La sensibilidad gustativa de las abejas se ve afectada una vez que se forma una memoria “floral” olfativa compartida por la población de la colmena. Los autores del trabajo, investigadores del CONICET y de la UBA, esperan que los resultados de esta investigación contribuyan a la comprensión del funcionamiento de las redes sociales.

(12/11/10 – Agencia CyTA – Instituto Leloir)-. Las colmenas de abejas son un modelo experimental muy útil para estudiar cómo funciona una red social donde fluye información. “Esta red es descentralizada, aunque cuente con individuos que presenten diferente grado de conectividad. Funcionaría de modo similar a una red como Internet. Sin embargo, cuenta con una complejidad adicional: aquellos individuos más jóvenes, ‘periféricos’ y poco selectivos cumplirán un rol central en la red de distribución de información cuando alcancen edades avanzadas”, señaló a la Agencia CyTA el doctor Walter Farina, investigador del CONICET y profesor de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Y agregó: “Esto es importante porque lo que aprendan de muy jóvenes tendrá consecuencias en la toma de decisiones al llegar a edades maduras, haciendo que la información ‘social’ que alguna vez recibieron siga afectando sus conductas cuando lleguen a tener una participación mucho más relevante desde el punto de vista informativo.”

Farina, junto con un equipo de investigadores, realizó un estudio que revela que la sensibilidad gustativa de las abejas se ve afectada una vez que se forma una memoria “floral” olfativa. “Es decir, una vez que se forma una memoria que permita ‘identificar’ un tipo de alimento, como por ejemplo su olor, las abejas están más propensas a volver a tener nuevas interacciones sociales que permiten que el alimento y ‘su información’ se transfieran más rápidamente”, explicó Farina cuyo trabajo fue publicado en la revista científica PloS ONE. Y agregó: “Lo que encontramos es que estos cambios en la sensibilidad gustativa dependen de la edad de la abeja, lo que es similar a decir que depende del ‘rol’ que ocupa cada individuo dentro de la red de distribución”.

Comunicación entre abejas

El objetivo de los investigadores consistió en evaluar cómo se propaga la información dentro de una sociedad muy numerosa y descentralizada de individuos como es una colmena de abejas. “Una vez que una abeja obtiene néctar de las flores regresa a la colmena y lo distribuye por contactos boca a boca a algunos individuos dentro del nido. Estos individuos a su vez lo distribuyen a otros. Así se establecen redes dinámicas donde el alimento con sus características intrínsecas como olor y sabor, entre otras características, se distribuye entre muchos individuos, aun los más alejados de la entrada del nido”, indicó Farina, que también se desempeña como investigador responsable del Grupo de Estudio de Insectos Sociales del Departamento de Biodiversidad y Biología Experimental de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias (IFIBYNE)-CONICET. Y continuó: “Utilizando protocolos estandarizados para estudiar conducta, pero sin perder de vista el enfoque social del problema en cuestión, se hizo factible estudiar cómo una información que surge localmente (entre el individuo que recolectó en la flor y el receptor del alimento que está ubicado dentro del nido) va adquiriendo características ‘sociales’ (es decir una alta proporción de individuos comparten esa información). Dado que estas redes sociales tienen la característica de ser ‘libres de escala’, es decir pocos individuos tienen una alta conectividad mientras que la mayoría tiene muy poca, nos focalizamos en estudiar cómo esas diferentes categorías de individuos van adquiriendo y recordando la información del olor y de la riqueza energética del alimento que se cosechó fuera del nido.”

Asimismo los autores del estudio observaron que aquellas abejas de mediana edad (dos semanas de vida en promedio), que son habitualmente las receptoras primarias del alimento, son más selectivas al momento de recibirlo. “Esto implica que esos individuos no solo están muy bien conectados, sino que también pueden ‘moderar’ el pasaje de información a otros miembros de la colonia. Por el contrario, las abejas más jóvenes, que están ‘más alejadas de los centros de información’, son menos selectivas al alimento circulante. Esto sugiere que la propagación de la información parece depender en gran medida del ‘moderador’, el cual en base a las características del alimento que reciba distribuirá o no el alimento”, destacó Farina. Y agregó: “Actualmente nos estamos focalizando en el rol de las experiencias tempranas sobre las preferencias recolectoras de las abejas. Es decir, nos preguntamos si la información que se obtiene precozmente sobre un recurso tiene influencias sobre esos individuos una vez que alcanzan edades en las que realicen casi exclusivamente la obtención de recursos. Este marco creemos que nos permitirá entender las implicancias del aprendizaje precoz que tiene lugar en sociedades animales muy numerosas. Por otro lado, y considerando que la abeja tiene una gran importancia económica (produciendo miel, entre otros productos, y como el más importante polinizador de cultivos), su gran capacidad de aprender y ‘recordar’ permiten imaginar mejores técnicas de manejo de colmenas en ecosistemas agrícolas que requieran a las abejas para polinizador sus cultivos.”

En el estudio, publicado en PLoS ONE, también participaron Gabriela Ramírez, Andrés Martínez, Vanesa Fernández y Gonzalo Corti Bielsa del Grupo de Estudio de Insectos Sociales encabezado por Farina y contó con fondos provenientes del CONICET, de UBACYT, de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica y de la Fundación Guggenheim.  

FOTO COMUNICACION Abejas 

 

 

 

 

 

Abejas transfiriendo alimento en la colmena.

Créditos: IFIBYNE-CONICET