El nivel de ruido dentro del océano se ha incrementado diez veces en comparación con el registrado en la década de los ’60. Las mediciones fueron realizadas por investigadores estadounidenses que destacan la importancia de realizar investigaciones que determinen el modo en que ese tipo de contaminación afecta a la vida marina.
(19/10/06 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Bruno Geller)– Así como aumenta la contaminación acústica sobre la superficie de los continentes, el ruido también se está convirtiendo en un factor de polución en los océanos.
Una investigación, publicada en la revista científica The Journal of the Acoustical Society of America de agosto, señala que el ruido subacuático es diez veces mayor al que existía hace cuarenta años.
Los autores del trabajo, John Hildebrand y Sean Wiggins, investigadores del Instituto Oceanográfico Scripps, dependiente de la Universidad de California en San Diego, y Mark McDonald, director de Whale Acoustics, un centro de investigación que analiza los efectos que tienen sobre las ballenas los ruidos generados por las actividades humanas, accedieron a documentos desclasificados de la armada estadounidense que contienen datos acústicos registrados entre 1964-1966.
Compararon esas mediciones con otras registradas en 2003-2004 en la misma área frente a la isla de San Nicolás, 160 millas al oeste de San Diego. Observaron que hubo un aumento de 10 a 12 decibeles en las últimas cuatro décadas, un incremento aproximado a tres decibeles por década.
Hildebrand atribuye el aumento del ruido al incremento del transporte comercial global. Hace 38 años, la flota comercial mundial contaba con 41.865 naves, en el año 2003 circulaban por los océanos más del doble, casi 90 mil. Además, los barcos actuales alcanzan velocidades más altas y poseen una mayor potencia propulsora, lo que genera una mayor contaminación acústica submarina.
Varios expertos señalan también que los sonidos más perturbadores son los que produce la prospección petrolera y de gas en el suelo marino mediante el empleo de sonares militares de baja frecuencia.
Los autores del estudio piensan que el ruido registrado frente a la Isla de San Nicolás puede ser similar al del sector del nordeste del Océano Pacífico.
Aún no se sabe con exactitud el modo en que el ruido afecta a los animales marinos, sin embargo, varios investigadores han trabajado y continúan haciéndolo para conocer sus consecuencias.
Investigadores estadounidenses y británicos, encabezados por Andrew D. Foote, científico de la Universidad de Durham, Reino Unido, concluyeron tras un estudio que las orcas de la costa oeste de EEUU extienden la duración de las ondas con las que se comunican para que sus compañeras puedan escucharlas debido al aumento de la contaminación acústica subacuática.
Los autores del trabajo sostienen que esos cetáceos ajustan su conducta para compensar el ruido que generan las actividades humanas. Sus conclusiones fueron publicadas en la revista científica Nature en el 2004.
Una investigación similar, realizada en Canadá en el 2002, demostró que las belugas, otra especie perteneciente a los cetáceos, no solo repiten sus vocalizaciones, sino que también lo hacen en frecuencias más altas cuando el ruido es más fuerte.
La sordera y otro tipo de lesiones generadas por esa contaminación pueden desorientar a algunos cetáceos y hacer que queden varados en las playas, causándoles la muerte.
La transformación que han sufrido los océanos a causa de la actividad humana ha sido tal que la Sociedad Británica para la Conservación de Ballenas y Delfines propuso la firma de un tratado mundial para regular la polución acústica submarina. Esta medida sería aplaudida no solo por los defensores del medio ambiente, sino también por las especies animales que viven en el mar.