntomas o no les molesta, pero otros padecen serias consecuencias en su sexualidad, con lo que ello significa psicológicamente, en su vida de relación y autoestima”, indica el doctor Edgardo Becher, profesor adjunto de urología de la UBA, urólogo del Hospital de Clínicas y director del Centro de Urología, en Capital Federal.