Debido a la enorme cantidad de personas que aún no tienen acceso al agua potable, investigadores de todo el mundo buscan desarrollar métodos sencillos y económicos que sirvan como paliativos para cubrir esa necesidad básica. Marta Litter, investigadora del CONICET en la Comisión Nacional de Energía Atómica, abordó diferentes aspectos relacionados con esta temática en una entrevista que brindó a la Agencia CyTA.
(05/08/10 – Agencia CyTA – Instituto Leloir)-. En el 2000, los países que adhirieron a los compromisos internacionales impulsados por las Naciones Unidas se comprometieron a reducir a la mitad, para 2015, la proporción de la población sin acceso a agua potable segura. Sin embargo, muchos especialistas opinan que será difícil que esos objetivos se cumplan, dado que no se tomaron medidas radicales para alcanzar ese objetivo.
Para Marta Litter, doctora en química de la UBA e investigadora del CONICET en la Comisión Nacional de Energía Atómica, “tendría que haber agua segura para todo el mundo. Un gran porcentaje de la población de la Argentina y de muchos otros países no tiene acceso a una red de distribución de agua. Teniendo en cuenta que falta un largo camino por recorrer para que toda la humanidad tenga ese derecho básico satisfecho, existen una serie de métodos económicos cuya aplicación permitiría mejorar la calidad del agua en zonas rurales y periurbanas del país”, y enfatizó: “Si bien esas técnicas pueden ser beneficiosas para mejorar la vida cotidiana de varias comunidades, tan sólo constituyen medidas paliativas hasta lograr una solución más permanente y sostenible.”
Durante varios años Litter y un equipo de colegas participaron en un proyecto – financiado por la Organización de Estados Americanos (OEA) – denominado “Tecnologías Económicas para la desinfección y descontaminación de aguas en zonas rurales de América Latina” en el que participaron científicas de Argentina, Chile, Brasil, México, Perú y Trinidad y Tobago. “Lo que hicimos básicamente fue probar la eficiencia de métodos sencillos y económicos para remover arsénico, contaminación biológica (la producida por bacterias y otros microorganismos) y contaminación química (generada por insecticidas, fertilizantes, y otros compuestos químicos)”, puntualizó a la Agencia CyTA la doctora Litter. Y enumeró algunas de las complicaciones que tiene para la salud la ingesta de agua contaminada: “El arsénico está presente en el agua subterránea en varias zonas del país, por lo que decimos que se trata de una contaminación de origen natural. En los casos de poblaciones no conectadas a redes de agua potable, como las fuentes de agua de bebida suelen ser pozos de donde se bombea el agua para abastecimiento, esta agua suele contener concentraciones importantes de arsénico. De esta forma, el arsénico se va acumulando en el organismo, causando una enfermedad llamada hidroarsenicismo crónico regional endémico que, en algunos casos puede derivar en cánceres de piel y estaría asociado también a lesiones en órganos internos. “Por otra parte–señala Litter–, en lo que hace a contaminación bacteriana, una problemática muy frecuente en nuestros países es la de las enfermedades diarreicas, sobre todo infantiles, provocada por la presencia de microorganismos en el agua”.
Métodos económicos
“En el proyecto financiado por la OEA, estudiamos principalmente tres métodos para descontaminar el agua”, indicó Litter. Y continuó: “Una técnica que analizamos, y que era ampliamente conocida, se basa en la utilización de botellas plásticas. Si éstas contienen agua microbiológicamente contaminada y se las expone a la luz solar durante varias horas, se pueden eliminar bacterias y virus. Pero esta técnica no funciona para eliminar otros contaminantes. Además, el agua se debe beber en las siguientes horas, de lo contrario los microorganismos se vuelven a reproducir.”
La segunda técnica, que apunta a la remoción de arsénico, también era conocida, y se basa en exponer las botellas al sol, pero con el agregado de unas gotas de jugo de limón. Si el agua contiene suficiente cantidad de hierro, se producen unos “copitos” (flóculos) que terminan reteniendo el arsénico y separándolo del agua. La técnica fue probada en distintos países para identificar propiedades diferenciales derivadas de las características físicoquímicas del agua. “Notamos que en el norte de Chile, la remoción de arsénico en aguas naturales llegaba a ser de un 90 por ciento, pero en Tucumán el nivel de remoción era sólo de entre el 30 y el 40 por ciento. Finalmente descubrimos que el porcentaje de remoción de arsénico de las aguas de pozo contaminadas era mayor si se agregaba al agua una determinada cantidad de hierro que dependía de las propiedades del agua y que variaba de lugar a lugar.”
Litter señaló que, a diferencia de los métodos anteriores, la tercera tecnología empleada fue desarrollada por ella y sus colegas en la CNEA. “Nuestra especialidad es la fotocatálisis heterogénea, que usa una sustancia llamada dióxido de titanio. Recubrimos las botellas de agua con una fina película de esta sustancia; por exposición al sol, esta sustancia es capaz de promover la remoción de la contaminación microbiológica, el arsénico y también de determinados tipos de contaminación química, por ejemplo de algunos insecticidas”, destacó la investigadora del CONICET.
De acuerdo con la investigadora, estas tecnologías pueden ser útiles para poblaciones dispersas, de pocos habitantes, y para tratamientos más que nada domiciliarios o comunitarios, como los que alcanzan a un pequeño poblado o una escuela. Las comunidades podrían acceder a estás técnicas si se realizara un esfuerzo de trabajo conjunto entre científicos, autoridades municipales y organismos no gubernamentales, entre otros actores sociales, ya que el uso de estos métodos debe ser precedido por una capacitación. “No se trata sólo de tener un presupuesto adecuado para la realización de este tipo de proyectos, sino también de poder contar con el apoyo de líderes comunitarios. No resulta sencillo para los investigadores presentarse en las comunidades o pueblos en forma directa, irrumpiendo en ellas. Necesitamos que un maestro u otra figura significativa de la comunidad cumpla un papel de intermediario”.
Mirando la nanotecnología
Desde la gerencia Química de la CNEA, Litter y sus colegas comenzaron recientemente a investigar el empleo de productos nanotecnológicos para descontaminar recursos hídricos. La nanotecnología es una rama científica que permite la creación de nuevos materiales útiles, dispositivos y sistemas dotados de propiedades novedosas. Lo hace posible mediante el control de la materia en la escala del nanómetro (millonésima parte de un milímetro) y del micrón, que equivale a 1000 nanómetros. Esos materiales están generando una revolución tecnológica en la medicina, en la biología, en la informática y en la construcción, entre otros campos.
“Estamos probando la eficacia de nanopartículas de hierro para remover arsénico, plomo y otros contaminantes del agua. También pretendemos experimentar con nanopartículas de cobre”, indicó Litter. Y agregó: “Las pruebas realizadas hasta el momento indican un alto grado de eficacia. Este campo de investigación es posible gracias a la existencia de varios grupos de investigación y de algunas empresas nacionales que poco a poco han comenzado a hacer sus apuestas en el campo de la nanotecnología. Asimismo se requieren estudios que evalúen el efecto que pudiera producir en la naturaleza el empleo de las nanopartículas”.
Como bien señala Litter, estas metodologías sirven de paliativos en comunidades sin acceso a agua potable y segura para la salud. Las medidas de fondo, cuya responsabilidad está a cargo de los gobiernos, deberían no obstante proveer de este líquido vital que ha sido ya considerado por las Naciones Unidas como un derecho humano fundamental.
Las botellas de plástico recubiertas con dióxido de titanio que son expuestas al Sol pueden remover contaminación microbiológica, el arsénico y también determinados tipos de contaminación química.
Créditos: CNEA