Aimé Bonpland y Alexander von Humboldt redescubrieron América del Sur a través de una expedición científica durante la que entraron también en contacto con la realidad política y social del lugar. Los investigadores Pablo Penchaszadeh y Miguel de Asúa publican un libro que reproduce la saga de esos científicos europeos que marcaron desde sus orígenes las ciencias del ambiente, la meteorología, la fitogeografía y la geofísica.
(12/01/11 – Agencia CyTA – Instituto Leloir)-. Deslumbrante podría ser el término que describa al libro “El deslumbramiento, Aimé Bonpland y Alexander von Humboldt en Sudamérica”. A través de una edición impecable que incluye fotografías, ilustraciones, numerosas fuentes bibliográficas y análisis históricos, Pablo Penchaszadeh y Miguel de Asúa describen el viaje de “descubrimiento” que Bonpland y Humboldt realizaron en América del Sur. La edición cuenta con el apoyo de la embajada de Francia, el CONICET, el Museo Argentino de Ciencias Naturales (MACN) y la revista Ciencia Hoy.
A través de diferentes recursos, el libro invita a sumergirse de manera muy vivida en lo que fue la experiencia de “un nuevo mundo” a través de los ojos de los dos exploradores científicos europeos que a comienzos del siglo XIX se internaron, no sólo en paisajes naturales del vasto territorio sudamericano, sino que también se “deslumbraron” con las sociedades con las que iban entrando en contacto desde Venezuela hasta el Río de la Plata.
“El deslumbramiento…” cuenta la historia del naturalista, médico y botánico francés Bonpland, sobre todo del período que vivió en el Río de la Plata, que fue la mitad de su vida. “Del resto, nos concentramos sobre todo en el viaje que junto con el geógrafo y naturalista alemán Humboldt efectuaron por las tres Américas (América del Norte, Centro América y Sudamérica)”, indicó a la Agencia CyTA de Asúa, doctor en Medicina por la Universidad de Buenos Aires y máster en Historia y Filosofía de la Ciencia.
“El libro repasa la saga sudamericana de Bonpland y Humboldt, en su significado y desde la perspectiva fotográfica. Tiene su origen en una muestra itinerante que hicimos con base en el MACN, en la que juntamos mucho más material que el expuesto y entonces nos pusimos a hacer un libro”, explicó Penchaszadeh, doctor en biología e investigador del CONICET en el MACN.
Naturalistas de la “ciencia romántica”
Humboldt y Bonpland fueron naturalistas-viajeros prototípicos de lo que se conoce como “ciencia romántica”, señala de Asúa, que también es doctor en Historia y miembro del CONICET. Y agrega: “Los motivaba la adquisición de un saber sobre la naturaleza de tipo totalizador, geográfico, botánico, meteorológico, geológico, en fin, un enfoque en términos de fuerzas opuestas que se equilibran en escala planetaria. A diferencia de Darwin, que participó como acompañante del capitán FitzRoy en una expedición cuyo objetivo excluyente era cartografiar las costas de América del Sur con fines de inteligencia naval y comercial, Humboldt y Bonpland no participaban de empresa imperial alguna, de hecho, el viaje fue financiado con la fortuna de Humboldt y no estuvo patrocinado por ninguna potencia europea. Fue una empresa privada. Por supuesto, ambos sabios mantuvieron siempre una referencia inconmovible hacia los centros de saber científico en Europa.”
De regreso en Europa, Bonpland se convierte en el botánico al servicio de Josefina Bonaparte y en 1817 regresa a Sudamérica para radicarse en el Río de la Plata.
De acuerdo con de Asúa, Humboldt fue un científico muy importante cuyo trabajo está en la raíz de vastos sectores de lo que hoy se llama ciencias del ambiente, meteorología, fitogeografía, geofísica y ciencias de la Tierra en general. “Los 40 volúmenes de ‘El Viaje a las Regiones Equinocciales’ son uno de los grandes monumentos de la ciencia del siglo XIX. Bonpland tuvo menor estatura como científico, ya que era botánico y, de hecho, un botánico más de campo que de gabinete, pero a nosotros nos interesa más, pues fue él quien vivió en los territorios de lo que luego sería la Argentina. Es por eso que miramos a este episodio con los ojos de Bonpland”, destaca.
Además de estudiar científicamente la región, los exploradores se vieron involucrados en la realidad política de esos tiempos. “Ya en el Río de la Plata, Bonpland actuó como médico militar en los ejércitos correntinos, para lo cual debió haberle sido útil su entrenamiento como cirujano de marina en Francia. El cirujano de la ‘Legión libertadora’ que Lavalle organizó en Martín García le enviaba enfermos para que los atendiera. Por pedido de Urquiza, en 1850 trató una epidemia de disentería que se había declarado en el Ejército Grande”, escribe de Asúa.
Penchaszadeh visitó y fotografió algunos lugares que fueron importantes en el recorrido de Bonpland y Humboldt. “El éxtasis de un científico al descubrir algo o al comprobar una hipótesis, o al ‘darse cuenta’ de un proceso es de la misma naturaleza que la del artista en el proceso de creación y al dar por concluida una obra de arte. ‘Acompañar’ fotográficamente a Bonpland y Humboldt en su derrotero sudamericano de hace 200 años fue de una gran euforia, sobre todo por el ir hallando cosas que restaban idénticas a sus descripciones. La mirada del artista se cruza con la del científico y en un punto es una sola; es difícil separarlas. Por ejemplo la búsqueda de la ‘piedra de los ojos’, el hallazgo de la descripción de una surgencia de aguas frías en el oriente venezolano o las formidables murallas incaicas”, afirmó Penchaszadeh, quien recibió la distinción “Caballero de las Palmas Académicas” de la República de Francia en 2009, por su trayectoria científica, habiéndose formado además como artista en pintura, escultura y fotografía.
En el libro, de Asúa escribe que “detrás de las lecturas de los instrumentos y la clasificación de los especímenes botánicos está la visión. Humboldt y Bonpland fueron deslumbrados por América tropical en particular, en todo el esplendor de su lujuriante vegetación, de su geografía que pone en cuestión la escala humana mediterránea, de sus animales que nunca dejaron de ser ‘nuevos’ para los expedicionarios del Viejo Mundo que los percibían por primera vez. El de Humboldt y Bonpland fue un enamoramiento visual con esta América, recodificado y transmitido en categorías de pensamiento europeo.”
Salinas de Pampatar (casa de sal en idioma guaiquerí), Isla Margarita. Fue uno de los destinos de Bonpland y Humboldt.
Crédito de la foto: Pablo E. Penchaszadeh
Cordillera de Araya desde el aire, lugar recorrido por Bonpland y Humboldt en su viaje por América del Sur.
Crédito de la foto: Pablo E. Penchaszadeh