Representan un 8 por ciento de las 900 que se han descrito a nivel mundial. Su picadura, que puede causar desde ardor hasta reacciones alérgicas, puede tratarse muchas veces con vinagre común. Cada año, pasear por las playas de nuestro litoral marino y sumergirse en sus aguas es un placer para cientos de miles de veraneantes. Sin embargo, la presencia de medusas o aguas vivas puede provocar momentos poco gratos no sólo para los turistas sino también para los comerciantes de las zonas afectadas.
En las costas argentinas hay cerca de 70 especies de aguas vivas, de las 900 que han sido descritas a nivel mundial, señaló a la Agencia CyTA el doctor Hermes Mianzan, investigador del CONICET y responsable del proyecto Ecología Pesquera del Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP), en Mar del Plata.
(18/02/2013 – Agencia CyTA – Instituto Leloir)-.
En los balnearios de aguas más cálidas, como los del Municipio de la Costa (de San Clemente a Mar de Ajó), Pehuencó, Monte Hermoso y Claromecó, en apariencia se observan más medusas, señaló Mianzan. No obstante, “también se las encuentra en lugares como Mar del Plata, Pinamar, Villa Gesell, Las Grutas y Puerto Madryn”, agregó.
Las aguas vivas que ocasionan problemas a los turistas con mayor frecuencia pertenecen a la especie Olindias sambaquiensis. Miden cerca de 15 cm de diámetro y tienen tentáculos muy venenosos. “Producen un fuerte ardor y las heridas han llevado a la hospitalización en algunas personas”, explicó el doctor Gabriel Genzano, investigador del CONICET en el Laboratorio de Medusas de la Universidad Nacional de Mar del Plata.
En Villa Gesell, San Clemente y Mar del Plata también se pueden hallar aguas vivas de la especie Lirope tetraphylla, conocidas como “tapioca” o “pica-pica”, que son difíciles de distinguir porque miden aproximadamente un centímetro. “No se ven pero causan una fuerte molestia, ardor y prurito”, explicó Genzano.
Las aguas vivas utilizan las toxinas para cazar presas y como medio de defensa. En líneas generales, si el sitio de picadura está cerca de la cabeza y el dorso, la absorción del veneno a la circulación central es más rápida. Y los niños son más susceptibles al daño por su menor peso y superficie corporal (lo cual, en proporción, aumenta la exposición al veneno inoculado).
“La prevención es todos los casos es evitar el contacto, no raspar la zona afectada ni frotar con toallas ni arena, pues lo único que se consigue con esto en introducir más veneno en las víctimas”, destacó Genzano.
Los expertos aconsejan concurrir a puestos de asistencia de guardavidas. En un informe reciente publicado en la revista Medicina de Buenos Aires sobre la picadura de medusas Olindias sambaquiensis, médicos del Hospital Británico y del Hospital Naval Buenos Aires recomendaron que se aplique en la herida suero fisiológico dado que previene la activación de los nematocistos (agujas microscópicas huecas que usan las aguas vivas para inyectar las toxinas). Asimismo, indican que el lavado con agua de mar debe considerarse como último recurso ya que puede contaminar la lesión con patógenos marinos. Sugieren también evitar el uso de agua potable y el rascado de la piel, ya que facilitan la descarga del veneno de los nematocistos en el organismo.
Rociar la región afectada con vinagre es otra opción. Según Mianzán, en el caso de la picadura de Olindias sambaquiensis, la aplicación inmediata del producto inhibe descargas “retardadas” de los nematocistos y evita así envenenamientos mayores.
Después de la inactivación, los médicos aconsejan remover cuidadosamente cualquier tentáculo y los nematocistos para luego aplicar anestésicos tópicos. El dolor también se tiende a aliviar mediante la utilización de compresas frías en el sitio de la picadura por 5-10 minutos, o, si no remite, con inyecciones intramusculares de antiinflamatorios no esteroideos (como diclofenac o ibuprofeno). Solamente en casos más graves puede ser necesaria la administración de corticoides, relajantes musculares o antibióticos.
Medusas en la costa de San Clemente.
Créditos: Dr. Agustin Schiariti (CONICET-INIDEP)