Sus enzimas se podrían aplicar a la fabricación de productos tan diversos como detergentes, vinos, medicamentos, alimentos y combustibles.
(04/07/12 – Agencia CyTA – Instituto Leloir. Por Bruno Geller)-. En el Canal de Beagle habita una gran diversidad de organismos capaces de crecer y sobrevivir a temperaturas extremadamente frías. Ahora, un equipo de científicos de Argentina y Alemania anunció el aislamiento de 230 bacterias en esa región subantártica, las cuales podrían tener utilidad en el campo de la biotecnología.
Las bacterias fueron extraídas tanto de las aguas gélidas como de los intestinos de langostillas, centellones, erizos, lapas y otras especies marinas. Según explicó uno de los autores principales del trabajo, el doctor en Bioquímica e investigador del CONICET Héctor Cristóbal, los microorganismos fabrican enzimas para acelerar y controlar distintas reacciones químicas vitales. Y su empleo podría mejorar procesos industriales y originar de esta forma nuevos productos biotecnológicos.
“La biotecnología es la combinación de la tecnología con los procesos biológicos para producir productos químicos, alimentos, combustibles y medicamentos, como también el tratamiento de residuos o el control de la contaminación”, señaló Cristóbal, quien se desempeña en el Instituto de Investigaciones para la Industria Química (INIQUI) en la Universidad Nacional de Salta (UNSa).
Las enzimas que son activas en frío, en particular, tienen un enorme potencial de aplicaciones en industrias químicas, alimentarias y farmacéuticas, por ejemplo, para facilitar determinados procesos a baja temperatura. “Sus aplicaciones incluyen los lavados en frío de ropa, soluciones para el lavado de lentes de contacto, biosensores ambientales, biorremediaciones, biotransformaciones, tratamiento de enfermedades cutáneas y la hidrólisis de lactosa en leche, vinos y jugos”, destacó Cristóbal.
“Debido a los costos exorbitantes de los productos importados, es de vital importancia realizar estudios que permitan desarrollar en nuestro país conocimientos que generen diferentes aportes al sector industrial”, concluyó el investigador. Del trabajo, publicado en la revista Journal of Basic Microbiology, también participaron la bioquímica Alejandra López, el doctor Carlos Abate, del Instituto PROIMI – CONICET, y la doctora Erika Kothe, de la Universidad de Friedrich-Schiller en Jena, Alemania.
El Doctor en Bioquímica e investigador del CONICET Héctor A. Cristóbal en Puerto Deseado.
Créditos: Gentileza del Dr. Héctor Cristóbal