Esta novedosa combinación de informática, matemática, estadística, biología, medicina y física, entre otras disciplinas, permite analizar un gran volumen de información. Científicos argentinos ya la aplican para investigar desde la enfermedad de Alzheimer hasta la genética de plantas.
(08/06/2012 – Agencia CyTA-Informática)-. Las nuevas capacidades tecnológicas que generan datos biológicos mediante técnicas de alta productividad, como los “secuenciadores de genomas” que revelan la estructura del ADN, pueden exceder a la capacidad de interpretación del discernimiento humano. Para hacer frente a ese desafío nació la bioinformática.
“Esta herramienta convierte esa enorme cantidad de datos en información útil, es decir, permite su discernimiento en períodos de tiempo más breves”, señaló a la Agencia CyTA la doctora Cristina Marino Buslje, jefa del laboratorio de Bioinformática Estructural del Instituto Leloir, creado en el año 2010, e integrante de la Asociación Argentina de Bioinformática y Biología Computacional (A2B2C)
La bioinformática desarrolla y aplica técnicas y recursos computacionales al manejo y análisis de grandes volúmenes de datos biológicos. Engloba aspectos de adquisición, procesado, almacenamiento, distribución, análisis e interpretación de información biológica, por lo que, en la práctica, involucra saberes de disciplinas tales como informática, matemática, física, estadística, ciencias de la computación, inteligencia artificial, química, bioquímica y biología, entre otras.
De carácter multidisciplinario, la bioinformática aborda diversos problemas relacionados con la biología y ciencias de la salud. En el campo de la genómica, por ejemplo, aplica algoritmos para comparar genomas, detectar nuevos genes, identificar alteraciones de secuencias y reconocer sitios de regulación genética, entre otras funciones.
Pero la bioinformática no se aplica sólo a genes o moléculas. También resulta útil para procesar la información que surge a raíz de estudios clínicos en el que participan miles de pacientes en forma voluntaria y en los cuales se pretende relacionar, por ejemplo, la presencia de ciertos marcadores genéticos con patologías tales como el cáncer o la enfermedad de Alzheimer. “En este sentido es muy importante contar con herramientas como la bioinformática para procesar esos datos y convertirlos en conocimiento”, indicó el doctor Ariel Chernomoretz, quien también integra el laboratorio de Marino Buslje.
Procesar toda la información científica requiere el empleo de software especializado, “que se revisa continuamente y se mejora a la luz de nuevos conocimientos”, afirmó Marino Buslje.
En la actualidad, los doctores Marino Buslje y Chernomoretz desarrollan diferentes líneas de investigación. Una consiste en el análisis de grandes cantidades de mutaciones en una familia de proteínas denominadas “kinasas”, que son fundamentales en el desarrollo del cáncer. También están desarrollando un sistema computacional que permita visualizar gráficamente e inferir distintas propiedades de las proteínas, como su sitio activo o el tipo de reacción bioquímica que acelera o propicia; procuran identificar marcadores para el diagnóstico precoz de la enfermedad de Alzheimer; y apuntan a caracterizar mecanismos de regulación genética que operan cuando una especie vegetal se encuentra frente a situaciones de sequía, salinidad, exceso de calor o frío.
La doctora Cristina Marino Buslje, jefa del laboratorio de Bioinformática Estructural del Instituto Leloir creado en el año 2010 y socia fundadora de la Asociación Argentina de Bioinformática y Biología Computacional, analizando la estructura de una proteína.
Créditos: Agencia CyTA – Instituto Leloir