Investigadores argentinos diseñaron “virus inteligentes” que detectan tumores de páncreas y melanoma, se introducen en su interior y los destruyen sin dañar tejido sano. El estudio es experimental, por lo que todavía no se aplica en pacientes.
(31/07/2013 – Agencia CyTA-Instituto Leloir)-. “Caballos de Troya” que detectan señales de los tumores, ingresan y despliegan una maquinaria productora de virus destructores al interior de las células cancerosas fueron desarrollados por investigadores del CONICET en el Instituto Leloir. En sendos experimentos, lograron inhibir el crecimiento y en muchos casos eliminar tumores humanos de páncreas y melanomas, que habían sido inoculados en modelos animales, sin dañar tejido sano.
Esos “caballos de Troya” –construidos a partir de adenovirus- tienen un tamaño 100 veces menor que una célula, explicó Osvaldo Podhajcer, jefe del laboratorio de Terapia Molecular y Celular del Instituto Leloir. “Aprovechando la maquinaría propia de la célula, se multiplican hasta matarla. Una vez que la elimina, son liberados y siguen infectando a las células malignas”, agregó.
El estudio de melanoma fue publicado en The Journal of Investigative Dermatology, la revista científica de mayor impacto en dermatología; y el de cáncer de páncreas, en Molecular Therapy, que edita la Asociación Americana de Terapias Celulares y Genéticas.
Algunas variantes de estos caballos de Troya están en etapas avanzadas para su posible uso terapéutico en seres humanos, enfatizó Podhajcer. “Nuestro objetivo es mejorar el tratamiento del cáncer abordando el desafío de generar nuevos biofármacos que sean complementarios a las terapias actuales.”
En los estudios también participaron los doctores Felipe Nuñez y Verónica López del laboratorio de Podhajcer.
Los investigadores que desarrollaron “caballos de Troya” moleculares para eliminar tumores sin dañar tejido sano. Los doctores Osvaldo Podhajcer, jefe del laboratorio de Terapia Molecular y Celular del Instituto Leloir (izq.), Verónica López y Felipe Nuñez.
Créditos: Agencia CyTA – Instituto Leloir