Un diminuto implante desarrollado por expertos del MIT permitirá monitorear desde el interior el crecimiento de tumores y la eficacia de la quimioterapia en pacientes con cáncer.
(5/1/07 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Florencia Mangiapane) – Saber si un tumor se achica o se agranda con el tiempo, y hasta qué punto sirve la droga que los médicos eligieron para combatirlo son dos inquietudes clave para los pacientes con cáncer y los profesionales que los atienden.
En busca de respuestas al primer interrogante, hoy en día se le introducen al paciente pequeñísimas partículas que son sensibles a sustancias como la glucosa y el oxígeno, asociadas con el crecimiento de tumores. Por otro lado, se recurre al análisis de laboratorio para detectar la circulación en sangre de las drogas indicadas por el oncólogo para el tratamiento de la enfermedad.
Pero a pesar de los avances científicos de los últimos años, los médicos siguen trabajando un poco a tientas: las “nanopartículas” permanecen en el interior del cuerpo no mucho tiempo, y los análisis de sangre tampoco permiten saber a ciencia cierta si las drogas alcanzan verdaderamente su objetivo.
“Como el sistema de vasos sanguíneos que rodea a los tumores es complejo, uno no puede confiar en que las drogas detectadas en sangre hayan llegado también al tumor, explica Grace Kim, de la División de Ciencias de la Salud y Tecnología de Harvard-Massachusetts Institute of Technology (MIT), en un reciente comunicado de prensa del instituto estadounidense.
Kim participó en el desarrollo de la novedad que acaba de dar a conocer el MIT, un diminuto implante para seguir de cerca los tumores por períodos prolongados de tiempo. El equipo de investigadores contó que el dispositivo se coloca directamente dentro del tumor y ayuda a determinar qué cantidad de droga está llegando hasta allí.
“Uno necesita asegurarse de manera rápida y precisa de que la droga esté funcionando o saber si conviene utilizar otra”, señala el profesor Michael Cima, del Departamento de Ciencia de los Materiales e Ingeniería del MIT, que lidera el equipo de investigación. El novedoso adminículo es un sensor magnético multipropósito, que serviría también para saber si el tumor se está agrandando o reduciendo, y si se expandió hacia otras zonas.
Pero ¿en qué consiste el dispositivo? Se trata de un envoltorio de silicona en el que quedan atrapadas nanopartículas de óxido de hierro, bañadas con un azúcar denominado dextrina. A las partículas, que hacen las veces de imán, se les puede adosar anticuerpos específicos para las moléculas que se quiera identificar. Si esas moléculas se encuentran presentes en la zona, se unen a las partículas y hacen que éstas se amontonen. Así, se forma una especie de grumo, que puede ser detectado por medio de un estudio de resonancia magnética.
Lo interesante del envoltorio de silicona es que está sellado con una membrana porosa, diseñada de tal manera que sus aberturas impiden la salida de las partículas detectoras, pero permiten el ingreso de las moléculas microscópicas que se quiere identificar.
El desarrollo parece prometedor, aunque su puesta a punto llevará tiempo. El equipo de trabajo lo probó hasta ahora en animales. Antes de evaluar su funcionamiento en personas, los investigadores necesitan ampliar los estudios preclínicos. Los resultados preliminares, que están por ser publicados, ya fueron presentados en varios encuentros internacionales de la especialidad.